Juan, vamo a calmarno


Juan es amante de la literatura de Gabriel García Márquez. El domingo pasado se sentó a leer en su computador varias de las notas que le hicieron al nobel en la sección de Facetas de El Universal.

También es amante de la tecnología y las redes sociales, por eso, mientras lee, mantiene abiertas otras ventanas con Twitter y Facebook: “Juan ha sido etiquetado en un video”, le apareció de repente un mensaje en la parte baja de su ordenador.

Antes de darle clic y averiguar qué era, su mente viajó por las novelas del señor nacido en Aracataca y el mundo virtual. Levantó su mirada hacia el foco que le daba una luz nítida esa noche en su casa y se imaginó a un montón de gente escribiéndole al Coronel por Whatsapp. Luego, vio a un general grabando un video en su laberinto junto con unas putas tristes que sonreían obligadas para subirlo a Snapchat.

En el Facebook de los pensamientos de Juan, Macondo seguía siendo un pueblo ficticio pese a que dos de sus amigos “habían registrado una visita ahí”. Lo que sí corroboró, es que en esa red social, todos muestran su mejor cara, esa red donde el amor y otros demonios reciben likes, la cándida Eréndira por ejemplo, aparecía abrazada con su abuela desalmada en una foto, parecía una historia creíble. Una foto que mostraba el rastro de tu sangre en la nieve, fue denunciada y eliminada inmediatamente de Instagram, donde el filtro confundía por un instante si realmente era el otoño del patriarca o el verano feliz de la señora Forbes.

Ahora, el tiempo se le pasaba a Juan imaginando pendejadas. La mala hora le iba a llegar cuando le diera clic al video en el que lo habían etiquetado. Y le llegó antes de imaginarse algo absurdo con la hojarasca o el relato de un náufrago en vivo por Periscope.

En el video de 24 segundos se ve a una mujer de rasgos orientales, con cola de caballo en su pelo, vestida de suéter amarillo, corpulenta, de nariz chata como las boxeadoras y tirando trompadas, repito, como las boxeadoras. Los golpes eran recibidos por una flaca ‘peliteñida’, era la esposa de Juan la que se estaba llevando una tunda. “China, por favor, suéltala”, se escucha en el video. “La puta esa anda con mi marido”, replica la China mientras las compañeras de trabajo de la esposa de Juan intentan separarlas.

Los dedos de Juan temblaban, el video en menos de nada, lo repitió 4 veces y en ninguna pudo identificar a la tal China. Mientras Juan se lo repetía una y otra vez, y leía cada uno de los comentarios de la gente que se metía a opinar del video en Facebook, su esposa estaba en el cuarto, solitaria, viendo la nueva temporada de House of Cards en Netflix.

Decidido, la llamó a la sala, le mostró el video y sin dejar que se terminara, ella le dio una explicación: “Llegó hasta la oficina a atacarme y todo por un chisme. No sé cómo se enteraron de que tú ahora andas metido de lleno en la religión (http://www.eluniversal.com.co/blogs/en-un-2x3/juan-dice-que-anda-con-dios#) y desde entonces inventan que ando con el marido de la China porque tú ya no le prestas atención a nuestra relación. Te lo juro Juan, puedes estar un poco alejado de mí últimamente pero mi corazón es solo tuyo, no ando con nadie y quiero andar contigo únicamente, por siempre”, le dijo la esposa con voz entrecortada, sin lágrimas pero dolida por el chisme que le inventaron.

Juan no dudó de las palabras de su esposa, la abrazó y le dio un beso en la frente. “Ve y descansa, termino de leer algo y me voy a la cama”. La lectura del Facetas a Gabriel García Márquez quedó atrás, ahora Juan se concentraba en los más de 1246 comentarios que habían hecho en menos de 1 hora en el video que se subió a Facebook. Su plan era desmentir o denunciar cualquier injuria o calumnia contra su esposa, pero para su sorpresa, nadie hablaba de ella, todos los comentarios eran contra la China, o bueno, otra China, a quien hasta el Alcalde tuvo que salir a defender con mensajes diferentes a este, casi igualito que le dijo a un exboxeador: “Dejen de estar montándosela, ya quédense quietos. Ya les hablé, ¡ya les hablé! Ya yo les dije, ¿no les dije?… entonces ¡ya!”. Esta vez pidió que se la dejaran de montar a la China que trabaja con él pero con frases más sofisticadas, pidió respeto y dijo que confiaba en ella, pues ella aseguró por redes sociales y a los periodistas que la llamaron, que no era la del video.

A Juan le sirvió que la máxima autoridad de su ciudad se pronunciara porque el tema se desvió, nadie habla de su esposa, ni del supuesto cacho que le pegaron. Eliminó la etiqueta de Facebook, cerró todas las ventanas, apagó el computador y su mujer, quien decidió no darle trascendencia al tema, seguía en cama despierta.

Juan, quien no quería pasar cien años de soledad, entró al cuarto y le hizo el amor como en los viejos tiempos.

PRÓXIMO CAPÍTULO: Juan conoce a la barriga de trapo…

*Recuerda que este blog es el recorrido de un tal Juan por la Heroica, no es el Juan que tú crees, pero puedes ser tú. Ese recorrido lo empezó en bicicleta y quién sabe cómo lo termine. Lo importante es que no te cojas este blog, cada domingo, tan en serio…


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