El presidente Iván Duque Márquez ganó las elecciones con más de 10 millones de votos. La población indígena en Colombia no alcanza los 2 millones, según el DANE, y solo representa el 4,4% de la población nacional. Es una minoría que reclama menos que más de 40 millones de colombianos. ¿Qué le cuesta al presidente atenderlos? Es una posición intransigente y antidemocrática con unos ciudadanos estigmatizados, vulnerados en sus derechos, apartados del desarrollo y colonizados a la fuerza en sus territorios. -Ojalá cambie de actitud y los atienda-
Son campesinos, son indígenas. Algunos han tomado otros rumbos, han alcanzado metas como es normal en cualquier grupo poblacional. Pasa con esta población diferencial y en cualquier parte del mundo, las mutaciones sociales son intrínsecas al ser humano. Son movilizaciones repentinas de cambio para bien o para mal de algo. En términos sociológicos y antropológicos, los grupos poblacionales siempre están en movimiento, son acciones naturales ante un mundo cada vez más competitivo, diverso y frente a un virus mortal como el coronavirus.
Forman y crean su Minga como alternativa de lucha, hacerse sentir y ser escuchados. Es una reunión de amigos y vecinos solidarios, igual que una Junta de Acción Comunal o algo parecido, todo sustentado en la constitución y las leyes. Las cusas de esta movilización: las muertes de líderes indígenas, violencia en sus territorios y la desparecida paz ancestral. La han resumido en tres palabras: Vida, Territorio y Paz. Cualquier gobernante civilizado, aprovecharía momentos como estos para hacer sentir su gobierno, sus políticas públicas y el compromiso que tiene con estas poblaciones minoritarias.
Sin entrar ahondar en acuerdos del pasado, en términos de soluciones a sus problemas, y seguramente muchos se han cumplido por parte del gobierno, lo que está ocurriendo hoy, ahora es distinto. - No pueden ser los resultados del Acuerdo de Paz firmado por el anterior gobierno. - Los acuerdos hay que cumplirlos ante los indígenas, ante el país y ante la comunidad internacional. No es cuestión de ideologías, ni de principios traídos de los cabellos, son hechos reales que están pasando, no sólo en la comunidad indígena sino en todos los territorios del país.
Por último, la Minga se va nutriendo de otras organizaciones sociales. Es lo más normal del mundo. Lo más probable es que participen del Paro Nacional programado para el 21 de octubre, como también aparecerán personas no deseadas, infiltrados, que quieren hacerle daño a la misma Minga y al establecimiento. ¿Quién los manda, quién los camufla en la marcha? Eso les corresponde a las autoridades averiguar. ¿Cómo detectan un colado en el SISBEN, o un corrupto en un contrato? Es tarea de las autoridades aplicar sus protocolos y judicializar a quienes quebranten las normas.