El Platanal de Bartolo: Más que una Salsa, Un Festival Popular de Cuba.
200 mejores orquestas salseras 19: Alfredo de La Fe.
Siempre, durante casi toda mi vida, estuve convencido que El Platanal de Bartolo era sólo una salsa de esas que ponen a levitar tu espíritu por la sabrosura de su ritmo, por la maestría de los músicos al interpretarla, por lo mucho que a uno le gusta y porque es una de las mejores canciones originales de la música cubana.
Sin embargo, al mejor estilo de Pedro Navajas y Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida” porque más allá de la canción hay toda una tradición cultural de un pueblo, considerado como uno de los mayores y mejores creadores de la música tropical y popular del mundo.
“A Gozar en el Platanal de Bartolo”, de acuerdo con la página electrónica de Radio Rebelde, el nombre original de la canción, fue creada por el músico cubano del Municipio San Luis: Electo Rosell (1907-1984) conocido como Chepín quien con sus Orquesta Oriental lo grabó en 1955, inspirado en un café de la Provincia Ciego de Ávila, café en cuyo patio había un platanal y en este un muñeco de nombre Bartolo.
Desde esa lejana fecha la canción de Chepín se convirtió en un éxito en todas las provincias cubanas y en diversas zonas surgió un “platanal de Bartolo”, disputándose, desde entonces, las comunidades la paternidad del festival, paternidad que hasta el justo momento de escribir estas notas continúa siendo motivo de controversia; sin embargo es en San Luis donde el Festival del Platanal de Bartolo todavía conserva su “fama nacional”, tal como dice la canción, realizándose cada año.
A los valiosos aportes anteriores hay que sumar estos que hace Gladys Guevara Dublín en el periódico virtual “Iré a Santiago”, en un artículo publicado en mayo del año 14 de este siglo.
“El evento que se realiza entre el 27 de mayo y el 1 de junio, escribe Gladys, pretende reconocer los aportes del campesinado sanluisero durante el año para dar alimentación a la población; allí se convocan toda una serie de creadores, de la mejor estirpe popular como son:
Grupos de música tradicional de pequeños formatos, artistas plásticos y artesanos, trovadores, treceros, repentistas, fotógrafos aficionados, jugadores de dominó, bailadores , rumberos, decimitas, gastronómicos, torcedores de tabacos, barrenderos, hayaqueros; todos en función de agasajar a las mujeres y los hombres que desde el campo contribuyen a la satisfacción de necesidades de buena parte de la población”.
Si bien es cierto que Chepín convirtió El Platanal en un éxito nacional, el gran sonero Ibrahim Ferrer, lo elevó a la cúspide del sabor.
Ibrahim Ferrer, es nada más y nada menos que el creador de uno de los proyectos artísticos más importantes del Caribe en su inmensidad cultural, como lo es el Buena Vista Social Club, el cual hizo la comunión de intérpretes inmortales de la isla desde 1998 como:
Omara Portuondo, Compay Segundo y Barbarito Torres, entre otros grandes, ganadores además de un Premio Grammy con este proyecto.
Más a las versiones anteriores del Platanal, le siguieron otras no menos importantes, sin fecha ni calendario, como las de Celia Cruz, de la Orquesta Ritmo África Cubana, cantando Felo Barrios, la del Septeto Son de Cuba, Charanga La Tapa, Pupy Legarreta y Alfredo de la Fe, acompañado de Néstor Torres, entre otras agrupaciones musicales.
Cada interpretación tiene lo suyo, es decir el estilo original de los músicos que la ejecutan y la voz reconocida de sus cantantes; incomparable es con ese sabor guarachero la versión de Celia, que también deja transpirar el sabor del son cubano a la par de la Orquesta Ritmo África.
No obstante, a mi gusto hay dos versiones con un muy buen sabor a salsa como son las de Pupy y de Alfredo de la Fe; la interpretación de Pupy con su charanga es deliciosa y una de las más conocidas en nuestro medio caribeño.
Sin embargo El Platanal de Bartolo de Alfredo de La Fe adquiere una connotación especial, que la destaca al interior de este grupo referenciado y la eleva a la categoría de la salsa brava que se transforma en una descarga de esas bien bravas que los amantes de esta música aprendimos a disfrutar desde los años 60 del siglo pasado.
Ahora en estos instantes que vivo de “melómano empedernido” escuchando El Platanal, siento que la magia del sabor celestial, se la pone el violín de Alfredo, y por supuesto los acordes de sus músicos acompañantes; de tal forma que si de escoger se trata, me quedo con esta versión, en calidad de una decisión muy personal, respetando los gustos de ustedes mis amigos y amigas lectores y lectoras, y obvio, sin restar méritos a las demás interpretaciones; por ello les invito a que escuchen estas y muchas otras versiones que hay de El Platanal y por favor me comuniquen la de su preferencia.
Dado el hecho que el objetivo de estas notas es recordar los mejores momentos vividos con la salsa en el pentagrama de nuestras vidas, les recuerdo que Alfredo de La Fe (nacido en1954 y vivito y coleando hasta la presente) es uno de los más virtuosos músicos cubanos de nuestros días y que también es nacionalizado en nuestro país Colombia.
Interprete de más 50 álbumes, de músico clásico pasó a salsero con la magia de su violín, dándose el lujo de acompañar con este a muchos de los grandes salseros del siglo pasado y del presente tales como Celia Cruz, Tito Puente, Eddie Palmieri, Rubén Blades, Héctor Lavoe y pare de contar, porque la vida de De la fe necesita más de 10 entregas para narrarla, pero prometo que en una próxima y cercana ocasión, me ocuparé de su obra completa.
Hoy, hay que reconocer que la Influencia del Platanal se extiende hasta nuestros días en la Fantástica Cartagena de Indias, con la presencia de un sitio dedicado al culto de la salsa con este mismo nombre y a cuyos mentores hay que reconocer que además del goce de la música y el baile que brindan a sus visitantes el establecimiento, está el Festival de orquestas salseras en plena realización en vivo y en directo y ese es un valioso apoyo para mantener con una vida vigorosa la música que nos hermana en el azul del Caribe tierra de playa brisa y mar, como en la vieja canción de Billos y otras interpretaciones caribeñas.
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