Maná, Leonardo Di Caprio y el Cambio Climático en Cartagena de Indias.
En el extenso sendero de mi existencia mi primer encuentro con las canciones Maná se dio el año 1992 cuando la hoy primera banda del rock latino grabó la más exitosa de sus canciones: ¿Dónde Jugarán los Niños?
El grupo mejicano iniciaba con pié derecho la línea de la canción social la cual recorrería el mundo asumiendo la defensa de los derechos de los niños a tener un espacio para jugar, uno de los derechos inalienables de los menores, que hoy niegan las sociedades injustas, aún en el mundo del desarrollo y la opulencia del norte.
Con música que fascina y letra que reivindica la vida Maná es enfático:
…LaTierra está a punto de partirse en dos,
El cielo ya se ha roto…
La mar vomita ríos de aceite sin cesar,
Y hoy me pregunto: después de tanta destrucción
¿dónde diablos jugarán los pobres niños …ay, ay ,ay.
Tres años después, en 1995 Maná graba otra canción de impacto social también dedicada a Chico Méndez un cauchero ambientalista, luchador por los pobres y la naturaleza de Brasil y en especial de la selva amazónica:
A Chico Méndez lo mataron, era un defensor y un ángel
de toda la Amazonía.
El murió a sangre fría, lo sabía Collor de Melo,
y también la policía.
El dejó dos lindos críos, una linda esposa
y una selva en agonía…
Después de disfrutar las notas románticas de Vivir Sin Aire (1992) y En El Muelle de San Blas (1997) perdí la pista musical de la banda que tantas veces promocioné en mi programa radial La Tertulia Ecológica, la cual se mantuvo activa los primeros cinco años de este siglo XXI.
La promoción no era gratuita: las canciones de la banda servían de marco de reflexión a nuestro programa radial y su filosofía coincidía con la mía y con la de los periodistas acompañantes.
Sin embargo fue en 1996, un poco después de la creación de la Fundación ecológica de Maná: Selva Negra, cuando empecé a recibir informaciones acerca de ésta y sus valiosas acciones vigentes hasta la presente, a través de proyectos de:
Educación Ambiental, Ordenamiento Territorial Ecológico, estufas ahorradoras de leña, Escuela de Música y reproducción de tortugas marinas, tal vez, estos dos últimos los más impactantes de todos, que además de su importante objetivo social permite a
niños y niñas de bajos recursos económicos cultivar este bello arte musical y haber nutrido nuestros mares latinoamericanos con tres millones de crías de tortugas cuyos ejemplares mayores están en vías de extinción después de sobrevivir 500 millones de años de catástrofes.
Pero a pesar del desencuentro musical, el presente 2017 nos volvió a juntar en torno a las notas, acordes y letras poéticas: el espectacular concierto que Maná brindó (o6 de enero 2017) en nuestro estadio de fútbol, nos devolvió es vieja amistad de los años 90 y el disfrute de sus eternas canciones.
Más, si ayer nos unió y continúa uniéndonos la lucha por los pobres y los niños del mundo, por la educación ambiental y la conservación y recuperación del ambiente y la naturaleza, hoy nos une junto con todos y todas los y las ambientalistas del mundo la lucha contra el cambio climático, este que a juicio de la Fundación Selva Negra, brazo social de Maná:
“Es un tema central que pone en vilo no únicamente el equilibrio ecológico, sinó que abisma las relaciones económicas que hasta hoy hemos privilegiado los seres humanos: el lucro a toda costa, desentendernos de lo que legaremos a las generaciones futuras en términos medioambientales y también sociales y culturales.
La reducción de los gases efecto invernadero, es una prioridad para todas las actividades, desde las más domésticas y cotidianas a las que tienen que ver con el comercio, la generación de energía y la industria”.
Hoy, más que nunca es necesaria la unión de todas las personas de buena voluntad, sin distingos de clases sociales, raciales, religiones y concepciones políticas, sobre la Tierra para evitar mayores daños producidos por el cambio climático, para adaptarnos a éste y poder sobrevivir desde cualquier rincón del planeta y desde Cartagena de Indias :
a Los calores infernales,
al aumento de las tormentas eléctricas y los vendavales,
a las lluvias torrenciales (fenómeno de La Niña) con sus consecuentes inundaciones y a las sequías(Fenómeno del Niño),
al hundimiento de Bocagrande y Castillo Grande,
a la desaparición de las comunidades insulares y costeras por el aumento del nivel del mar,
a la continua desaparición de especies animales y vegetales.
En síntesis, aunque parezca mentira o falsas predicciones apocalípticas, corresponde a las comunidades y en especial a los gobernantes y entidades de gestión ambiental afrontar con valentía, honestidad, recursos suficientes y buen manejo de estos a la catástrofe ambiental que se vive y de la cual los pesimistas dicen que seguirá rampante para empeorar CONTINUARÁ: Leonardo Di Caprio: “Antes que Sea Tarde”: frente al cambio climático.