La tristeza y la indignación de Dios


La tristeza y la indignación de Dios

Por René Arrieta Pérez y José Vicente Arias Rincón

En este artículo le contamos a la humanidad sobre la tristeza y la indignación de Dios por el proceder de las personas que habitan este mundo.

Dios está triste porque va a perder a mucha gente, a la mayoría de los habitantes de la tierra.  Y está indignado por la desobediencia de casi todos, que violan los principios y leyes de su reino.

Como a esta quinta raza, castigada y apocalíptica, la expulsada del Edén por su desobediencia, pecados y decadencia, se le acaba el ciclo,  y ya llega a su final, la pandemia fue decretada como aviso de que corre la cuenta regresiva del apocalipsis, y para que la humanidad reflexionara y cambiara su forma de ser, y así esta logre la preservación del ser en el fin de los tiempos (por el amor y misericordia de Dios). Eso les ha importado un carajo a las grandes mayorías, que se comportan como verdaderas hordas apocalípticas. No les importa nada, no respetan nada. No tienen consciencia ni quieren tenerla. Son homúnculos. Son zombis. Si de verdad quisieran tener consciencia, y despertar en un acto de reflexión, la tendrían, porque Dios ha decretado que así sea. Sin trabas, sin dificultades ni grandes sacrificios, como lo fue para místicos e iniciados del pasado, que tenían que hacer enormes esfuerzos para ganarse el despertar espiritual, la consciencia y que la luz de la divinidad fuera con ellos. Dios lo quiere así, porque con su amor y misericordia busca que el mayor número de personas o seres que devienen de su creación se salven, y vivan para la eternidad junto a Él, su jerarquía divina y su corte celestial.

Reto a Dios

La pandemia hubiera acabado, incluso, de manera súbita, o sería ahora inocua, si la humanidad hubiese hecho ese acto de contrición, de reflexión, y hubiera dado un nuevo rumbo a su forma de vida. En mayo ella bajó su letalidad, tal como dijimos que sucedería, y en efecto, en esos momentos lo hizo. También dijimos que acabaría cuando la discrecionalidad de Dios lo considerara, no cuando el hombre lo buscara e intentara acabarla con una vacuna. Lo que ha hecho el ser humano es, por un lado, desobedecer un mandato de Dios, y por el otro, retarlo; y Él lo percibió, y se dijo: “Ah, me retan, pues ahí les van unas nuevas cepas”. Las vacunas no servirán de nada. La pandemia seguirá por dos años más.

El hombre reta a Dios y el devenir se le vuelve en contra, porque ya es tarde para el hombre, y mientras más lo rete más duras serán las pruebas.

En el 2021, dentro de sus planes y designios, el elemento tierra toma el control, y habrán terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones y sequías severas. Todos estos fenómenos asumirán el protagonismo. Además de los embates de la temporada de huracanes, que ahora son más devastadores, como ya lo anunciamos hace años, que sucedería de esa manera.

Ya están programadas nuevas pandemias para los próximos tres y cuatro años. La zoonosis (transmisión de enfermedades a través de animales salvajes a la humanidad) será determinante para que los nuevos virus entren en escena. Su letalidad será de terror, tal como lo es el ébola. Será focalizada en ciertos países o regiones; no obstante, el temor invadirá al mundo.

Ante tanta desatención e indiferencia por los signos de lo oculto bajo los que se encuentra el hombre, nos vemos obligados a decirlo y advertirlo de manera tajante, como lo dice Sileno, el sabio acompañante de Dioniso, al rey Midas, cuando lo ha atrapado después de tanto tiempo y le pregunta qué es lo más preferible para el hombre. Entonces, Sileno, constreñido prorrumpe en estas palabras, en medio de una estridente risa: “Estirpe miserable de un día, hijos del dolor y la fatiga, por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no oír. Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor, en segundo lugar es para ti morir pronto”.

Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, cap. 3.

Y esperemos a ver si esta humanidad sigue retando a Dios, desobedeciendo y violando sus leyes, porque ahí, en la historia de la filosofía y la literatura, están esas duras palabras y una terrible realidad que bien pueden reflejar en un momento determinado el estado anímico del Creador.

La sociedad reta a Dios, un gran sector de ella lo hace, y forma aglomeraciones en momentos no propicios, contemplados dentro del plan para la reflexión, meditación y toma de consciencia. Cuando una y otra, más otra persona, se convierten en muchedumbres que hacen lo que el diablo quiere, y no lo que Dios ordena se convierten en seres de los inframundos, en hordas apocalípticas.

