Domingo 4:30 p.m… “-Hijo, cámbiate que vamos a comer arepas en Crespo…
-¿Seguro mamá?
-Si, hijo…”
Cinco minutos después… Javier Posso estaba bañado, le empolvaban el cuello con una media rellena de talco con alcanfor, le colocaban el pantalón de cuadritos sacudiéndolo de lado a lado mientras él ansiosamente preguntaba los pormenores de la salida. En esta escena le acompañaba el suéter blanco con tipografías “palo seco” del político de turno, lo peinaban con el copete de Superman y estaba listo.
En el mejor de los escenarios el paseo existía y era el “McDonald’s” de su época, con el parque de la 7ª. del barrio Crespo como testigo y cuya aventura iniciaba con su ingenua disposición para observar la naturaleza pura de los gusarapos en el cruce del puente de hierro -caño de Juan Angola- que dividía al mejor estilo de la película “In time” lo popular de la élite.
Y es que al pasar este puente Javier se encontraba con niños de camisetas con personajes de Disney, zapatos “Kangaroos” de bolsillos y walkman “Sony sport” de los amarillitos, no tenían granos de mosquitos y sus madres resplandecían con vestidos de lino y peinados de repollo en la cabeza cual “Pinup models style”, obviamente ninguna de ellas resplandecía más que su progenitora, no habían papás en esas escenas pero aparentemente al igual que el papá de Javier, todos los padres eran obligados por sus empresas a departir sin discriminación en espacios deportivos para distencionar el estress, o por lo menos eso le decía su madre cuando el preguntaba por su viejo... ¡esta trabajando hijo!.
Curiosamente el papá de Javier siempre trabajaba, y no era falso: en las mañanas dictaba clases en el colegio Salesiano San Pedro Claver, en la jornada de la tarde en el Liceo de Bolívar y en la noche en el colegio Ana María Vélez de Trujillo. Era como los de “Men in Black” reconocido como un tal vez y no se le veía a menudo pero Javier sabía que siempre estaba ahí. Él era quien con su tiempo y entrega compraba el tiempo de vida para toda su familia y quien con sus sacrificios patrocinaba las salidas con arepa de Crespo y en las graduaciones y fechas especiales invitaba Piokiko, una marca que podía ir desde la grandeza de un grado tipo “Bistronomy by Rausch” hasta la ligereza de un playazo con chancleticas tipo “Fiji”. Piokiko, era una marca que transcendía los límites de lo anímico, de lo experiencial, de los sentimientos, una marca posicionada a nivel de Top of Heart en los padres de familia.
Piokiko tenía el poder de tele-transportarse, al hogar de este niño llamaba su viejo preguntando: “¿Mija, por allá no ha llegado un Piokiko?”, éste producto tenía el poder de lograr el perdón divino, “Mija, llegue tarde pero te traje Piokiko”. Acompañaba a las familias en las celebraciones “¡el pelao hizo su Primera Comunión, ¡hoy comemos Piokiko!” Y fue tan fuerte el posicionamiento de esta marca que logró cambiar el nombre del producto pollo asado por la marca Piokiko es decir se convirtió en un símbolo, logrando el sueño de todo ícono.
Este ejercicio muy bien logrado de arquitectura de marca aparenta ser una leyenda urbana, porque es de procedencia incierta, Mary Rivas tiene sus dudas sobre, si la existencia de la marca fue real o hace parte de una dinámica semonémica* de la inventiva infantil. Ladys Posso comenta que puede ser producto de la inventiva popular y las percepciones ecoicas del Caribe, algo así como la unión entre Pikorico y Kokoriko, y Ricardo Chica ubica la marca con dificultad en su mente hacia los años 70’s pero da fe de su existencia. Lo cierto es que el restaurante existió en la avenida Venezuela y en el despliegue y ampliación de la empresa Kokoriko, fue comprado en el año 1976 aproximadamente.
No solo Edison Posso el papá de Javier utiliza la marca para referirse al pollo asado, también Gustavo Bossa –padre-, Sergio Sierra –papá de Freddy- y otros distinguidos miembros asistentes a las gradas de la élite softbolera de los comités deportivos empresariales que se realizaban los domingos, día en el que Javier Posso y su pantalón de cuadritos se embadurnaban de arepa, salsas y parque, en el fabuloso mundo de la élite de Crespo.
To be Continued...
*Semonemia: formas de crear nombres.