Hace poco vi una conferencia que me hizo dudar de la aritmética básica que creí haber aprendido de niño. Hizo que replanteara los conceptos matemáticos que me impartieron durante mi tortuosa formación de ingeniero. Hizo que examinara la efectividad de mi sentido común. Y qué equivocado estaba; todo este tiempo había vivido engañado.
El conferencista, mediante un concepto revolucionario y sencillo, expuso un postulado que rompe con la concepción clásica —y a lo mejor obsoleta— de lo que en el lenguaje común se conoce como la resta. El postulado dice: «usted vacía sus bolsillos y Dios se los llena».
La conferencia lleva por título La Parábola del Sartén y dura 27 minutos. Aquel que esté interesado puede encontrarla en YouTube, en el canal del conferencista y activista político Miguel Arrázola. Debo decir que la capacidad de Arrázola para explicar su pensamiento es impresionante. A través de novedosos giros didácticos es capaz de llevar el mensaje a públicos con los más diversos niveles de escolaridad. Para ello adapta su discurso al mismo lenguaje coloquial de su audiencia, imita las inflexiones particulares del habla local y ejecuta con gran dominio la técnica de decir siempre lo mismo, pero cada vez de manera diferente. Es, sin duda, un maestro de la retórica.
La simplicidad de la idea embellece su argumento: entre más das, más tienes. Pero eso no es todo. Bajo esta idea sencilla se halla otra importante relación que ningún otro cultor de los números había notado. Es la relación directa que existe entre la sustracción y la multiplicación. Arrázola, fiel a un estilo sin pretensiones, lo define de esta manera: «Yo te aseguro que eso que estás dando se te va a multiplicar». Y cómo no creerle si esto que dice, aunque no esté demostrado formalmente aún, lo sentimos en nuestros corazones y es solo una cuestión de tiempo antes de verlo reflejado de manera cuantitativa.
Del mismo modo en que la teoría de la relatividad predijo la existencia de las ondas gravitacionales, la teoría de Arrázola predice la prosperidad una vez que se entregue todo lo que se posee. En sus propias palabras: «alguien tiene que entender esta palabra; esto no requiere mucho». Confieso que al principio, por deficiencia mía, me costó trabajo entenderlo; por terquedad, tal vez; pero al final pude ver la verdad. Y lo entendí mejor cuando explicó a la audiencia las causas principales de nuestra crisis económica: «tú, por no dar y por no poner, estás reteniendo a Dios. Deberías moverte y dar todo lo que tienes. Porque estoy seguro que cuando salgas de aquí y llegues a tu casa vas a estar repleto».
No entiendo cómo no pude verlo antes. La verdad siempre había estado allí, justo frente a mis ojos. Y he sido ciego. Pero eso va a cambiar porque ahora estoy motivado. Yo creía que mis problemas económicos eran un asunto de salario, gastos y deudas; pero estaba muy equivocado. Miguel Arrázola resolvió todas mis dudas con esto que dijo: «a Dios no le interesa cuánto ganas; a Dios lo que le importa es cuánto siembras. Eso es todo. Tú con el mínimo te puedes hacer millonario».
Eso es todo, dijo. Y sin embargo ve uno a tanta gente por allí perdiendo el tiempo, trabajando o estudiando, cuando lo único que hay que hacer es confiar en estos nuevos postulados matemáticos y dejar que los profetas resuelvan la operación.