Transcaribe, ¿pa dónde nos llevas?


 

(…) Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar:
         —Es el diamante más grande del mundo.
         —No —corrigió el gitano—. Es hielo.
         José Arcadio Buendía, sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. “Cinco reales más para tocarlo”, dijo.

Cien Años de Soledad. Gabriel García Márquez.

 

El progreso llega a la gente como llegó el hielo a Macondo aquél día en que José Arcadio Buendía llevó a sus hijos a la feria de los gitanos. Aunque siempre hay un precio qué pagar por tocarlo, es necesario porque es inherente a las civilizaciones y las ayuda a evolucionar pero ¡ay, cuando llega por imposición! Genera malestar, incomodidad, opresión... y cuando esa molestia se asimila y hace costumbre, llega otro cambio y la rueda gira de nuevo. No obstante, el mejoramiento continuo, el aprendizaje y, ante todo, la voluntad se pueden aprovechar para recibir de una forma más cómoda los impactos que traiga consigo.

Por el año 2005, el Departamento Nacional de Planeación trazó las líneas del dimensionamiento estratégico de Colombia como nación hacia 2019 en un documento titulado ‘Visión Colombia 2019’. En él se plantea que, para entonces, siete ciudades del país -Bogotá, Pereira, Cali, Bucaramanga, Medellín, Barranquilla y Cartagena- contaran con sistemas integrados de transporte masivo “que integren todas las actividades urbanas y que estén al alcance de todos”.

El documento CONPES 3259 de 2003 fue el aval que permitió a Cartagena estar al alcance de un sistema de transporte masivo y henos hoy, tras doce años después, viendo los primeros buses rodar por la Avenida Pedro de Heredia, arteria principal de las vías al servicio de la Ciudad Heróica.

¿Al servicio de quién? La gente, que hoy a causa de la medida tomada por la administración de turno, sufre trancones o tiene que recorrer distancias que se hacen considerables por el eterno sol del Caribe, tal vez lo pondría en duda. Bien sabidos eran los problemas de movilidad que la ciudad ya tenía antes de la puesta en marcha del sistema. Aunque su implementación fuese una oportunidad de mejora, las trabas, las demoras en el mismo y la improvisación de quienes fueron alcaldes hasta la fecha hicieron que la ciudadanía padeciese mientras los buses prometidos seguían sin verse.

Transcaribe ha sido proyecto nacional, promesa electoral, mentira para engañar al pueblo, amenaza para sus competidores, fórmula para pedirle más plata al gobierno central… Pero mal que bien es una realidad. El alcalde Vélez pasará a la posteridad por transformar los espectros con ruedas en modernísimos vehículos de servicio público. Sin embargo, ¿a qué precio? -¿cuál es el precio del progreso?-. Siendo el primer servidor público de la ciudad, no seré yo quien ponga en tela de juicio las formas que adoptó para lograrlo pero, ¿estaba preparada la ciudadanía para recibirlo así fuera en una etapa pedagógica? Es obvio que aún faltan cosas por hacer pero, ¿el sistema TIENE que funcionar? ¿Acaso está la ciudadanía preparada para que no funcione?

Mientras en Cartagena no se veían ni articulados ni busetones ni estaciones, en algunas de las ciudades donde fueron contemplados proyectos como este se vieron dificultades financieras, metas de pasajeros no alcanzadas, retornos inferiores a la inversión. La ciudad tiene de dónde aprender para que la historia no se repita. Pese a ello, el cartagenero también debe poner de su parte. Es cuestión de voluntad.

Espero compartir la sensación de algunos que ya se subieron o lo vieron pasar. De sentirme en una ciudad nueva. De vivir el progreso que tanto tintineo en este escrito. Espero sentir, como José Arcadio, que es el diamante más grande del mundo y no simplemente… hielo.
Tal vez, Cartagena nunca fue Suiza pero tampoco necesitó que le impusieran su destino. Pueden preguntarle a Vernon cómo le fue cuando lo intentó.

SORBO FINAL: No se pierda el último lanzamiento de Publicaciones El Concejo: “Manual para bailar champeta sin reproducción asistida”. Reclámelo, muy pronto, en un picó cerca a usted.
 


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