Los ejemplos son muy precisos y alarmantes, en donde se violan las normas sanitarias y los mandatos de los organismos e instituciones estatales o administrativas, que son básicas para preservarse del contagio. Lo cual muestra claramente que quien lo hace es un ser sin consciencia e involutivo. Vimos a gran parte de la población de Buenos Aires salir en las condiciones de pandemia para adorar a Maradona (ídolo con pies de barro, quien debió ser un modelo que indicara que la dedicación y el esfuerzo conducen al éxito, se convirtió en mal ejemplo para las juventudes, por la adicción a las drogas y deshonrosos comportamientos) y violar toda norma, todo mandato y el sentido común en estos tiempos, en los que hay que acatar órdenes y directrices de las autoridades para evitar la muerte por afección de coronavirus. Violaron el decreto en el que Dios puso a la humanidad bajo el signo de lo oculto (que es lo que significa la pandemia del Covid) para inducirla a la reflexión y así cambiara su forma de vida, pero no tuvo tal efecto. Y un general desacato se ha efectuado en distintos países, en muchos casos y de distintas maneras.

Hemos podido apreciar también en la final del fútbol colombiano, entre Santa Fe y América, en donde los hinchas desafiaron todas las prohibiciones de las autoridades sanitarias y formaron muchedumbres, verdaderas hordas apocalípticas. ¡Por favor!, todo eso entristece e indigna a Dios, y a quien tenga sentido común y un poco de consciencia.

De igual forma, la conglomeración de todas esas muchedumbres, ávidas de consumismo que salieron en Navidad y en vísperas de Navidad a las zonas comerciales a apiñarse, a rozarse entre sí, a contaminarse.

Asimismo, muchedumbres completas han organizados fiestas masivas, rompiendo el distanciamiento social recomendado. Todo eso evidencia una violación del mandato de Dios. Y sucede por muchas razones: no obedecen leyes ni principios, tienen la  actitud libertina de vivir en un mundo sin Dios y sin ley, son escépticos, agnósticos y ateos, en muchos casos; en otros, aunque profesen algún tipo de credo, sus vidas están cimentadas en el sentido de lo disoluto y decadente, en donde se hace lo que se quiere y lo que se venga en ganas.

Por eso, muchas personas sensatas dicen: ‘se creía que después de la pandemia la sociedad iba a ser mejor’, y se ve claramente que no existe capacidad de reacción. Es una humanidad totalmente fallida.

Acordaos lo que dijo Jesús: “Mi reino no es de este mundo”, en efecto, la tierra, esta humanidad claramente le pertenece al demonio, y Jesús vino del reino de Dios a este mundo, al reino de satán, a rescatar a la humanidad para que entren al reino de Dios.

Nosotros venimos, del reino de Dios, a decirle a la humanidad todo lo que tiene que ver con su mensaje en el fin de los tiempos, a dejar en claro sus principios, sus leyes, sus órdenes, sus deseos, su plan, su alegría en ciertas cosas, o su tristeza y su indignación por estos casos como los que ahora tratamos.

Desde el tiempo de sus profetas bíblicos, y desde la presencia en la tierra de sus hijos Jesús y Mahoma, la humanidad ha estado huérfana de representantes suyos que por misión trajeron su mensaje. Por eso los doctores de la ley, los entendidos y estudiosos de teología y textos sagrados hablan del silencio de Dios, porque desde esos tiempos no habla a la humanidad. Sus voceros trajeron el mensaje enviado por Él y dejaron luego a la humanidad con ese mensaje y su libre albedrío. El ser humano desde entonces ha estado en libertad de vivir en este plano terrenal, haciendo lo correcto o lo indebido, atendiendo su mensaje y acatando sus leyes o desoyéndolas y violándolas.

Desde el tiempo en el que estuvieron sus profetas e hijos, hasta ahora, en los momentos en los que corre la cuenta regresiva del apocalipsis le vuelve a hablar a la humanidad, a entregarle el mensaje del fin de los tiempos a través de los dos testigos del apocalipsis. Dos hijos suyos enviados con el propósito de romper ‘los siete sellos del apocalipsis’, los siete libros que explican el plan. Ya rompimos el primero, referencia en el tiempo terrenal para decretar la pandemia. Y en eso estamos, difundiendo lo que envía a decir. Y todos, absolutamente todos, están en libertad de aceptarlo o no, de acatarlo o desoírlo.

