Increíbles predicciones en la literatura.


Aunque parezca increíble, no solo las películas y, últimamente, la serie de la cadena Fox, Los Simpson, han sido las únicas fuentes de predicciones de sucesos futuros o que serían conocidos o desarrollados en la posteridad. Desde siempre, la literatura se ha considerado como una jugosa fuente de profecías. Ya en 1735, Jonathan Swift, en su libro, Los Viajes de Gulliver, predijo, que Marte tenía dos lunas basándose en las hipótesis del astrónomo Johannes Kepler, planteadas a principios del siglo XVII. 150 años más tarde se produjo el descubrimiento de los satélites Fobos y Deimos.

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Años más tarde, En su afamada obra: 20.000 leguas de viaje submarino en 1879, Julio Verne, quien fue uno de los más prolíficos escritores con manto de Nostradamus de la época, ideó un enorme submarino eléctrico llamado Nautilus, un tipo de transporte marino que no fue inventado hasta el año 1962, en 1800 ya existían prototipos que pudieron haberle inspirado, pero de todas formas, se trata del literato con la mayor capacidad de anticiparse a los avances venideros.

Solo 7 años después, En la novela Mirando atrás, escrita por Erich Fromm en 1888, los ciudadanos del futuro llevan una tarjeta que les permite consumir su crédito sin necesidad de emplear dinero impreso. La tarjeta de crédito fue inventada en 1950, y cada vez más está siendo sustituida por el pago a través de los dispositivos móviles.

H. G. Wells fue particularmente certero en sus vaticinios bélicos: predijo la creación de tanques de guerra en su relato Los acorazados terrestres de 1903, enunció por primera vez en la historia la expresión bomba atómica en su novela El mundo se libera, en la que advirtió la devastación que provocaría este armamento 30 años antes de su uso en Hiroshima y Nagasaki. Así mismo, en su novela, 1984, George Orwell establece multitud de paralelismos entre una sociedad ficticia totalitaria y represora y la sociedad de hoy en día. La novela, publicada a mediados del siglo XX, hace alusión al uso de sistemas de cámaras de vigilancia y al intrusivo espionaje gubernamental.

Quizás, una de las predicciones más escalofriantes es la de J. G. Ballard, quien escribió en 1977 un ensayo que resultó ser asombrosamente profético, especialmente en lo referido a las redes sociales, como muestra este fragmento del mismo: “Cada una de nuestras acciones durante el día, a lo largo de todo el espectro de la vida cotidiana, será instantáneamente grabada en video. Por la noche nos sentaremos a ver las imágenes, seleccionadas por una computadora entrenada para elegir sólo nuestros mejores perfiles…” y que tal Aldous Huxley, quien presagió en su novela Un mundo feliz de 1932 los antidepresivos, que en la medicina moderna no fueron considerados ni estudiados hasta 1950. Los personajes del libro disponen de una droga llamada Soma, que “levanta un muro impenetrable entre el mundo real y la mente de sus usuarios”.

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También es ampliamente conocida la predicción de William Gibson, quien en su opera prima titulada Neuromante, estampó en los anaqueles de la historia por primera vez el término Ciberespacio, y habló con asombrosa precisión sobre el internet y la realidad virtual.

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Y una predicción, que si bien no predijo grandes avances tecnológicos y que para la época no fue del todo abordada la vemos en el libro Futility de 1898 de Morgan Robertson, quien publicó una obra que describía el hundimiento de un gran barco en su viaje inaugural de Londres a Nueva York. Los relatos coinciden con el naufragio del Titanic, sucedido 14 años después de editado el libro. En principio este también se hundió en su viaje inaugural desde Londres a Nueva York. El hecho se produjo por el choque contra un iceberg en los mares del Atlántico norte, tal como sucedía en el libro. También era un barco de proporciones considerables, que se consideraba imposible de hundir. El capitán del barco de novela se apedillaba Smith, tal como el capitán del Titanic. Aunque seguramente la mayor coincidencia está en el nombre que Robertson le dio a su barco. Se llamaba “Titán”

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Como ven, la literatura no solo es rica en grandes historias, y fuente de grandes producciones del séptimo arte, sino también, un increíble manantial surtidor de predicciones, pues estas, son apenas un ápice de la enorme cantidad de profecías que ha brindado la literatura de todos los tiempos.

C.J. Torres
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