El inconformismo de los transportadores por el cobro de peajes dentro de la ciudad tiene a Cartagena en un caos. El bloqueo de las vías, los extensos trancones, el perjuicio económico para muchos negocios, las demoras en los desplazamientos y la inseguridad se han convertido en el diario vivir.
Las atolondradas elucubraciones del alcalde William Dau, de las cuales se retracta con facilidad y prontitud, fueron la génesis de las falsas expectativas que despertó en el gremio de propietarios y conductores de los vehículos pesados, con lo cual dejó en evidencia, una vez más, que una ciudad tan compleja como la Ciudad Heroica, en manos de un inexperto, no tiene ningún futuro.
El populismo del alcalde le está pasando la cuenta; el haber incitado el no pago de peajes y dado la orden a la concesión vial de suspender el recaudo le salió caro; los dueños de transportes de carga se consideran discriminados y manifiestan su razonable desacuerdo con el pago de las tarifas impuestas. Sin embargo, esto ha generado un bloqueo absoluto de las vías, y con este un enorme perjuicio a la ciudad y a la ciudadanía, desde el día en que se conoció el descabellado acuerdo entre el alcalde William Dau y la Concesión Vial de Cartagena, mediante el cual resolvieron excluir de la suspensión del cobro de peajes a los vehículos de carga pesada.
El burgomaestre, con su aturdida retórica, con aquello de “tu papá te quiere”, me ha llevado a cuestionar si realmente los cartageneros tienen un papá que los quiere.
Sus hechos han demostrado desidia, mediocridad e inexperiencia, además de falta de autoridad y de carácter para tomar decisiones radicales en beneficio de sus ‘hijos’, características que deben estar presentes en todo el que se considere un buen padre.
En este, como en muchos otros casos, no ha habido gobierno; no ha existido control; no se ha vislumbrado solución alguna.
Entre tanto, con estoicismo pero cada vez con más preocupación, los ciudadanos seguiremos esperando a ver en qué termina este show del ‘tractor’ y las tractomulas.
