La historia de “las vacas parías” también merece ser contada del lado de “los toros prestados”, es decir, el nuevo compañero sentimental, por ser quienes reciben directamente los comentarios destructivos de la gente y el bullying mamagallista de los amigos. A ellos les toca mediar entre sus sentimientos y el qué dirán, blindarse a los prejuicios y hacer valer sus relaciones, a lo que sólo los más fuertes de personalidad y sentimientos sobreviven.
Los “toros prestados” tienen la tarea de conquistar a los hijos (terneros), porque quieran o no, serán ellos los de la última palabra en su relación con “las vacas parías”. Su labor será procurar mantener armonía y generar empatía, con la expectativa de que todo marche a su favor. Algunos lo hacen tan bien, que es invisible la presencia del "ternero" por la compatibilidad que desarrollan, otros mueren en el intento y muchos terminan huyendo.
El éxito de “los toros prestados” se lo da la creatividad que tengan para conquistar a una mujer, sensibilizar a una madre y complacer a un hijo, la tolerancia para comprender que su lugar siempre será el segundo, más aún si el hijo se enferma, tiene tareas o necesidades; la paciencia que desarrollen para esperar el cupo que las madres agenden de su tiempo para ellos, algunas veces limitado; características que ante los ojos de amigos burlones son juzgadas como de dominio femenino o de debilidad masculina. Paradójicamente el amor verdadero es de sacrificios y retos, muestra de ello es medírsele a intentarlo, cosa de hombres seguros e impetuosos.
Algunos “toros prestados” tienen menos edad que “las vacas parías”, lo cual es mucho más caldo de cultivo de lengua y críticas, pues con más razón la gente empieza a adjudicarle sentimientos paternalistas e interesados a la relación cuando se trata de diferencias grandes, jugando a apostar cuánto les dura. Es realmente sorprendente la capacidad que tenemos las personas de analizar la vida del otro y mentalmente opacar su felicidad a base de prejuicios absurdos. La ignorancia es atrevida y queramos o no, los sentimientos son complejos, intransferibles, indomables.
Para los gustos, los colores, la felicidad está donde cada cual la encuentre y del tono que decida pintarla, la prueba es que hay hombres que incluso prefieren de pareja sólo mujeres con experiencia, dicho de una manera costeña y más divertida: se “matriculan” con las "vacas parías" por sus grandes virtudes y madurez mental, lo cual hace que ellos por su amplia vivencia de amoríos con el gremio estén curados de los prejuicios y vacunados contra la lengua, sólo dedicados a disfrutar su amor a plenitud.
Si hay algo cierto en este tipo de relaciones es que para quienes literalmente en este caso “ven los toros desde la barrera” es muy fácil tratar de opinar sobre cómo manejar la situación, lanzar juicios y tejer especulaciones, pero cuando se trata de sentimientos, como en el carnaval, “quien lo vive es quien lo goza”, lo mejor será evitar decir “de esta agua no beberé”, porque “el que escupe para arriba en la cara le ha de caer” y tal vez termine sucediendo que “algún día la mano te pongo en el hombro”.
Por si no has leído la primera parte:
"Las vacas "parías"": http://www.eluniversal.com.co/blogs/lo-que-esta-bienesta-mal/las-vacas-parias
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