Un apodo para Helena.


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Helena, está emocionada, ha terminado primer su libro y ahora quiere firmarlo. Ya puso la palabra “fin” y ahora quiere publicarlo, pero no puede hacerlo, no como ella quisiera, no puede poner su nombre y declarar públicamente la autoría de su propia obra, si lo hace, estarían en graves problemas ella y su familia. Su apellido es Strauss, un apellido de origen alemán, el mismo apellido del compositor Johann Strauss II, autor del vals Danubio Azul.

Helena, quiere publicar su libro, está decidida a hacerlo, así que tiene que tomar un camino alterno que a ella no le gusta pero que resulta lo más “conveniente” para ella, su familia, y la sociedad en la que le tocó vivir. Los “hombres” que controlan el mercado editorial de su ciudad, no permiten que las mujeres publiquen libremente sus libros, les tienen el acceso a este mundo vetado.

“Según un análisis llevado a cabo por la novelista Nicola Griffith las mujeres tienen menos posibilidades de ganar premios literarios, algo que ocurre con al menos seis de los más grandes premios. Julieanne Lamond, de la Universidad Nacional de Australia, y Melinda Harvey, de la Universidad de Monash, por su parte, realizaron un estudio en el que se demostraba que la crítica literaria no trata por igual a hombres y mujeres”.

Helena, sale de su casa, con el manuscrito entre sus brazos, abrazándolo contra su cuerpo, y busca un lugar conocido para poder pensar en cómo hacer para publicarlo. Aunque la verdad, no hay mucho que pensar, lo único que puede hacer es publicarlo con un seudónimo, o un apodo, un alias que le permita a su obra ver los ojos del mundo, y que los ojos del mundo lo lean.

Se sienta en una banca del parque, saca una bolsita con comida para las palomas, y mientras la tira sobre el piso piensa en la primera posibilidad que tiene para firmar su libro. H. Strauss, podría ser, la H no necesariamente quiere decir que se trate de una mujer, podría ser H de Horacio, o Humberto, el problema es que en su ciudad no hay escritores hombres cuyo nombre empiece por H, pero también se trata de una primera novela, entonces, los editores podrían pensar que se trata de un autor novel cuyo nombre empieza por H.

"La esposa era la responsable del mundo doméstico, de la puerta de la casa adentro. Muchas de ellas no tenían ni siquiera acceso a la educación formal, y toda mujer que tuviera algún tipo de ambición era un punto fuera de la curva". Las mujeres que deseaban ser escritoras publicaban con pseudónimos o incluso anónimamente, a partir del siglo XVIII. La más famosa de ellas es la inglesa Jane Austen. La portada de su primera novela, "Orgullo y prejuicio", sólo dice: "Una novela en tres partes escrita por una dama".

La otra opción que contempla Helena es la de firmar con una palabra o un nombre completamente distinto y que no tenga nada que ver con su nombre verdadero para no levantar ningún tipo de sospecha. Algo corto, puntual, pero que vislumbre algún significado. Entonces Helena piensa en sus gustos, en sus pasiones, en sus amores, y desamores, en sus metas, sueños, temores, y logros para mezclarlos en una sola palabra y que así, al menos, su libro quede firmado por algo que la represente. A Helena le gustan los gatos, que tal si lo firma como Lady Cat, o la Dama de los Gatos. También le gusta el verano y los días cálidos, podría llamarse entonces Summer Girl, o Lady Summer, pero esos seudónimos se le antojan demasiado corrientes y hasta exóticos, muy contrarios a su personalidad. Debe seguir pensando en otra palabra o palabras, algo que realmente la identifique.  

"La historia occidental es principalmente de autoridad masculina, por lo que las mujeres empezaron a usar nombres ambiguos o directamente masculinos. Eso hicieron las hermanas británicas Charlotte, Emily y Anne Brontë (Emily es la autora de "Cumbres borrascosas" y Charlotte, de "Jane Eyre"), quienes publicaron sus libros con los nombres de Currer, Ellis y Acton Bell, respectivamente”.

Con el ocaso del día, y muy a su pesar, y con el alma acongojada y la lágrima a flor de piel decide firmar su libro con el nombre de su padre. August Strauss, es lo mejor, así solo tendrá que soportar la furia de su padre cuando se entere, si es que su libro llega a tener éxito. Toma el manuscrito, escribe el nombre de su padre con su pluma, lo forra con papel crepé, y lo vuelve a marcar con el nombre de su padre. De: August Strauss. Para: Smith & Clyne Publishers. Una vez termina, lo lleva a la oficina de correos. Cuando el encargado de la oficina le pregunta sobre el contenido, ella, con una voz fingida, le responde que es un libro, un bello libro sobre amor, y aventuras que ha escrito su padre, y que ella, solo está allí para hacerle el favor de enviarlo por correo.

C.J. Torres

 


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