Provengo de una familia clase media de Cartagena, conformada por mis abuelos Zilath Hernández y Alberto Quiroz, quienes tuvieron seis hijos. Uno de ellos, mi mamá Xenia. Mi abuelo era militar, así que cada uno de sus seis retoños (cinco mujeres y un hombre), nació en distintos lugares: Nubia en Barranquilla, Rafael Hernando en Berástegui (Córdoba), Denys en San Jacinto (Bolívar), Mábel en el Líbano (Tolima) y Zilita y Xenia en Cartagena. Toda una familia pintoresca, con distintas personalidades y carácter, pero con la claridad que la unión familiar es lo primero. En nosotros sí aplica el "uno para todos y el todos para uno", en distintos aspectos: los despechos, los negocios, las discusiones, las fiestas, los viajes, entre otros. Tengo una familia tan grande que hoy somos 14 primos (porque uno falleció) y casi todos ya dieron a luz a la nueva generación, que ya suman 16 niños, con edades contemporáneas. Amo pasar cualquier festividad con ellos en el "club González" o la "gonzalera", como muchos la llaman, una casa familiar ubicada en el Centro, en la calle los 7 Infantes de la Heroica, pintada de distintos colores y donde los turistas se toman fotos, por lo llamativa (La casa 992 de la foto que acompaña este escrito) . Ese es nuestro centro de recreación personal, donde comemos fritos típicos de "Donde Magola" y compartimos una que otra "Costeñita fría", bebida favorita de mi tía Nubia. Ahí también nos reunimos para contar anécdotas de los que ya no están o de nosotros mismos, planear el próximo viaje o fiesta familiar, o simplemente pasar un día de esparcimiento. Hoy mis abuelos nos acompañan desde el cielo, y la mejor herencia y legado que nos pudieron dejar es el de compartir cariño, aprecio y solidaridad con la humanidad. Y aunque esto no sea una noticia ni una denuncia periodística ni un llamado a las autoridades, hoy le escribo a ellos porque son mi motor y mi máxima inspiración. Con este reconocimiento quiero agradecerles por inyectarle felicidad, amor e impulso a mi vida y por ayudarme a ser una mejor persona cada día. ¡Bendiciones para todos y un próspero 2020!