Por: Carlos Darío Rodríguez Redondo.
“Si pudiera, me cambiaría el nombre a “esperanza”, esas fueron las palabras de un amigo en la población de la Pascuala, corregimiento de Magangué. Esas palabras, resumen todo el sentir de un pueblo, todo el sentir de los habitantes de la capital de los ríos. Nuestro municipio, lleva mucho tiempo en la desidia, Magangué lastimosamente se ha quedado en el siglo XX, parece que viviéramos en un periodo de tiempo donde el avanzar no está en nuestros planes.
Creo que todos estamos como Raúl, esperanzados de que el siglo XXI nos toque, de que podamos ver un cambio; no queremos que nos vengan con cuentos chimbos, dónde podamos perder lo único que nos queda “la esperanza”. Estoy convencido que llegó el momento del verdadero cambio, con gestión, trabajo y compromiso, podemos cambiar a Magangué y sacarla del atolladero en que se encuentra. Somos un pueblo que merece algo mejor y no más de lo mismo, somos un pueblo que necesita que se interesen por nosotros; por el de a pie, por el que se ensucia de barro y le llega el agua a la rodillas cuando caen tres góticas.
Todos queremos una Magangué que brille por si sola, queremos una Magangué donde solo nos quejemos del calor y qué problema, con eso basta y sobra. ¡Ojo! Magangué está en nuestras manos, debemos apostarle a proyectos jóvenes e innovadores, proyectos donde se piense en Magangué como ciudad, para ver crecer generaciones, y que esas generaciones no quieran emigrar porque aquí, no hay nada que ofrecerles.
Soy un soñador con los pies en la tierra, soy de los que ama a Magangué de verdad, soy de los que se conmueve cuando veo a mis paisanos pasar necesidades, soy de esos que habla de esta tierra y se enorgullece cuando digo que nací en este municipio. Ojalá, la vida me diera vida, para trabajar por esta tierra que tanto quiero, por esta tierra que me vio nacer y que en un tiempo muy lejano me vera fallecer, pero con la condición que en el epitafio diga: este hombre se moría por Magangué.
@cdariorodriguez
