La administración pública es una sola. Sus fines no han cambiado con el tiempo. Es garantizar el acceso de los servicios sociales a sus ciudadanos. Estamos en el segundo mandato del gobierno Santos que se ha propuesto alcanzar la paz, enfrentando una fuerte oposición del gobierno anterior, que trató de hacer lo mismo y al final terminó en la guerra.
El gobierno Santos se la ha pasado diciendo que lo que él hace ahora no es bueno, pero cuando lo hizo Uribe sí era bueno. Este equivocado discurso mediocre ha significado catapultar cada día más la imagen del ex presidente como líder de la oposición. La administración pública, y su par, el derecho administrativo, no resisten invocar, “todo tiempo pasado fue mejor” Hay que actuar ahora.
Los asesores de imagen del Palacio de Nariño hasta ahora han perdido la pelea. Controvertir en la administración pública desde el poder no es fácil. Existen muchas denuncias, demandas ante los entes de control contra el gobierno pasado, eso no lo mastica el ciudadano, eso no lo sabe la gente. Nada avanza, nada prospera, y muchos implicados exilados en el exterior. -Esto degasta un gobierno-
La administración pública es una sola. Y quién lo creyera, aunque haya quitado las horas extras, iniciado contactos con la Farc para diálogos de paz, propuso vender ISAGEN y no pudo, eliminó al ISS por la Nueva Eps, hizo un acuerdo con los paramilitares en Ralito, que es la hora que nadie sabe lo acordado, etc., eso a la gente se le olvidó. Aquí está el dilema, todo lo que digan Santos y su gabinete, y hasta funcionarios de altos rangos, los ciudadanos en su subconsciente mantienen la imagen del presidente de: “Mano firme Corazón grande” Esta es una realidad. Las encuestas así lo confirman.
La situación es insostenible. Como dice el dicho popular, “se dejó coger el bajito”. Acá en la Costa cuando eso sucede no hay santísima que valga. Uribe sigue con alta favorabilidad y digan lo que digan de su gobierno, es una piedra en el zapato para la aprobación del Sí por el plebiscito.
De todo se han dicho, pero lo que movió los cimientos de la sociedad colombiana fue el lanzamiento de las famosas cartillas de la ministra Parody. “Qué si, que no, el ministerio no las sacó, que fue la oposición”, todo esto son palabras irresponsables. Se defendió con lo mismo, “ahora son malas pero antes no lo eran, las cartillas”
Es verdad, una cartilla no puede hacer cambiar el sexo. El sexo está definido desde que se nace. Es una estupidez científica que digan que cuando uno nace no se sabe todavía si va ser hombre o mujer. Una cosa es que el tiempo transforme a las personas, pero, olvídese ministra, cuando se nace, se nace con un sexo definido. Sólo hay que, “pasar el tíbiri tábara”, después de los 13 años.