¡Llegó la feria! ...¿Y a dónde se va el resto del año?


GRÁFICA VERNÁCULA –LA BOHEMIA-

El concepto de gráfica vernácula entendido en un primer abordaje como el acercamiento entre la artificialidad[1] de la gráfica publicitaria y la naturalidad de la identidad popular -folk-. Realiza una validación entre las dos disciplinas que pretende rescatar las dinámicas artesanales y la estética, bajo la construcción de propuestas de diseño que incluyan las tradiciones, la identidad y la interacción de los individuos dentro de un esquema social. Ésta se vincula a la postura romántica de la comprensión del mito del pueblo desde la cultura que, según Marvin Harris, es “el modo socialmente aprendido de vida que se encuentra en las sociedades humanas y que abarca todos los aspectos de la vida social, incluidos el pensamiento y el comportamiento ”(1989:17).

“Para los románticos lo popular es un espacio de creatividad, de actividad y de producción (…) El romanticismo es reacción de desconcierto y fuga frente a las contradicciones brutales de la naciente sociedad capitalista” (Barbero 1987 :7).

Bajo una postura similar, a mediados del siglo XIX en París aparecen bohemias pertenecientes a la clase media que adoptan en su arte y sus estilos de vida estrategias de transgresión. Sus representantes vivían fuera de los límites de la burguesía y se identificaban con el proletariado; es el primer proletariado artístico que desafiaba las convenciones y los controles de las clases medias respetables. Valoraban la espontaneidad y poseían un ethos laboral antisistemático. La gráfica vernácula es en ese sentido muy afín con la postura bohemia, porque pretende vivir, reconocer, entender, aprender, aplicar y sentir las tradiciones e identidad popular, haciéndola más cercana a la gente, valorando la capacidad de comprender lo que somos y no de imponer lo foráneo.

El carnaval

Las bohemias producían repertorios simbólicos liminoides[2] similares a las formas del carnaval, sobre todo el surrealismo y el expresionismo escuelas que recogieron las transgresiones simbólicas utilizadas en el carnaval.

El carnaval definido por Martín Barbero como “el momento en el cual el lenguaje de la plaza alcanza su plenitud. La afirmación del cuerpo-pueblo y su humor. Humor resorte expresivo de la parodia y la ridiculización” (1987: 73) “característico por la sucesión inconexa de imágenes y sensaciones fugitivas, el descontrol de las emociones y la desdiferenciación que se vincula al posmodernismo y la estetización de la vida cotidiana”. (Featherstone 1991:137).

La gráfica vernácula se percibe en su máxima expresión en el espacio del carnaval, asociando el término a ferias y festividades populares, donde el color, el movimiento, la forma, la percepción y los sonidos dan muestra de las hibridaciones culturales que en conjunto construyen la identidad de los locales.

Al hablar de la expresión: ¡llego la feria…! se puede percibir la construcción de un imaginario dinámico que transporta la identidad de una colectividad popular. Un espacio de encuentro, diversión y expresión desinhibida de los individuos. Un lugar transitorio que permite congregar y valorar la estética de las expresiones artísticas populares –artesanías-. Un sitio de creatividad, de actividad y fuga a las contradicciones de la sociedad capitalista, donde la inversión y la transgresión simbólica delimitan las dinámicas sociales de “alta cultura” y “cultura folk”. Bajo estas premisas de agrupación de identidad surgen preguntas como: ¿a dónde va la feria el resto del año? y ¿a dónde se transporta esa identidad colectiva?.

La clase media y los modales

Ese espacio de desinhibición –el carnaval- es para Bajtin “la celebración del cuerpo grotesco, un lugar de excentricidades, comida abundante, alcohol y sexo; un cuerpo inferior que destruye por completo la concepción de cultura oficial” (Featherstone 1991:137). Un espacio impuro y desproporcionado. Para la expansión de la civilización y el control de las élites sobre la clase media, el carnaval como cuerpo grotesco es la alteridad y se encuentra totalmente excluido de la construcción de identidad de la clase media. Es decir bajo la necesidad aspiracional de incluirse dentro de las élites, la clase media sacrifica sus emociones y expresiones corporales, e inicia cambios conductuales en sus modales. Construyendo una repugnancia hacia la expresividad desinhibida y la corporeidad directa del individuo. Pero bajo esa premisa, el cuerpo grotesco, ese otro que se excluye se convierte en objeto de deseo y es en ese momento que las expresiones populares retoman su atractivo por parte de la clase media, de esta manera es posible observar como en la intimidad los individuos pertenecientes a esta colectividad se sienten afines con las expresiones musicales y artísticas de la clase popular.

La cultura de la clase media tiene su génesis en lo popular, la procedencia de su identidad es una hibridación entre la naturaleza de la tradición, permeada por la estructuración artificial de la globalización en la “cultura” y los lineamientos que la élite le impone para validar su civilización.

Por esta razón es posible encontrar expresiones lingüísticas, música, bailes, gráficas y rituales populares, inscritos en la cotidianidad, los gustos y las dinámicas de la clase media. La variación de su comportamiento depende del contexto social y su necesidad de expresión.

De esta manera se argumenta que la gráfica vernácula no sólo es relevante para la clase popular, si no que también afecta directamente la percepción de la clase media. Ya que “carga con el complemento del deseo por el otro expulsado, que se convierte en fuente de fascinación, anhelo y nostalgia” (Featherstone 1991:140).

La gráfica vernácula es bohemia, porque es transgresora, se aleja de la postura gráfica estereotípica contemporánea que desarrolla sus estrategias bajo la premisa de la globalización y la industria cultural, es antisistemática, apropia conductas, estilos de vida, tradiciones y ritos locales buscando un reencantamiento estético a través de nuevas herramientas de expresión, demostrando su compromiso ético con investigaciones para desarrollar mensajes responsables, fundamentados en la identidad, la cultura y el entorno de los individuos.

Bibliografía

Barbero M. (1987). De los medios a las mediaciones. Anthropos editorial. España 2010.

Dorfles G. ( 1971). Naturaleza y artificio. Editorial Lumen. España 1971.

Featherstone M. (1991). Cultura de consumo y posmodernismo. Amorrortu editores. Argentina 1991.

Harris M. (1989). Teorías sobre la cultura en la era posmoderna. Crítica, Barcelona, 2000.




[1] “Un sector, además, que gira totalmente en torno al problema del artificio y de la invención del objeto, es el de la publicidad, sector sumamente delicado, precisamente por sus dobles correlaciones con el arte y la sociología” (Dorfles 1971: 18).

[2] Término referido al uso de nuevas formas innovadoras.

 


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