A mi gusto, uno de los mayores placeres terrenales que puede experimentar un escritor es narrar sobre el pentagrama de su vida y des cubrir que sus escritos sobre los músicos protagonistas de  canciones y melodías inolvidables están relacionados con sus vivencias personales, tal como ocurre con este melómano empedernido, con sucesos  ligados a la historia musical del Maestro Rufo Garrido.
En esa trama que nos teje la vida figura Fernando Carrillo el intérprete de la segunda trompeta de la orquesta del  compositor  y saxofonista   cartagenero, siendo el primero mi vecino durante más de 10 años en Turbaco, cuya “carretera Nueva”, la Troncal de Occidente hoy se engalanaba con las notas que cada tarde sacaba a su inseparable instrumento musical, provocando en niños y adultos la natural atención y el embeleso que hacía surgir su arte cuando sonaban las notas de una canción conocida.
El señor Fernando, tal como lo llamaba cuando era yo un muchacho de siete años fue el responsable que la mesa de fritos costeños de su mujer Luz María  se convirtiera  cada mañana en el tertuliadero de los músicos de Rufo y en especial del también Maestro del canto Tropical: Crescencio Camacho, voz líder de la orquesta.
Allí en la terraza de mi casa, con la presencia de mi papá Rafael y mi mamá Rosa Isabel se vivían las escenas del Macondo que nos cuenta nuestro premio Nobel, cuando en medio del consumo de  deliciosos pocillos de tinto, la imbatible arepa de huevo, los buñuelos de fríjol y de maíz viche, la carimañola de yuca: de queso y  carne, la arepita de dulce y anís, las empanadas de queso y  carne, el patacón y las deliciosas roscas de yuca, recubiertas de azúcar: los olvidados pícaros, se montaban ideas sobre nuevas canciones y se criticaba el buen o mal desempeño que tuvo la orquesta X, el día X, cuando tocó por ejemplo el día del matrimonio de la hija de mi maestra de la  inolvidable escuela de  banquito, por donde pasaron miles de mis  paisanos  caribeños contemporáneos.
Es este el sitio de la calle Real de Turbaco, identificada hoy con un nombre que ofende la memoria histórica, donde cada mañana llegaba Goya, la bailarina andariega del Caribe a brindarnos sus artes de danza popular  acompañada  de gaitas, cumbias y porros de ese entonces de los primeros años de la década del 50.
Hoy, pienso, que tal vez fue Goya la musa que inspiró “Las Cosas de Goya”, canción Festiva que para siempre nos regalaron la violina de Julián Machado y la voz inmortal del gran Maestro Lucho Pérez, vocal líder de La Sonora Dinamita , orquesta que empoderó la cumbia colombiana, en nuestro hoy adolorido hermano pueblo mejicano.
Ahora evoco con más precisión que es Goya la musa sospechada pues estos nebulosos años en mi memoria fueron aquellos cuando la selección campeona mundial de béisbol de Colombia se alojaba en el hotel y restaurante “El Volcán” en Turbaco, el cual se incendió siendo propietaria mi tía Cristiana Elles G.
Fue entrañable la amistad que unió a mi familia Elles Gambìn y Elles Quintana con el Maestro Fernando Carrillo, amistad que perdura hasta hoy  con algunos de sus hijos, músicos también; sin embargo, difíciles circunstancias de la vida, que luego se transformaron en bendiciones de Dios Y Cristo Jesús nos condujeron hacia esta mágica ciudad, bajo la protección de la Virgen de la Candelaria   de La Popa, pues nos ubicamos mi familia y yo en Las Delicias, situado en las plenas faldas del cerro sagrado de la patrona cartagenera.
Allí en las faldas de La Popa, divisando a diario las aguas de la Ciénaga de La Virgen, y viendo como cada día en nombre de la pobreza y de los invasores de cuello blanco se talaban los manglares y se invadía su propio lecho, en los primeros años de la década del 60, (con más exactitud  1962) allí , sacando avante a su familia , me encontré con el Maestro Dionisio Páez , el Célebre autor de “No Vales Nada” interpretada  e internacionalizada por los Betos: Villa y Zabaleta y por  Pupy Legarreta y Johnny Pacheco.
El Maestro Dionisio fue compositor, actor y albañil,  y pronto, en mi juventud me distinguió con su amistad y acompañamiento en las obras de mejoramiento ambiental que realizamos en el Barrio  las Delicias de La Esperanza en la primera mitad de la década de los años 70 del siglo pasado.
Autor de más de 100 canciones, una de las cuales fue ejecutada  en una película mejicana, de la cual jamás  recibió el reconocimiento de su derecho de autor y mucho menos regalía alguna, grabó con Rufo Garrido “Ten con Ten”.
Hoy cuando la encuentro en el disco compacto Historia Musical de Rufo Garrido, evoco las largas conversaciones con el Maestro acerca de sus derechos de autor y recuerdo de manera nítida las respuestas que medio  en una entrevista para “El Diario de La Costa “en esos imprecisos años 70.
Ten con Ten es una canción de letra sencilla hecha a ritmo de parranda, que invita al baile desde el primer acorde de  la orquesta, la cual se luce con  la  alegría que le imprimen las trompetas,  los timbales, el saxo de Rufo y la voz festiva  de Tony Zúñiga, otra voz líder de la orquesta y del Caribe Colombiano que dice así:
Se enamoró Ten con Ten de la Señora  Belén
  y ella le contestó que no lo podía aceptar…
El famoso ten conten siguió detrás de Belén
  hasta que la conquistó, y  todo quedó muy bien…
Así, la vida continuó rauda y dura: mis aspiraciones me condujeron hacia Barranquilla directo a la ruta musical  de Rufo Garrido pues mi residencia estudiantil se diò en el Barrio  San Felipe, cuya vecindad la une la famosa carrera 21.Allì en la  21  a cuatro cuadras de mi casa estaba  el inolvidable salón  carnavalero Mi kiosquito.
Fue desde este sitio que Rufo se ganó  desde los años 60 hasta el presente, el corazón y la admiración  de los barranquilleros quienes lo consideran su héroe musical, junto con Aníbal Velásquez y Lucho Pérez quienes también se hicieron grandes  en esta sala de baile y sitio de otras diversiones.
Hoy, cuando viajo a Barranquilla, a visitar a mis nietas Alejandra y Valentina y por supuesto a mis hijas Rosa Margarita y Sindy Johana, recuerdo con nostalgia , al paso por Mi kiosquito, sus tiempos de oro, la época de la decadencia cuando a diario lo veía  durante los años 70 al 73 del siglo pasado  al verlo convertido en un conjunto residencial, sospecho al escribir estas notas hechas con la sola intencionalidad  de recordar mejores tiempos vividos al son de las notas  del pentagrama de nuestras vidas en esta oportunidad al acorde de la orquesta del Gran MaestroRufo Garrido cuya historia musical continúa en la próxima entrega.
Con los afectos de siempre: uellesq.
