Luego de perder las elecciones el pasado mes de octubre, el ex candidato William García Tirado insiste en buscar la nulidad de la elección del Alcalde William Dau por cuenta de supuestas irregularidades en el registro de la votación, lo cual hasta hoy no ha podido ser demostrado.
Y es que el desespero de la clase política corrupta tras haber perdido el poder el pasado 27 de octubre, los ha llevado a urdir una avanzada en contra del nuevo Alcalde con el propósito de desestabilizar su gobierno y quitarlo del cargo.
Y aunque no les resultará fácil, lo cierto es que esa avanzada está en desarrollo. Las actuaciones de William García no son gratis, pues hacen parte de dicha trama.
Lo primero es la batalla jurídica. Queda claro con las tres demandas de nulidad contra el acto de elección del Alcalde William Dau, admitidas para primera instancia por el Tribunal Administrativo de Bolívar los pasados 21, 22 y 24 de enero. Todos sabemos que la declaratoria de nulidad de la elección de un alcalde, de acuerdo con el artículo 98 de la Ley 136 de 1994 es una de las causales para la convocatoria a elecciones atípicas.
Una de estas demandas busca eliminar 28 firmas de la inscripción de la candidatura de William Dau, con lo cual, asegura el demandante, quedaría anulada la alección del mandatario. Estas demandas estarían resueltas en unos cuatro meses.
En eso están. La clase política que fue derrotada por William Dau y los más de 110 mil votos de los cartageneros, quiere ganar en los despachos judiciales lo que no pudo ganar en las urnas en franca lid. A esa clase política no le interesa sumir a la ciudad nuevamente en la interinidad y en el desgobierno con tal de recuperar el poder. Entienden que la forma más expedita para volver a gobernar sin tener que esperar el nuevo calendario electoral, es provocando la nulidad de la elección del Alcalde y presionar unas nuevas elecciones atípicas.
A lo anterior se suman otras acciones judiciales anunciadas en estos días por algunos personajes con el fin de enredar la situación jurídica del Alcalde.
Y es que lo que está en juego no es poco. El desespero de la clase política corrupta es por retomar el control de la administración para apoderarse de los 8 billones de pesos del presupuesto de los próximos cuatro años; recuperar el manejo de la contratación pública con la que se enriquecían y favorecían a las mafias contratistas; volver a tener las OPS que ya no van a manejar como una red de clientelismo y politiquería, y decidir sobre macroproyectos y concesiones estratégicas como peajes y alumbrado público donde la mermelada corría a chorros entre esta clase política. Por eso su preocupación y las acciones desesperadas que desde ya comienzan a tomar.
No hablaré del papel que viene jugando un sector del periodismo local en esta campaña pero si llama la atención el papel del concejo de Cartagena y la careta de algunos cabildantes que hoy pontifican sobre moralidad pública y declaran el control político cuando frente a las administraciones corruptas anteriores como las de Dionisio Vélez y Manolo Duque guardaron sospecho silencio.
La clase política corrupta no dará tregua y esto apenas comienza, el pulso político está a la orden del día. Esos que el Alcalde llama "malandrines" entienden que la única forma de recuperar el control de la administración es quitando a William Dau del poder, burlando así la voluntad popular de los cartageneros reflejada en las urnas el pasado 27 de octubre.