"La vida es un ratico", canta Juanes.
Un ratico puede ser un instante eterno, puede ser un beso de un segundo que enamore hasta la muerte; o un grito desesperado que acabe una relación cariñosa con la pareja. Un ratico es lo que en un abrir y cerrar de ojos cambia el rumbo de un proyecto, un ratico puede ser una bendición... o un pecado.
Un ratico es lo que duran los alcaldes en Cartagena, un ratico es lo que pueden durar las personas para ir a votar pero prefieren quedarse un ratico durmiendo y no lo hacen. Sin embargo, se quejan luego de a raticos, hasta del PAE y la mae.
Hay raticos que confunden, sobre todo esos raticos inundados por la euforia. ¿Recuerdan a Isaac Castillo Maturana? El popular Escobita que mientras trabajaba recogiendo todos los tarros de espuma y basura que tiraba la gente a la calle durante el Desfile de la Independencia en noviembre del año pasado, decidió parar un ratico sus labores para sumarse al jolgorio.
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Con escoba en mano empezó a tirar pases en medio de un grupo de jóvenes que lo aplaudían y lo grababan con un celular. Fue solo un ratico el tiempo que pasó para que se hiciera viral en todas las redes sociales la alegría de Isaac. Lo que nunca imaginó fue que ese video llegara a la vista de sus jefes, y que con ese comportamiento tirara a la basura todo el tiempo de trabajo que había dedicado a la empresa: lo despidieron. Ahora, de la calle pasemos al quirófano. En marzo de 2017 también se multiplicó como pan caliente el video de un grupo de enfermeras que bailaba, también música novembrina, alrededor de una paciente que estaba acostada y sedada, en la Clínica Santa Cruz de Bocagrande. Se veían alegres como el Escobita en su momento, hasta que, nuevamente, la indignación de las redes sociales llegó hasta las directivas del hospital, quienes decidieron desvincular "a cinco trabajadores por acciones que atentan contra la dignidad del paciente, violando los protocolos, políticas principios y valores institucionales, enfocados en la calidad y humanización del servicio”.
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Finalmente, y en un ratico, salgamos de Bocagrande para meternos en la cárcel de San Diego. Es 21 de septiembre de 2018 y se escucha música en el penal porque se celebra la fiesta de la Virgen de las Mercedes. Las internas, varias de ellas candidatas del reinado que se hace todos los años, disfrutan de un rato de esparcimiento. La mayoría son asesoradas en pasarela por Liliana Campos, a la que las autoridades han llamado la Madame, acusada de liderar una red de trata de personas con fines de prostitución.
Ella parecía ser el centro de atención, los periodistas la entrevistaron; también se subió a la tarima a bailar salsa con el cantante Eddy Jay, las candidatas mientras desfilaban la miraban para saber si iban bien o no en la pasarela. Todo transcurría normal hasta que una reportera gráfica de El Heraldo la observa junto al entonces director de Distriseguridad. Mientras él levantaba su brazo derecho y sonreía para tomarse una selfi con Liliana, la fotógrafa desde el otro lado también disparaba de inmediato su cámara.
Aunque se publicó al día siguiente en la prensa, lo que se disparó tarde fue la acostumbrada indignación en redes sociales, cuando dieciocho días después, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez rechazó esa selfi con un par de trinos. El fiscal General, Néstor Humberto Martínez, también exigió respuestas sobre ese comportamiento al alcalde (e) Pedrito Pereira. Al hoy exfuncionario no le quedó de otra que presentar su renuncia, que fue aceptada por el mandatario.
Los tres casos son distintos, en escenarios diferentes. Compararlos puede resultar ilógico, pero lo hago porque tienen un mismo principio y final. La "alegría" de un ratico terminó en decisiones inesperadas para los protagonistas. Los tres casos también terminaron en redes sociales, donde en un ratico podemos pasar del cielo al infierno.
Pensar solo un ratico antes de cualquier acción, seguramente nos evitaría (me incluyo) muchas embarradas en un mundo que cambia con tan solo hacer clic.