Nairo Quintana  19ème étape: Saint-Jean-de-Maurienne/La Toussuire

En clave de cicla


Julio es el mes que de un tiempo para acá sitúa a todos los colombianos en frente de un televisor a ver a sus compatriotas que tirando de una bicicleta se trepan a las cumbres del viejo continente. Volvimos a los 80's, en muchos aspectos de nuestra cotidianidad. En esos años revueltos, del otro lado del charco veían con sorpresa y hasta con sorna a aquellos morenos bajitos justo como ahora. Políticamente situamos a las personas entre fachos o mamertos que para aquél tiempo era más sencillo pues se trataba de colores, azul o rojo. Pero bueno, esas cosas no nos ateñen en este texto. Hay cosas que poco cambian. Bien decía Mark Twain que la historia nunca se repite pero a veces rima y en opinión de quien escribe, lo hace con el mismo ritmo.

El tema es que julio tras julio nos ilusionamos con esos muchachos salidos de nuestras montañas boyacenses, antioqueñas, colombianas que a punta de pedal conquistan el mundo. No se si el triunfalismo sea una de nuestras principales enfermedades como sociedad pues, así también tendríamos que incluir a su opuesto hermano, el derrotismo. Ojo, que ilusionarse no está malo. Las ilusiones son el combustible de los sueños y si no lo cree, pregúntele a un niño. La cosa aquí va de las expectativas que como país nos hacemos sobre quienes van a representarnos envueltos en amarillo, azul y rojo. Nos quitamos la grata posibilidad de sorprendernos porque es más fácil echar a los hombros de un ciclista (futbolista, atleta, artista... tache el que quiera que la lista es larga) todas nuestras frustraciones. Aunque bueno, si en el pasado ya hicimos matar a un futbolista por un autogol, ¿qué más da en el presente amenazar de muerte a otro por fallar un penalti?

Le damos importancia a lo que no es importante. Nuestros medios dedican dos horas de preámbulo festivo a un evento deportivo más que lo que dicho evento dura en sí. Fiesta en la cuadra, en el barrio, en el parque. Entrevista a la mamá del deportista, al señor que le fiaba el pan en la tienda. Si el perro contestara, también fuera interrogado. Debería tachar esto pero recuerdo que en un canal televisivo fue entrevistado un marrano para ver si estaba endemoniado. De nuevo, estoy desvariando.

Que nuestras ilusiones no mueran con la derrota. Da gusto ver a países mucho más pequeños que el nuestro sentir orgullo por sus atletas. En un torneo de fútbol, una selección de un lejano país oceánico se llevó 10 goles en contra y ahí estaban sus hinchas bailando en las tribunas. Sólo el hecho de ver llegar a uno de nuestros ciclistas en las grandes vueltas debe ser suficiente para llenar de júbilo el corazón. Si mañana la gana, seguramente así será, ya tendremos más razones para brindar. Y en honor de los ciclistas, ojalá, que sea pola. Celebrar, porque difícilmente, habremos de subir la Popa en cicla.

*Foto del encabezado: Georges Ménager @ Flickr: https://flic.kr/p/wznKRP Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic (CC BY-NC-ND 2.0)

SORBO FINAL: Por favor, donde se lee mañana entender futuro. No quiero, respetado lector, se frustre porque mañana (literal) nuestro ciclista no venza y se descargue con el bultoesal que aquí escribe. Saludos cordiales.

LA BORRA DEL CAFÉ: Gracias, Vida, por darle a Colombia una tierra tan bella como Boyacá. No más preguntas, señor juez.


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