Soñar no cuesta nada, pero sin Covid-19


Soñar no cuesta nada, reza el adagio popular. Todos los seres humanos hemos soñado en algún momento de nuestras vidas.  A algunos los sueños se les hacen realidad a otros no. Mejor dicho, la mayoría han pasado de los sueños a la cruda realidad. Es una constante, es lo más posible que ocurra.

A quién no le dijeron en el salón de clases cuando niños, “aquí entre ustedes puede estar el próximo presidente de Colombia”, jajaja, puro cuento barato, niños pobres escuchando ilusiones inalcanzables. Pero, hubo una excepción. Ha sido el presidente más joven del país, y dejó una frase muy motivadora, “es mejor llegar a SER que HABER nacido siendo”, Marco Fidel Suarez. Un presidente sin segundo apellido, pero con una inteligencia arrolladora.

Yo, por ejemplo, me hubiera gustado ser actor de cine. Creo que tengo aptitudes y actitudes de galán del séptimo arte. También me hubiera gustado ser locutor de radio, muchos me han dicho que tengo voz de locutor. Bueno pero así también existen muchos y muchas personas que sus sueños se desvanecen con el tiempo.

Volviendo a la realidad, soñar no cuesta nada, pero sin covid-19. Los sueños de un momento a otro se convirtieron en una pesadilla, gracias a esta pandemia universal del coronavirus. El mundo cambió para siempre y muchos sueños posibles de realizar han quedados truncados. Ahora no es un sueño, es una realidad mortal que nos persigue hasta dentro de nuestra propia casa.  El aislamiento, confinamiento o cuarentena parece ser la medida más consecuente para evitar su expansión.

Colombia atraviesa momentos difíciles. No hay regla de oro para atender este flagelo, y ya se encuentra en nuestro territorio. Todo lo que se haga en solidaridad para proteger a la población será bienvenida. Ay, ay mi Cartagena, la desobediencia de su gente en atender las prohibiciones no tienen límites.  Somos una ciudad llena de pobreza histórica, la informalidad es el mayor empleador, la economía del rebusque es el pan de cada día. Un alcalde que dice la verdad, “sigan pendejeando y van a caer como moscas muertas en la calle”.  Dura frase, pero con un sutil significado de advertencia sana.


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