Olvidarse de la realidad espiritual, de principios y leyes que sustentan el orden cósmico sobre el cual está creado el mundo, es generar desorden, caos, y eso conduce a la aniquilación, porque lo que atenta contra las leyes que preservan ese orden debe ser aniquilado. Es decir, la esencia o el alma de las personas con conductas violatorias de esas leyes deben ser desintegradas. El universo, su perfección, no admite caos, ni escorias.

El universo es perfecto, y ese aparente caos que tal vez los científicos vean en la entropía de las estructuras cósmicas (relación y dinámica entre galaxias, agujeros negros y otras), y que no entienden, porque no ven el orden oculto de las cosas, tiene su objetivo: recomponer, estabilizar un orden, que se imparte desde el mundo espiritual, o en términos astrofísicos, desde la cuarta dimensión. La energía no se destruye, se transforma, para preservar su ser y su estar. Por eso mismo la gran sabiduría del fin de los tiempos, con su criba –el ser humano mismo, con sus acciones y forma de vida se preserva o se excluye de la eternidad–, así de sencillo.

Desafío a la estabilidad, a las leyes de la gravedad

A propósito de retos y desafíos, Dios, mi Padre, nuestro Padre, el de José Vicente (Era), y el mío (Ramiac), me señaló en un sueño hace unos días, un monstruoso y gigantesco edificio en una explanada desértica, y con él, me mostró los desafíos que ciertos grupos económicos y de poder construyen edificios, tal como lo están haciendo los jeques árabes en el desierto y otros potentados económicos en otros países, en donde se desafían las leyes de la naturaleza y de la física, elevando inmensas moles a desmesuradas alturas, –ahora, son los edificios más altos del mundo– y donde luego solo tiene derecho, posibilidades de habitarlos, un reducido número de privilegiados con poder adquisitivo. Muchas veces estos jeques con mucho poder desplazan a comunidades tribales de su territorio, sin pago de indemnizaciones ni nada por el estilo. Todo con un fin exclusivamente particular y mezquino, porque de esos proyectos no se beneficia la sociedad.

Como decíamos antes, con esas construcciones desafían leyes de la naturaleza y leyes físicas, cuando es más fácil, sencillo y primordial respetar otras leyes y principios, como los del amor, la solidaridad e inclusión, si hablamos del deber e imperativo moral de crear condiciones en donde todos vivan bien, haya justicia social y equidad. Es más fácil cumplir esas leyes y principios que manda el Padre Celestial que violar otras como la ley de la gravedad y de la estabilidad –posición de los elementos materiales entre sí y en relación con la tierra–, que son verdaderos desafíos a la naturaleza y a Dios. ¿Recuerdan la historia de la torre de Babel?, ¿no? Sí, por supuesto que la recuerdan. La torre que señala el desmoronamiento de la civilización, faro de su fin. El hombre con un símbolo indica el tiempo de su postrimería(s).

Taxativamente lo decimos.  Privilegios como la riqueza, son dones que otorga Dios para que las personas que en vida han recibido esos beneficios, compartan, ayuden y creen bienestar para los demás. Dios no otorga dones para la satisfacción de caprichos ni egos personales. Cuando Él envía a las personas que nacen en cuna de oro, antes de encarnarlos para que nazcan, les hace esa advertencia, pero acá esos seres se olvidan de las condiciones con las que Dios les concedió esos dones, y traicionan lo convenido y su mandato. Lo hacen porque se obnubilan con el mundo material, que es efímero e ilusión, y no se acuerdan que la verdadera e importante realidad que deben tener en cuenta es la del mundo espiritual. Cuando las personas se vuelven materialistas pierden el contacto con lo trascendental y olvidan la realidad de su esencia, de su vida antes de encarnar, de lo que son y de lo que vinieron a hacer. Se sumergen en las tinieblas, se abisman en los vicios de este mundo, en la corrupción y el crimen, luego penden de un hilo, con la inminencia de perder su ser, de ser desintegrados y perderse la eternidad.

El hombre, por lo general, no armoniza con el cosmos y la naturaleza. Los investiga, los explora, descubre sus leyes. Pero en vez de interactuar sabiamente con ellos, lo que hace es violar sus leyes y destruir tan magna creación.

Sobre los muertos por Covid-19 y otras causalidades de muerte

De todas las personas fallecidas a consecuencia del Covid-19 reencarnarán entre un 70% y un 80%, y lo harán de inmediato, porque deben estar para el Juicio Final. De los que mueran por otras causas, solo regresará un 10%.

