Alberto

Alberto Abello


Alberto Abello era fino y exquisito como un príncipe del renacimiento italiano, era un auténtico y real aristócrata del espíritu, y enlazar la majadera palabra aristócrata con la inefable "espíritu" sólo es posible aplicarla en él con propiedad, caballero perfecto, el era en sí mismo como una obra de arte, un caballero de verdad, amigo leal, entrañable.

No fuí íntima suya, lo quise y admiré por intermedio de amigos de mi alma que lo amaban, viví siempre de forma paralela a su destino, en la misma dirección, pero sin cruzarnos con frecuencia.

Recuerdo con cariño a su hermanito José, un niño especial que era artista plástico, y quién fue amado y educado con una devoción que solo observar sacaba lágrimas de emoción. Siendo yo estudiante en Bellas Artes recuerdo haberme sentado al lado de José Abello que esperaba muy juicioso en una banca que vinieran por él. Me miró y me dijo: "Estoy esperando al chofer que mi hermano paga para mí, mi hermano me ama mucho y trabaja mucho mucho para pagarme un chofer".

 
Alberto fue un gran amor y una gran alegría del primer gran amigo y hermano que tuve en mi vida: Carlos Ospina Bozzi. Fue el mejor amigo y compadre del turco más divino que pisó estas tierras: Jorge García Usta. Fue hermano y carnal de Rómulo Bustos Aguirre, el único padre que he tenido en mi vida. Fue cofundador y participe de todo lo inteligente, bueno, sensato y noble que hubo en Cartagena y la Costa Caribe en los ùltimos 30 años. Primo hermano y compañero de mil batallas de Jaime Abello Banfi, emperador del periodismo al que suelo enfadar con mi lengua viperina.

Que los buenos se vayan de primero, es signo inequívoco del fin de los tiempos. Se van los buenos de primero, se les libera del peso de la carne, de la fatuidad del mundo, de todo lo falso e innecesario que los humanos le adicionamos a la vida.

Ante el vacío de una muerte tan terrible para este país tan necesitado de sensatez, palabras inteligentes y decisiones correctas, solo me consuela pensar en el feliz y maravilloso encuentro con Jorge García Usta, ese par de genios deben estar dichosos de reencontrarse, y segura estoy, Jorge lo guia jubiloso por esa pradera de música y poesía donde todo cobra sentido, donde no hay oscuridad.


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