APOLINAR HOYOS FORTICH

APOLINAR HOYOS FORTICH: CULTIVADOR DEL MÉTODO FISOPATOLÓGICO


En 1949, con veintidós años de edad se graduó en la escuela médica de la Universidad de Cartagena el Dr. Apolinar Hoyos Fortich, luego de haber presentado la tesis: “Anestesia General Endovenosa Continua por el Pentotal Sódico”. El Dr. Apolinar nació en el populoso barrio de Getsemaní en Cartagena, barrio ancestral de afrodescendientes en el que crecieron importantes figuras a lo largo del siglo XX, muchas de ellas en el campo de la medicina. Este destacado médico lideró un grupo de estudiantes de su misma etnia negra que se autodenominaban “Africorp” (cuerpo africano) y se enfrentaron a estudiantes hijos de aristócratas de raza blanca que se identificaban como “High life”. Al respecto dijo: “Luchamos sí, luchamos intelectualmente”, señalando el direccionamiento del pugilato y la intencionalidad, aunque una disputa por la primacía étnica estuviese en el entre telón. Para una nota biográfica de su vida dijo: “la clase social de nosotros era una clase media, escasa de medios económicos, fácil para afrontar los fenómenos que se presentasen, pero no poderosa, y obstaculizada desde el punto de vista ideológico y racial. Pasábamos semanas en mi casa, con mis compañeros estudiando, era una rutina doméstica y al mismo tiempo formativa. Yo era un tipo que dormía sobre una silla en la puerta de mi casa, allí en la calle larga con desembocadura de la Plaza del Pozo, estudiando anatomía”. Apolinar Hoyos Fortich, luego de graduado, realizó cursos de perfeccionamiento en la Universidad del Valle, Colombia, primer centro en el país que adoptó una nueva corriente norteamericana con la cual se debía comprender la medicina. Poseído por esa nueva corriente regresó para ser profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena, afirmación respaldada por lo siguiente: “Volvía a Cartagena, entendiendo que debía estudiar con dureza, y así lo hicimos, en compañía de otros compañeros médicos. Nos propusimos desarrollar una práctica de la medicina que no tuviese contacto con la medicina tradicional francesa. Aplicaríamos el uso del razonamiento y la lógica. Cambie el rumbo del internista, yo era un individuo que definía con claridad las patogenias, era participante y actuaba. Eran altos los niveles de mi lectura”. En su lenguaje diario y cotidiano primaba la elocuencia y con giros gramaticales propios hilvanaba las ideas sin dificultad. En sus clases magistrales repetía frecuentemente sobre las enfermedades más prevalentes de Cartagena: “Uno de los factores que más ha incidido en la patogenia, es el compuesto hídrico, el agua. Aquí no teníamos acueducto. El anquilostoma y el cisticerco han sido parásitos que han hecho estragos para la población”. Apolinar Hoyos Fortich tuvo preferencia por la neurología. Abordó las entidades neurológicas bajo el concepto y modelo fisiopatológico, con el cual realizó extensas disertaciones. Fue diestro en realizar y exigir la realización exhaustiva de la valoración semiológica, como elemento central del ejercicio médico. Siempre tenía a la mano textos de fisiopatología, a los cuales se remitía con frecuencia. Criticó implacablemente en la séptima década del siglo XX, la presencia de disección anatómica de especies inferiores y la cátedra de anatomía comparativa dentro del programa de educación médica de la Universidad de la Cartagena; lo consideraba un acto intrascendente cuando era necesario incrementar los espacios académicos que favoreciesen la comprensión de la fisiopatología. Es recordado por su actividad docente en el aula y al lado del paciente, siempre señaló: “El médico tiene que untarse de paciente”. El método fisiopatológico en la Universidad de Cartagena se abordó y aplicó en el siglo XX, únicamente desde la docencia médica, tal cual sucedía en toda Latinoamérica. El método fisiopatológico se fue extendiendo por Colombia desde finales del siglo XIX, reemplazando al método anatomoclínico, también denominado pensamiento o mentalidad anatomoclínica, consistente en la correlación de los hallazgos anatómicos con los signos y síntomas correspondientes a una patología. Con esta propuesta asistencial y de educación médica, los órganos adquirieron relevancia y la enfermedad dejó de ser un fenómeno abstracto, mítico, religioso o tenebroso, para convertirse en una entidad concreta con bases científicas. La enfermedad fue liberada de las “sombras mágicas” que la rodeaban en siglos anteriores, para adquirir contextos biológicos. Muchos son los anatomistas que la historia tiene reseñados como aportantes al conocimiento preciso del cuerpo humano, muchos de ellos disecaron cadáveres en la clandestinidad, realizaron investigación para identificar estructuras, variantes y modificaciones orgánicas y explicar diversas alteraciones y situaciones mórbidas. En Latinoamérica el método anatomoclínico se desarrolló por medio de la docencia médica, que se encargó de transmitir los conocimientos fruto de los hallazgos realizados en Europa. Con el método fisiopatológico, los médicos fueron modificando sus discursos, así como las formas de ver y comprender las entidades nosológicas. En 1887, con la epidemia de fiebre tifoidea, el Hospital San Juan de Dios en Bogotá fue una de las primeras instituciones colombianas en liderar las prácticas experimentales con fines investigativos. Luego de pasar por el hospital, los médicos debían dirigirse al laboratorio para estudiar la etiología y fisiología de la fiebre entérica, así como la farmacología, utilizando animales como sujetos de experimentación. En 1897 la Revista Médica de Bogotá publicó un artículo de Pablo García Medina donde señalaba los planteamientos de Bernard y las limitaciones del método anatomoclínico. En el siglo XX llegaron los primeros microscopios alemanes a Colombia traídos desde París. Con el paso de las décadas las palabras experimentación, laboratorio, experimento e investigación fueron apareciendo dentro de los programas de todas las escuelas médicas. En la Universidad de Cartagena, así como en las demás instituciones de educación superior se implementaron las nuevas cátedras de Microbiología y Bacteriología. La electroencefalografía llegó a la Universidad de Cartagena y al Hospital Santa Clara en la década de los cincuenta del siglo XX, y fue usada específicamente para docencia y asistencia médica. La aplicación del modelo fisiopatológico acarreó modificaciones en la práctica médica con el abandono de la antigua escuela francesa. El pensamiento fisiopatológico orientó a los médicos a rumbos distintos del francés para su formación o perfeccionamiento. Estados Unidos se hizo atractivo por el desarrollo tecnológico y sus transformaciones económicas, políticas y militares que le permitieron situarse como potencia mundial. La escuela médica de la Universidad de Cartagena fue influenciada por la misión médica estadounidense que llegó a Colombia en 1948 con el objeto de intervenir la educación médica del país, generando un nuevo programa conforme a las recomendaciones que promulgaba el desarrollo de la investigación experimental en los laboratorios y el contacto temprano con los pacientes. En la Universidad de Cartagena han florecido profesores que han cumplido su papel docente, apropiados de corrientes que interpretaban una forma histórica de abordaje o de actitud médica, aunque posiblemente no tuvieron títulos específicos al respecto, varios merecen ser reconocidos como anatomistas, fisiólogos, laboratoristas o fisiopatólogos, de estos últimos, uno de ellos es Apolinar Hoyos Fortich. El presente texto hace parte de investigaciones realizadas por el SEMILLERO DE INVESTIGACION HISTORIOGRAFIA MEDICA CARTAGENERA (HISTORI-MED).


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