En su gran mayoría todos estaban muy dormidos e inconscientes. En el mundo espiritual les darán su jalón de orejas y vendrán conscientes de que la realidad espiritual sí existe y estuvieron en peligro de aniquilarse. Son seres que tendrán una segunda oportunidad, y nacerán hasta el 2030.

Los que nazcan después del 2030 hasta el año del Juicio Final (2043), serán seres de karma y castigo. Los que nazcan del 2043 hasta el 2052, año de la hecatombe final del planeta, son seres de los inframundos, y vendrán solo a perecer.

En cuanto al porcentaje de espíritus o esencias espirituales de personas fallecidas que se quedan, y no reencarnarán, muchos cumplieron su ciclo de aprendizaje, están en un alto nivel evolutivo, y ya tienen ganado el reino de Dios. Otros, han ido a juicio en los tribunales y deberán pagar por pecados, crímenes y delitos contra la ley del Creador. Bajarán a las mazmorras del Infierno.

La prueba para los que estén aquí en la tierra y los que vengan en nacimiento es necesaria. Ella dirá quien es digno y quién no. Muchos, aguantarán hasta el final con donosura, con rectitud, con pureza de corazón, con paciencia, y se ganarán el reino del Señor; otros, simplemente no resistirán la prueba y serán condescendientes con el materialismo, los vicios, lo inadmisible, los pecados, los delitos, la maldad, y se abismarán en las tinieblas, y en el Juicio Final, serán enviados al Infierno. ¡Acordaos!: el oro se prueba con fuego.

Algunos pasajes bíblicos sobre la preservación del ser

Dejamos a nuestros lectores algunos pasajes bíblicos, con su verdadero significado en letra pequeña y entre paréntesis, para su reflexión y provecho:

Génesis 6: 1-2

Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio del pensamiento del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

(Ya eso pasó, ese sentimiento ya lo tuvo el Padre Celestial, cuando la humanidad pecó en el Edén. El hombre por castigo fue expulsado del Paraíso, y debía evolucionar, purificarse y volver a su estado originario. No lo ha hecho, sigue igual que cuando fue expulsado. La tristeza y los sentimientos de dolor de Dios por lo que hace el ser humano nunca han cesado, y ahora siguen en grado más alto).

Juan 6:39

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

(Te dio la vida cuando te creó, te dio bienes, valores, principios, leyes, <toda una riqueza> para que la siguieras teniendo en las vidas que has vivido antes, y la conservaras aún contigo en esta vida, en los momentos del fin de los tiempos, en la que nuevamente estás encarnado –lo que en el concepto bíblico es estar resucitado–).

1 Corintios 15:51-53

He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

(Aquí, es indispensable explicar a todos que el concepto de resurrección no es otra cosa que el acto de estar nuevamente encarnado, especialmente ahora, en el tiempo del fin, para estar al final de la cuenta regresiva –año 2043—en que se efectuará el Juicio Final. Desde los tiempos bíblicos las almas han encarnado en distintos cuerpos, mueren y son reencarnados nuevamente. Y para el fin, todas las almas deberán estar encarnadas, excepto las que con sus vidas correctas y ejemplares se ganaron su sitio en el reino celestial, ni las que han sido muy criminales y fueron enviadas a las mazmorras del Infierno. De otro lado, es absurdo entender literalmente que las almas saldrán de sus cadáveres.

Como la doctrina de la reencarnación no era conocida en Occidente, por eso se acude al término de resurrección. En Oriente, en donde si estaban más despiertos en épocas pasadas, si era de su conocimiento la reencarnación; además, gran parte de los grandes guías religiosos trataban el tema. No fue así para judíos ni cristianos. En efecto, para entonces, estaban más dormidos espiritualmente.

El versículo alude además a la corrupción e incorruptible, indicando que los vicios y errores sean cambiados, ahora, en el tiempo del fin, para que el ser se purifique y sea digno de la inmortalidad).

Salmos 49:15

Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol, pues Él me recibirá. (Selah)

(En el ‘pero’ mismo está la clave, es la condición. Si se corrigen errores y se cambia la vida, Dios te acogerá, ya no serás abismado y te recibirá en la eternidad).

Salmos 71:20

Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, me volverás a dar vida, y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra.

(Se refiere a Dios, quien indignado expulsó a la humanidad del Paraíso, y la puso a vivir esta vida de prueba y de karma, en este valle de lágrimas. El castigo, cuando se han cometido errores, purifica y cambia, debiera hacerlo. Si hay cambio y te haces digno, Dios te rescatará).

