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Más de 60 años de publicado cumplirá este año el trabajo discográfico “Fiesta y corraleja Vol.1” que grabó en los estudios Fuentes, de Cartagena, la agrupación “Pedro Laza y sus pelayeros”.
Sobre la suerte de esa producción, una vez salió al mercado, existen versiones encontradas. Unas dicen que fue concebida como un homenaje a las corralejas taurinas que aún se celebran en municipios de la costa Caribe colombiana, otras que se hizo pensando en las fiestas de Cartagena y en los carnavales de Barranquilla.
Finalmente se convirtió en algo así como la banda sonora de las fiestas novembrinas de la Ciudad Heroica.
Después de medio de siglo de existencia, “Fiesta y corraleja Vol.1” sigue siendo una referencia obligada no sólo en la programación de las estaciones radiales, sino en las fiestas particulares y en los bailes públicos que surgen alrededor de las fiestas de noviembre.
El disco, instrumental en su totalidad, recoge los aires musicales costeños que hacían furor en la década de los 50, mediante piezas como los fandangos El mochilero, de Edrulfo Polo; El zorro, Pie pelúo; y Mi aguinaldo.
Los porros Sin breque, de Rufo Garrido; El guarumo, El guayuyo, El chivo mono y El iguano, de Edrulfo Polo; Cara e piedra, de Rufo Garrido; y El barraquete, de J.C. Altamiranda; y la cumbia La papera, de Clímaco Sarmiento.
Estas eran composiciones de los músicos que participaron en esa grabación o que eventualmente eran llamados por Pedro Laza para que integraran alguna de las empresas discográficas que ideaba Antonio Fuentes con “Los pelayeros”, como se le conoce cariñosamente al grupo.
Algunos aficionados consideran que “Pedro Laza y sus pelayeros” era algo así como “La Fania All Star del porro”. Por ella pasaron los mejores músicos folclóricos de la época, quienes se encargaron de sacar el porro del enclaustramiento en que se encontraba.
Según Manuel “El tíbiri” García Barcasnegras, quien hizo las veces de segunda trompeta en “Fiesta y corraleja Vol.1”, este fue concebido desde el principio como un disco de larga duración que contendría doce piezas instrumentales, que se practicaban en la mañana en el barrio Escallón Villa, en la casa del saxofonista Rufo Garrido; y se grababan en la tarde en los estudios de Antonio Fuentes, en Manga.
“El tíbiri”, de 80 años, y natural de Soplaviento (Bolívar), asegura que la grabación completa duró dos días y que pudo haber salido al mercado mucho antes de noviembre, entre 1954 y 1955, pues la idea de Antonio Fuentes era que el público se fuera acostumbrando a escucharlo desde antes de las fiestas.
Sin embargo, asegura el trompetista, el disco pasó desapercibido en las fiestas, por lo cual la agrupación sólo vino a estrenarlo en los carnavales barranquilleros de 1955, en un sitio conocido como “Mi Kiosquito”.
“Los cartageneros que fueron ese año al carnaval —asegura ‘El tíbiri’— escucharon por primera vez esos temas, les gustaron y empezaron a comprar el Long Play. Entonces, se lo trajeron para Cartagena y fue cuando se convirtió en el himno de las fiestas de noviembre”.
García Barcasnegras también afirma que las grabaciones se hicieron en el mismo orden en que aparecen en las dos caras del larga duración:
Lado A: El mochilero, Sin breque, El zorro, El guarumo, Pie pelúo y El guayuyo.
Lado B: El chivo mono, El iguano, Mi aguinaldo, Cara e piedra, La papera y El barraquete.
Los músicos que participaron, de acuerdo con lo que recuerda “El tíbiri”, fueron Rufo Garrido, en el saxofón tenor; Nicolás de Ávila y César Quiñones en el saxo alto; Pedro Laza en el contrabajo; “Matamba” Márquez en los timbales; Tony Zúñiga en las maracas y guapirreos o gritos de monte; Edrulfo Polo en la primera trompeta; Manuel “El tíbiri” García, en la segunda trompeta; y Crecensio Camacho en los gritos de monte.
Anota “El tíbiri” García que muchos de los cortes del LP, al momento de ser escritos por sus respectivos compositores, recibieron nombres diferentes a los que tienen ahora, pero en cuanto iban siendo grabados, Antonio Fuentes se los cambiaba por vocablos que resultaran más comerciales y más cercanos al ambiente de las corralejas de la Costa.
Por la grabación de este trabajo, que se hizo con un solo micrófono, dice “El tíbiri” que cada músico recibió 12.000 pesos como pago y que los primero cortes que pegaron fueron Pie pelúo, Mi aguinaldo y El mochilero.
“Creo que la razón para que ese LP se haya convertido en el himno de las fiestas novembrinas, estriba en que los temas fueron muy bien escogidos, los músicos que participaron éramos de lo mejor que había en Cartagena en ese momento. Por eso las emisoras se dedicaron a difundirlo fuertemente, no sólo en noviembre sino durante todo el año 55”, opina ‘El tíbiri’.
En la carátula más antigua de ese LP está la imagen de una corraleja pueblerina con un solo palco lleno de niños y adultos, mientras en la arena se ve una multitud de hombres luciendo sombreros vueltiaos, sombreros aguadeños, pantalones kakis y camisas del mismo material.
La gráfica fue tomada en las fiestas patronales de Arjona.
En el libro “Personajes y episodios de la canción popular”, del locutor barranquillero Álvaro Ruiz Hernández, el autor coincide con Manuel “El tíbiri” García en que los primeros temas de “Fiesta y corraleja Vol.1” que empezaron a pegarse fueron Pie pelúo, Mi aguinaldo y El mochilero, que llamaron la atención del público desde diciembre de 1954.
