Por: Carlos Dario Rodriguez Redondo
Este artículo, fácilmente se pudo haber llamado; "Los niños y su triste realidad”, pero lastimosamente así lo visionan. Hace unos días, coincidimos con unos niños; en el camino, les preguntamos; "¿qué querían ser cuando grandes?" Uno respondió que abogado, otro que policía, otro que soldado pero la respuesta de un niño en particular me llamó mucho la atención y me puso a replantear si todo lo que estamos haciendo por el futuro de nuestros niños está bien encaminado o estamos fallando en el intento de crear todas las condiciones para que sean ese futuro prometedor que tanto anhelamos.
Al hacerle la pregunta a ese niño, respondió, que, él no quería ser nada cuando grande y al contra preguntar ¿por qué no quería ser nada en la vida? dijo; que no sabía si lo iban a matar, lo dijo de una forma muy natural y espontánea. Lo que me hace pensar que a pesar de ser muy niños, saben en las condiciones en que viven, que están expuestos a una bala perdida o pueden caer en medio de una riña. Lastimosamente no estamos haciendo mucho por cambiar eso, los niños están viendo que la vida fácil, muchas veces, es rentable, pero a la vez conscientes que pueden caer presos o en el peor de los casos, pueden terminar muertos.
Ojalá, podamos cambiar el rumbo a esas vidas, y Magangué pueda salir de este atolladero social en el que nos encontramos, para que estos niños en 5 años, sueñen con ser médicos, ingenieros o por qué no? ser el alcalde de este municipio, para así soñar con una Magangué diferente.
Suspiro al escribir esta columna, porque me conmuevo fácilmente con esas comunidades que viven bajo el abandono del estado y sus gobernantes, pero la culpa no solo es de ellos, porque nosotros como sociedad, muchas veces le damos la espalda a esa población que tantos nos necesitan.
Trabajemos para que esta sociedad contaminada y olvidada, vuelva a soñar, sueñen como tú y como yo, para demostrarles que vale la pena ilusionarse y de esa forma Jorge deje de pensar que no va a cumplir su más grande anhelo como es el de ser una estrella del fútbol profesional.
¡Vale la pena, soñar!