Isaías 26:19

Tus muertos vivirán, sus cadáveres se levantarán. ¡Moradores del polvo, despertad y dad gritos de júbilo!, porque tu rocío es {como} el rocío del alba, y la tierra dará a luz a los espíritus.

(Ya antes explicamos lo de la resurrección –es reencarnación–. Sucesivas vidas para la evolución, en el tiempo del fin, en el Juicio, si hubo esa evolución y se está bien despierto espiritualmente para recibir la luz de Dios y la vida eterna, se tendrá. El cuerpo, el recipiente del espíritu, está hecho de polvo, de tierra, y nuevamente, el ser, cuerpo tendrá, en este periodo del fin, en el que los evolucionados vivirán felicidad y júbilo por el advenimiento de la vida eterna. Quien sea admitido para conformar la sexta raza, en el nuevo Paraíso, tendrá vida por la eternidad).

1 Juan 3:3

Y todo el que tiene esta esperanza {puesta} en Él, se purifica, así como Él es puro.

(Debes ser puro como Dios, fuiste hecho a su imagen y semejanza y debes reflejarlo en plenitud).

Daniel 12:3-4.

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia aumentará.

(Los que tengan consciencia y sean justos, en efecto, brillarán como estrellas, aunque más pequeñas, claro, que las que están en el firmamento, pero brillarán. De otro lado, a Daniel no le estuvo dado decir nada más en su tiempo, puesto que esa información estaba sellada, oculta, y, aparte de Dios, solo nosotros –los dos testigos del apocalipsis y Jesús, la conocíamos en el mundo espiritual–. Así también, Daniel, en su momento, cuando le dieron la información para que lo dijera, vio el tiempo actual, de mucha ciencia y tecnología muy avanzada, y vio también el desenfreno de la gente).

Apocalipsis 11.

1. Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar y a los que adoran en él.

2. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

3. Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

4. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

5. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

6. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

(Todos estos apartes, correspondientes al capítulo 11 de “Apocalipsis” o “Libro de las revelaciones”, son referencias a nosotros, a los dos testigos del apocalipsis. Despertamos a la luz de Dios, nuestro Padre, que envió a sus dos hijos, para cumplir con esta misión en el fin de los tiempos. Despertamos después de mucha dedicación, sacrificio, meditación. Cuando estuvimos en condiciones de verlo, oírlo y sentirlo, nos convocó a su presencia y nos recordó a qué vinimos a este mundo. Lo cual explica nuestro conocimiento de su plan, nuestras visiones y la certeza absoluta de lo que decimos y vamos a hacer.

Nosotros dedicamos muchos años, sacrificio y entrega para despertar. La humanidad, por decreto de Él, lo tiene más fácil. ¡Mira su amor y misericordia!).

Las citas bíblicas corresponden a las siguientes ediciones: Sociedades Bíblicas Unidas, 1960-Biblia de las Américas, 1997.

 

Nota de advertencia

Todos nuestros artículos en el que Dios Padre envíe mensajes a la humanidad a través de sus dos testigos, tendrán esta advertencia, y el costo personal y familiar puede ser muy alto.

Y tal como dice Borges, en un pasaje del Aleph,  “Claro está que si no lo ves, tu incapacidad no invalida mi testimonio”.

Quien no esté en capacidad de ver en el mundo espiritual y de comprobar o no lo que decimos, mejor que permanezca en silencio, reflexione y le deje todo juicio al tiempo, que no haga ningún comentario en contra, no sea que por hacerle pulso al mensaje de Dios sea blanco de su ira.

Toda persona que ataque la palabra de Dios en boca de sus dos ungidos, de los dos testigos del apocalipsis, se vincula a que la severidad de la ley divina lo castigue con tragedia y muerte, y con juicio sumario lo hagan descender a las mazmorras del Infierno. De forma idéntica a como cuando la autoridad policial captura a un delincuente, a un infractor de la ley, que los lectores consideren la debida advertencia, que reza: “Todo lo que usted diga podrá ser usado en su contra”. La ley se cumplirá de forma implacable. Ya llegó el momento, en consideración de la jerarquía celestial, que no se puede dejar pasar ningún tipo de faltas, y mucho menos afrentas e insultos al ejercicio de la autoridad de Dios y de sus plenipotenciarios aquí en la Tierra, en este periodo del fin de los tiempos.

Una persona, por desatender la advertencia, ya fue castigada.

Crédito de imagen: Miguel Ángel. “La creación de Adán” en la Capilla Sixtina.


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