Generalmente cuando las olas golpean fuertemente los espolones que rodean una de las zonas más bellas de nuestra ciudad, de inmediato sabemos que hay Mar de Leva. La bandera roja nos indica que el oleaje está tan fuerte que debemos tener precaución o que definitivamente debemos pensarlo dos veces antes de meternos al mar. Mar de Leva es un homenaje al cartagenerismo que llevo por dentro. Y es que, costeño que se respete, lleva el Mar de Leva en la sangre.
La intención de este blog, en el que emocionadamente escribo a partir de hoy, es abrir un espacio de reflexión sobre algunos temas que en ocasiones no tienen la suficiente profundidad, que no son mencionados o que pasan desapercibidos en los medios de comunicación y en nuestras conversaciones diarias. Temas como Periodismo, salud, infancia y adolescencia son algunos de ellos. Son temas álgidos, que deberían llamar toda nuestra atención, así como la bandera roja.
Tenemos tantas cosas que decir, que comenzaré aplaudiendo la iniciativa de la Procuraduría General de la Nación de reunir a tantos actores alrededor de la Explotación Sexual Infantil y firmar un acuerdo que permita protegerlos. Es que 20.000 niños, niñas y adolescentes anualmente en Colombia sufren de violencia, llámese abuso sexual, explotación laboral, maltrato infantil, debe alarmarnos e impulsarnos a poner “Ojos en todas partes” o creer que “La Muralla soy yo”. Ojalá que ello no se quede en una hoja de papel, que la justicia sea consecuente y que todos seamos responsables de lo que nos corresponde desde la denuncia.
También aprovecho para mencionar que hace poco encontré en las redes sociales de un portal periodístico de la ciudad, una nota donde pedían donaciones para un niño que se encontraba en una UCI muy reconocida de la ciudad. Lo grave es que en la fotografía que usan, el niño aparece con sus ojitos cerrados, intubado y en total estado de vulnerabilidad. Tuve la oportunidad de conversar con la periodista que expuso el caso y manifestarle que los derechos del niño estaban siendo vulnerados. Su respuesta fue directa y concisa: “tengo el permiso de la mamá”. Le insistí y me dijo que hablaría con su jefe. Diez minutos después, me contestó que había hablado con el jefe y que no la quitarían porque “ya tenían muchos likes y compartidos”. Colgué, muy triste. Busqué ayuda, pero al parecer poco se podía hacer, además de enviar un oficio donde ellos se comprometieran a quitarla. Su mamá, quien dio el permiso, no decía nada, ni sí ni no. En mi impresión, era como si la donación fuera más importante que el niño.
Nosotros como comunicadores y/o periodistas tenemos una gran responsabilidad ética y profesional. Nuestro trabajo exige leer los códigos, leyes, normas, que están por encima, inclusive, del permiso del padre o la madre. A este niño lo protege el artículo 47 de la Ley 1098 de 2006 que dice: “abstenerse de realizar transmisiones o publicaciones que atenten contra la integridad moral, psíquica o física de los menores, que inciten a la violencia o que hagan apología de hechos delictivos o contravenciones, o que contengan descripciones morbosas o pornográficas”. Aún estamos en el proceso, sin embargo, pasan los días y aún se sigue compartiendo, como una mercancía al libre albedrío.
Espero que este espacio sirva y sea útil para abrir más y más espacios de reflexión, así como el Mar de Leva nos pide estar alertas antes de entrar al mar, así debemos estarlo para los temas de ciudad. ¡Gracias por leer!