La malicia indígena, nefasta etiqueta……


La malicia indígena, nefasta etiqueta acuñada en el argot popular. Quizás por este estereotipo de palabrejas o simbolismos tienen sumida a la sociedad colombiana en un callejón sin salida respecto a sus niveles de corrupción. Toda la sociedad, bueno casi toda, y sus instituciones públicas y privadas están permeadas por el virus de la corrupción. No se salva nadie ni ninguno.

¿Desde cuándo se volvió corrupto el país? ¿Es una herencia de los españoles? ¿En todas partes del mundo la corrupción está presente? ¿Eran los indígenas corruptos? Son preguntas sin respuestas, pero lo único cierto es que vivimos en Colombia y no en Suecia ni en Uganda, por lo tanto tenemos que pensar a la colombiana para erradicar este flagelo que nos está llevando al abismo moral y ético.

Lo primero, la verdad o verdades siguen ocultas. Si Colombia hablara, sin miedo, sin temor, muchas verdades nos liberarían de la espantosa noche que estamos pasando. La malicia indígena, se convirtió en una “filosofía de vida”, no tenerla, nos convierte en bobos, pendejos, ingenuos, decentes y tenerla en avispados, sagaces, vivos, emprendedores, inteligentes, suspicaces, astutos.

Y lo segundo, la malicia indígena no es lo que la gente piensa. Es todo lo contrario, es un engaño, una trampa que hacen muchos para aprovecharse del otro. “El vivo vive del bobo”, reza el adagio. “Ganar de velocidad”, este carajo es “una hueva”, otro dicho popular. Al final envueltos en escándalos, investigados, detenidos, encarcelados y en algunas veces hasta muertos por pasarse de listos, por creer que el otro no sabe lo que hace.

Se dice todo esto, con el fin de encontrar un origen a nuestros males, a nuestros comportamientos. ¿Será que el modelo económico ha acelerado el comportamiento humano? La sociedad de consumo que somos, nos ha llevado a la conducta, “marica el último”. Vivimos como si estuviéramos en una selva, “sálvense quien pueda” -Corrupción, narcotráfico, violaciones, inseguridad, muertes violentas, etc., es el pan de cada día-

La etiqueta, el modelo de la malicia indígena casi siempre tiene un final trágico o funesto. Tan dura es la realidad cuando aparece la verdad, que todo se desvanece en un santiamén. Todo lo que se consiguió con engaños y mentiras se deshace como por arte de magia, y muchos en esos momentos recurren a la misericordia de Dios. Aquí aparece la lapidaria frase bíblica, “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre al reino de los cielos”.


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