Foto: Ricardo Maldonado /EFE (2007)

Barú y comunidades negras: una historia al borde de la extinción


Por: Sergio Pulido* y David Murillo**

Barú es una hermosa isla ubicada al suroccidente de Cartagena y es conocida no tanto por su historia como por su potencial turístico. Detrás de estas bellas playas y magníficos atardeceres se encuentra la historia de cientos de personas africanas que fueron secuestradas y traídas entre los siglos XVI y XIX a Las Américas para ser esclavizadas y que lograron, luego de la abolición de la esclavitud en 1851, construir una historia sustentada en un territorio colectivo, donde todos los miembros de la comunidad eran dueños de la tierra. Hoy, más de 150 años después, esta historia sigue sin ser conocida y está en peligro de desaparecer junto con sus protagonistas. 

¿Por qué este territorio ha sido noticia en los últimos años? Pues bien, desde 2017 el Consejo Comunitario de Barú ha solicitado a la Agencia Nacional de Tierras (ANT) que le  concedan la titulación colectiva de su territorio con el fin conservar sus costumbres ancestrales y asegurar la pervivencia de la comunidad. Sin embargo, la ANT en abril de 2019 mediante el Auto 383 resolvió no iniciar el trámite de titulación colectiva por considerarlo improcedente. Es importante mencionar que este no es el único caso de titulación colectiva que se ha dado en el Caribe colombiano,  en 2014 Dejusticia promovió y aportó en el proceso para el reconocimiento de territorios colectivos en Islas de Rosario (Santa Catalina). 

El caso del Consejo Comunitario de Barú ha generado tensiones entre la comunidad, actores privados (principalmente la industria hotelera y portuaria) y organismos del Estado. Pero antes de entrar a las diferencias que se han dado en el proceso, es importante hacer un alto en el camino, e incluso devolvernos a 1851, para entender desde la historia cuál es la relación de los integrantes del Consejo Comunitario de Barú con este territorio. La historia es más sencilla si la dividimos en dos momentos: la construcción del territorio y la pérdida del territorio.

La construcción del territorio 

En la ciudad de Cartagena, diez y nueve de mayo de mil ochocientos cincuenta i uno: el infrascrito escribano público de este cantón i testigos (…)”. Con esta frase inicia el documento de escritura pública firmado en 1851 que certifica la compra de las tierras que comprenden la isla de Barú por integrantes de la hoy conocida comunidad del Consejo Comunitario. 

La llegada a Barú de grupos de esclavizados que lograban escaparse o fueron liberados dio pie a la construcción de palenques en esta zona de Cartagena. La comunidad que se creó en la isla, los vínculos con el territorio y la tierra, la construcción de la cultura y la noción de la importancia de lo colectivo sobre lo individual, fueron el resultado de décadas de trabajo colectivo. 

Como lo ha evidenciado el Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos – OTEC, en varias de sus investigaciones y publicaciones, ahí se crearon reglas con el fin de preservar el territorio tales como no casarse con foráneos, definición del uso de la tierra y los espacios, y prácticas de intercambio no monetario, también conocido en el Pacífico colombiano como “mano cambiada” haciendo referencia a una práctica ancestral de trueque entre comunidades o miembros de una misma comunidad. La economía se basó en el monocultivo de coco entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, permitiéndoles expandirse hacia otras islas para aumentar el número de cultivos. Esta dinámica económica funcionó hasta antes de la llegada de la plaga del porroca, una enfermedad letal del coco, lo que hizo cambiar el modelo económico y social de la comunidad, que hasta ese momento concebía la tierra de manera colectiva. Los habitantes de la isla disminuyeron entonces la siembra de cultivo de palma de coco para aumentar la pesca. 

La pérdida del territorio 

La pérdida del territorio inició con el cambio de dinámicas económicas. A mediados del siglo XX, además de la plaga del porroca, también afectaron al territorio colectivo el auge del narcotráfico, el incremento del turismo y las contradictorias medidas de protección ambiental. 

En el informe titulado “Consejo Comunitario de Barú: informe final de acompañamiento técnico y formativo” presentado por el OTEC en el 2016 se evidencia en primer lugar, que, comenzaron a llegar foráneos a la isla de Barú ofreciendo altos montos de dinero para comprar tierras en la isla, principalmente las que daban al mar. En segundo lugar, el gobierno impulsó medidas para proteger el medio ambiente en la zona, prohibiendo la pesca en algunos sectores donde habitaba la comunidad, pero no prohibió la tala de árboles en donde se realizaba la construcción de casas de descanso y hoteles. 

Barú dejaba de ser una zona apartada, vista desde afuera como una región sin desarrollo, para convertirse en un foco de este. 

Barú es un claro ejemplo de las tensiones entre las distintas visiones existentes acerca del desarrollo. Como lo resalta Carlos Andrés Durán en su libro “¿Es nuestra isla para dos? Conflicto por el desarrollo y la conservación en islas del rosario, Cartagena”, la presencia del discurso de desarrollo introdujo a la población nativa de Islas del Rosario  "dentro de un orden discursivo según el cual ellos son pobres y atrasados, por lo que necesitarían ser intervenidos para participar en la economía de mercado y lograr su desarrollo y bienestar". Una intervención que ha dejado en su población desplazamiento, pobreza y el incremento de la desigualdad.

Barú es una isla llena de historia y las comunidades que la habitan desde la época de la colonia han generado una cultura que se basa, principalmente, en lo colectivo. 

El desconocimiento de esta historia, junto con una visión de desarrollo que no nació en la comunidad, está causando su desaparición, así como la de su cultura y su territorio. Los integrantes del Consejo Comunitario de Barú no están pidiendo que las empresas de turismo que se encuentran en su territorio sean retiradas de la isla, pero sí que la titulación colectiva del territorio que actualmente habitan sea una herramienta para evitar el desplazamiento forzado hacía zonas urbanas de Cartagena u otras regiones del país, previniendo así la pérdida de su territorio, de su cultura e identidad colectiva. 

En la próxima entrega profundizaremos en el limbo jurídico en el que se encuentra la comunidad del Consejo Comunitario para la titulación de su territorio. 

*Investigador en el equipo de Litigio en Dejusticia

** Investigador en el equipo de Justicia Étnico Racial en Dejusticia 

-Foto: Protesta de los habitantes de Barú en 2007 para pedir que se les restituyeran sus derechos sobre unas tierras sobre las cuales el gobierno colombiano reclamaba su propiedad. EFE/Ricardo Maldonado.


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