“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos”, cantaba Fito Páez en su canción de 1999 titulada Al lado del camino, de su exitoso álbum Abre.
Aunque han transcurrido 17 años desde entonces, su letra fue premonitoriamente acertada para la época oscura en la que vivimos. Pero no es un oscurantismo impuesto, se trata de un estado de abulia generacional autoinducida en la que prima un deseo irreprimible ya no de parecer estúpidos, sino que como si de Pokemon se tratase, evolucionar y ser efectivamente estúpidos a cada día, cada hora, cada minuto de nuestras vidas. Simultáneamente se ha extendido la idea un tanto autocomplaciente que afirma categóricamente que los resultados y designios que nos afectan como ciudadanos siempre dependen en exclusiva de la voluntad de nuestros gobernantes y que nada podemos hacer para cambiar sus designios. Nada más exagerado y alejado de la realidad, salvo las tarifas cobradas por los taxistas de Cartagena.
Cada generación de la historia se ha preocupado por dejarle a la siguiente los adelantos tecnológicos, culturales, sociales y económicos que les permita desarrollarse y perpetuarse como sociedad. Teniendo en cuenta esto, imagino a nuestros nietos mirando perplejos como las únicas fotos de sus abuelos, tíos y primos son haciendo Duckfaces frente a un espejo mientras el mundo se cae a pedazos al ritmo de las profundas e intelectuales letras del reggaetón de moda.
Lo más preocupante de esta perspectiva es la inapetencia al amor propio, a la imagen que proyectan frente a los demás y de cara al futuro; el modelo de conducta actual es el del antiintelectualismo más supino que se evidencia en un léxico exiguo lleno de muletillas y de la jerga más ramplona expresada verbalmente y endemoniadamente mal en su forma escrita. Si cada vez que alguien escribe “Q” o “k” en lugar de “Que” o “ay” en lugar de “Hay” como forma conjugada del verbo haber, muriera un político corrupto a la par de quien cometió el yerro idiomático, ya estaríamos viviendo en la Utopía de Don Thomas More.
La prueba más palmaria es lo acontecido en Gran Bretaña con el Brexit: la mayoría salió a votar después de una encarnizada batalla tanto en medios como en redes sociales y solo después de la salida del Reino Unido de la Unión Europea con sus nefastas consecuencias, los votantes que apoyaron esa iniciativa descubrieron, facepalm incluida, el tiro en el pie que se habían dado por seguir como borregos a líderes estúpidos que diseminan su majadería a base de generar temor a sus simpatizantes. Un epic fail mundial solo comparable al nombramiento de Pacho Santos como director de noticias de RCN radio.
La doctrina del miedo solo tiene cabida en las mentes débiles y perezosas que necesitan ser controladas por seres egoístas que encubren sus intereses particulares bajo el discurso del bien general para contar con los apoyos de los incautos. Jamás he comprendido la urgencia con la que las personas salen a arreglarse para estar acordes con alguna celebración, en contraposición a la pasividad cuando sus alcances intelectuales no están a la altura de las circunstancias; en otras palabras: corren para maquillarse o arreglarse y comprar ropa si les dices que están feos, pero ninguno lee un libro si les dices brutos.
Charles Piercer, periodista, acusa a los medios de comunicación de ser los grandes responsables de este estado actual de cosas con su exaltación de la estupidez materializada en novelas, relities y chismes de farándula en prime time. Sin duda se llevan una parte de la pena, pero es el consumidor de estos desechos quien sale peor librado por sintonizar ya sea en radio o en televisión, o leer en su teléfono estos contenidos vacuos que nada aportan a su formación intelectual. Los productores venden mierda porque siempre hay gente dispuesta a comérsela. Ya nadie te quiere follar por llevar un libro en tu morral ni por saber explicar de manera comprensible los conceptos de inconsciente, subconsciente y consciente: poco importa ya que te sepas los nombres y las historias de los dioses griegos y sus equivalentes romanos. Es más efectivo el corte que todos usan, usar la barba como todos los demás, comprar los pantalones ajustados que Mc Hammer popularizó hace casi 30 años y que hoy se venden como novedad, desconocer los elementos básicos de tu cotidianidad y votar por el NO en el plebiscito sin haber leído una sola letra de los acuerdos. Eso es estar bien mi amor
Cambio de orientacion: El primer recuerdo que atesora mi cerebro es el rostro sonriente de mi bella madre y a mi tio alex como compañero de aventuras en mi primera infancia.