Isagén vendida


Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Aquí  se puede parodiar este dicho popular, con la venta de Isagén. Pasando por Samper, Pastrana, Uribe dos veces, y dos veces Santos, hasta que le llegó su San Martín, fue vendida. Una empresa canadiense  de nombre Brookfield  la compró por 6. 5 billones de pesos , única proponente en la subasta pública, no hubo puja. La compró a precios de gallina flaca, dado el nivel de devaluación del peso frente al dólar.- Parece que esta empresa se ha caracterizado por eso, comprar en estas condiciones-

Mi padre tiene un dicho muy sabio. “El que vende siempre pierde, gana el que compra”. Y de qué manera esta nueva empresa dueña del 57% de las acciones recibirá en promedio anual  utilidades alrededor de 350 mil millones, cantidad insuficiente para el gobierno en la atención de  la infraestructura 4G y financiar por 6 meses el posconflicto.

Sin lugar a dudas, esta venta se hizo en un mal momento para el país. El Ministro de Hacienda lo mismo que el Director de Planeación Nacional se ponen a la burla cuando dicen que esta fortuna es para el beneficio de los colombianos. La Joya de la corona, como le decían a Isagén, fue vendida. Y ni un peso de esa millonaria negociación será para solucionar tantas necesidades que padecen los pueblos de Colombia. ¿Y por qué no utilizaron la riqueza del Galeón?

Sólo a manera de ejemplos: Apuesto  que no son capaces de llevar agua potable a la Guajira, donde murieron varios niños el año pasado por desnutrición. Y menos son capaces de adelantar un plan de desarrollo real, para sacar al Chocó de tanta pobreza y miseria- Nada de eso sucederá- Niños, niñas, adolescentes, mujeres cabeza de hogar y ancianos seguirán mirando lejos con sus caras lucias  y sucias por el abandono del gobierno. Esperar la muerte y disfrutar la vida como venga es su norte. Por eso Colombia es el país más feliz del mundo. Los pobres se acomodan rápido a los cambios, hasta climáticos.

Con la venta de Isagén y  el direccionamiento de estos recursos, “que son un tesoro”, dicho por Minhacienda, la coalición del gobierno se ha agrietado. Muchos no están de acuerdo con esta venta. Los del Centro Democrático, el Partido Verde  y Polo Democrático se opusieron abiertamente. Piden censura para el ministro Cárdenas. Cambio Radical apoya la negociación, es el futuro de su líder Vargas Lleras.

Pero lo que sí va mover el cutarro político y seguro  levantará al país nacional, es que el gobierno está cocinando, si acaso ya no sirvió los platos, -el presidente salió  a decir lo contrario desde Cartagena-  la nueva Reforma Tributaria. Es un hecho cumplido, tendremos alza en los impuestos para obtener recursos para seguir financiando el posconflicto y la administración pública. ¿Le quedará fácil al gobierno lograr su aprobación? Seguramente que sí, la mermelada comienza a funcionar y afloja cualquier tuerca por apretada que esté. Pero el pueblo ¿dónde lo dejan?, votará por el SI o por  el NO  el plebiscito. Es un gran dilema que tendrá que sortear  el propio presidente. -Los millones de Isagén no alcanza para tanto, la nueva tributación es inaplazable-

Lo único cierto de todo, es que  perdimos uno de los activos más rentables de la endeble economía tercermundista como la colombiana. Y en un año difícil para la economía mundial. El dólar sigue subiendo, el precio del petróleo está por debajo de las proyecciones de Minhacienda y el DNP, la inflación está muy bajita, el desempleo real  de las calles no baja, los precios de los artículos de la canasta familiar en aumento, el 7% de aumento del salario mínimo es una ilusión, el crecimiento económico  para 2016 se calcula que no pasa del 3%, las tasas de interés no bajan, el fenómeno del niño en su máxima esplendor haciendo estragos. El futuro es incierto.

La historia se encargará, como siempre, de contarnos que fue una mala negociación. Ya tenemos varios hechos en el pasado que deja mal parada la dirigencia colombiana, para citar uno solo la venta de Panamá en 1903. -Los Estados Unidos nos envolataron para construir el Canal de Panamá, la cantidad pagada en ese entonces no pasó del millón de dólares. Hoy repetimos la historia vendiendo parte de Colombia a los canadienses.


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