Es increíble y dolorosa cada noticia que informan los medios de comunicación y las redes sociales sobre el abandono de centenares de mascotas por parte de sus dueños en todo el país, algunos argumentando que pueden portar o transmitir el Covid-19. El Ministerio de Salud y Protección Social ha afirmado en reiteradas ocasiones que los animales no son transmisores del virus, así como la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales - WSAVA, el Centro para el Control de Enfermedades, la Organización Mundial de Sanidad Animal, y el Departamento de Agricultura, Pesca y Conservación de Hong Kong informaron que no se dispone de evidencia científica suficiente para asegurar que éstos sean afectados. Ellos sienten, sufren, extrañan y lloran, basta con ver un vídeo que circula en Twitter de una perrita que es abandonada con sus cinco cachorros y ella se aferra a la pierna de su dueño para que no la deje; ellos contaron con la suerte de que un joven que pasaba se conmoviera y los recogiera. Pero no todos cuentan con la misma fortuna y están deambulando por las calles en búsqueda de alimento y, por supuesto, de afecto. Según una investigación de la revista Semana, durante la pandemia se ven más perros en las calles, al parecer los que vivían en talleres o comercios que cerraron por la cuarentena. Estos animales nos necesitan, por lo que algunas asociaciones han iniciado campañas para que les dejemos comida y agua en las puertas de nuestras casas. No me canso de preguntarme qué le pasa por la cabeza y que siente en su corazón una persona que se atreve a abandonar a un animal, dejándolo a su suerte; cuando adoptamos una mascota se convierte en un miembro de la familia, al que hay que proteger y cuidar. Sin embargo, a pesar de ello muchos se pasan por la faja las sanciones que estipula la Ley 1774 de 2016, creada para castigar el maltrato animal, considerándolos seres sintientes, que recibirán protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos. Conmover a una persona para que ame a estos seres indefensos es difícil, pero imponer acciones más rigurosas y ejemplarizantes para que los respeten sí es posible, por lo que le pido a las autoridades actuar con determinación y ayudar a parar tanto abuso contra los animales. Juntos lo podemos hacer posible.