Hicieron furor en los carnavales barranquilleros de 1955 y se quedaron sintonizados hasta las fiestas novembrinas de ese mismo año.
En algunos apartes del mismo libro, el autor deja entrever que, contrario a lo que afirma “El tíbiri” García, la grabación no fue concebida desde el principio como un LP, sino que salió al mercado en discos de 78 revoluciones por minuto.
Por su parte, el docente e investigador cartagenero, Émery Barrios, considera que el disco sí fue planeado desde el principio como un LP.
“Y prueba de ello es la unidad sonora que el LP sostiene desde el primero hasta el último corte, característica de la que carece el disco ‘Fiesta y corraleja Vol.2’, el cual (y desconozco las razones que tuvo la compañía Fuentes) no es más que una recopilación de temas que fueron grabados en diferentes momentos y con diferentes músicos e instrumentos. Es más, algunos cortes no pertenecen a ‘Pedro Laza y sus pelayeros’, dato en el que la disquera Fuentes no fue suficientemente honesta. Por lo tanto, el disco en cuestión carece de la unidad sonora del volumen 1, pero esta es otra historia”.
Barrios estima que la principal razón para que “Fiesta y corraleja Vol.1” permanezca en el ambiente novembrino de Cartagena reside en el objetivo que se trazaron sus productores desde antes de iniciar la grabación.
“En primera instancia Antonio Fuentes quería que el disco sonara como si el oyente tuviera una banda en vivo en su propia casa, además de que los temas fueron escogidos para que se produjera un LP esencialmente bailable. Y esa es la razón del jolgorio, la alegría y hasta el sentimiento que invitan a bailar a lo largo del disco”, subraya Barrios.
Una de las características más relevantes del LP es la presencia de siete cortes revestidos de melodías sumamente sentimentales y hasta desgarradoras, aunque la procacidad de sus títulos haga pensar en otra cosa.
Resulta un poco chocante para el oyente que ejecuciones tan excelsas y emotivas padezcan nombres como El cariseco, El barraquete, El chivo mono, El iguano, Sin breque, El guarumo y Cara e piedra.
Al respecto, en una de las últimas ediciones de “Fiesta y corraleja Vol.1” que la disquera Fuentes lanzó al mercado en formato de disco compacto, puede leerse una reseña de la musicóloga Ofelia Peláez, según la cual El barraquete y El chivo mono eran los nombres de dos toros criollos “... que fueron orgullo de su raza y por su bravura fueron muy temidos por los manteros”.
Esto último corroboraría las versiones según las cuales el LP fue concebido desde el principio como un homenaje a las corralejas, lo que también es ratificado por Javier Laza Murillo, uno de los hijos del desaparecido maestro Pedro Laza.
Laza Murillo se encuentra entre quienes afirman que, en un principio, no se trató de un LP propiamente dicho, sino de la recopilación de doce discos de 78 r.p.m. que fueron publicándose durante 1954 y 1955.
“Muchos de los títulos de esos cortes —explica Laza Murillo— eran nombres de toros famosos o de haciendas pertenecientes a prestigiosos ganaderos costeños. Algunos de esos temas se iban creando según las fechas y lugares de las fiestas patronales que se organizaban en pueblos importantes de la costa. Como se ve, la intención era conquistar el mercado de la región, exaltando sus aires musicales más queridos”.
De paso, Javier Laza aclara que el único de los doce temas que no recibió nombre de toro o de hacienda es Pie pelúo, pieza que se le atribuye al clarinetista soplavientero Clímaco Sarmiento, quien en alguna ocasión contó que se trata del apodo de una amiga suya, quien tenía un lunar con varios bellos en uno de sus pies.
Laza, contradiciendo un poco a Manuel “El tíbiri” García, afirma que los guapirreos y gritos de monte que se escuchan al fondo de la grabación no son de Tony Zúñiga ni de Crecencio Camacho, sino de los hermanos Taborda, dos percusionistas que frecuentemente alternaban las tumbadoras y los timbales.
“Ese disco se volvió símbolo de las fiestas novembrinas —remata Laza—, por su variedad, su ejecución y porque, definitivamente, no había en Cartagena una agrupación con la misma calidad de ‘Pedro Laza y sus pelayeros’”.
APUNTES APARTE
— Edrulfo Polo, primera trompeta de “Los pelayeros”, es considerado por algunos estudiosos como el “Louis Armstrong” y el “Alejando Vivar” de la música costeña. Se dice que sus grabaciones nada tienen que envidiarle a los discos de salsa que llegaron a Colombia durante esos años. Lo apodaban “El triata”, dada su habilidad para ejecutar tres notas y hasta cinco en el mismo tiempo. Óigase el tema Pie pelúo.
—El saxofonista Rufo Garrido es considerado el genio de “Los pelayeros”. Se dice que no sabía escribir partituras, pero inventó un sistema de símbolos propios con los que creaba sus arreglos. Muchos consideran que en “Fiesta y corraleja Vol.1” está el espíritu de Garrido, de principio a fin.
— Aún no es claro si la totalidad de los cortes que aparecen en “Fiesta y corraleja Vol.1” también tienen letras, pero hasta el momento se sabe que Pie pelúo es el único que la tiene.
—Aún se desconoce cuántas copias ha vendido durante todos estos años “Fiesta y corraleja Vol.1”. Y mucho menos, cuánto han recibido sus ejecutores, sus compositores y herederos.