LA VERGONZOSA RUINA Y LA INSÓLITA VENTA DEL CASTILLO SAN FELIPE. (3).
En la continuidad de esta serie de “Historias secretas del Castillo San Felipe de Barajas”, abordaré dos temas centrales como son la ruina de la fortificación, su absurda venta por el Estado, la compra por un particular, y su final restauración por un cartagenero ejemplar y su equipo de trabajo.
- LA VERGONZOSA RUINA DEL CASTILLO DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA.
Después del año 1821, cuando Cartagena de Indias empezó a formar parte de la nueva nación latinoamericana: La Gran Colombia, (creada en 1819) y después, de La Nueva Granada en 1831, una nueva clase social dominante de caudillos y militares, entre otras, surgió y se consolidó con la guerra de independencia.
Desde entonces los gobiernos comenzaron a pagar los servicios y las deudas adquiridas con los caudillos, mediante la entrega de tierras, haciendas, y toda clase de propiedades urbanas y rurales, recuperadas de las manos de los españoles, bienes que pasaron a ser propiedad del Estado colombiano.
En Cartagena de Indias diversos bienes fueron a los generales, entre estos, la Inquisición; por su parte, las fortalezas, dado su alto costo de mantenimiento fueron abandonados, y de inmediato empezaron a sentir el paso del tiempo, el olvido y la desidia oficial, los escases de recursos y los impactos negativos del ambiente y la falta de uso.
El Castillo San Felipe, no escapó a esta triste suerte: diversos testimonios de cronistas e historiadores lo confirman de esta manera:
1. Alberto Lemaitre, “Mr. Tollo” en su libro Estampas de Cartagena del Ayer (1990) escribe:
San Felipe permaneció siglos sin que nadie “le parara bola” al punto que comenzó a llenarse de maleza, comenzó a derrumbarse y ser utilizado como cantera; recordemos que mucho antes-1778-se vino abajo en un derrumbe la batería San Lázaro.
- Cuando dejó de ser militarmente útil, la vegetación exuberante del trópico cubrió sus almenas (merlón: muro defensivo de la parte superior de la muralla) y paramentos (cara de una pared, muro o cortina).
Al mismo tiempo, la tierra acumulada cegó galería y fosos, ocultando bajo una gruesa capa los pisos de ladrillo. (Enrique Marco Dorta (1960). Cartagena de Indias Puerto y Plaza Fuerte).
- El eximio historiador Raúl Porto Cabrales es más explícito:
“Fue abandonado después del movimiento de independencia, y no sólo desapareció toda noción de mantenimiento, sino que además fue saqueado de los materiales que lo componían: piedras, arcilla y demás. Se presentó una erosión externa que provocó derrumbes cerrando galerías y túneles que aprisionaron el agua infiltrada, convirtiéndose en un elemento de alta presión, con tendencia a desintegrar toda la obra.
A finales de 1955 los taludes que sostenían la batería San Lázaro cedieron, a raíz del tenaz invierno, y se creó una emergencia, durando varios años su reparación; pero a mediados de 1974 tuvo que intervenirse nuevamente en el mismo sitio, por amenazar con desplomarse, al presentarse, erosión, grietas y deslizamiento” (Fortalezas de Cartagena de Indias (2015) …hasta que al final colapsó.
- “En 1895, el cerro y el castillo fueron convertidos en basurero, defecadero público y cantera, utilizando los escombros, las piedras, el barro y la arcilla en la alfarería de un ciudadano de apellido Gulfo”. (Eustorgio Martínez (1948). Cuentos y Leyendas de Cartagena de Indias).
El anterior es el lamentable estado que presentaba la fortaleza desde fines del siglo XIX, caracterizado por la ruina, los derrumbes y convertido en cantera, basurero y defecadero público, confirmando así que esta vieja costumbre tiene su tradición entre algunos desadaptados habitantes de Cartagena.
2. LA INSÓLITA VENTA DE LOS CERROS SAN LÁZARO, LA POPA Y DEL CASTILLO SAN FELIPE A UN PARTICULAR.
Es en esta situación, que hoy nos parece increíble e insólita cuando se produce la compra y venta de los bienes arriba mencionados.
El ya mencionado cronista Eustorgio Martínez (Eusmarfa) citado en mi libro: “El Castillo San Felipe a través de la Historia Universal”, presenta de manera global la situación:
…La gobernación del Departamento, de Bolívar, ante quejas de un ciudadano y las denuncias que hacía el periódico El Porvenir, orientado por el cuatro veces presidente de Colombia Rafael Núñez, corroboró de manera oficial lo que ya era vox populi:la propiedad del señor Antonio Gulfo, y el estado de la fortaleza:
El cerro San Lázaro, el castillo San Felipe, el cerro de la Popa y los terrenos adyacentes, habían sido vendidos a un pariente del señor Gulfo quien en ese año figuraba como propietario de estos.
Ante el escándalo formado por el suceso, Gulfo optó por donar el cerro y el castillo a la nación, cuyos gobernantes recibieron el precioso obsequio, que era realmente un bien público enajenable, sin costo alguno.
Desde su enfoque crítico el escritor cartagenero sentencia:
“En aquellos parvos días de nuestras guerras civiles, cuando los títulos de propiedad bailaban la danza de las dificultades que aparejaban los derrumbamientos sociales y familiares, cuentan que apareció un gobernante que por arte de “birli birloque” entregó a un tipo copartidario, fondos para las guerras, toda una extensión de terreno que comprende, el cerro en que está ubicado hace tres siglos el castillo San Felipe , así como enormes perímetros de los barrios circunvecinos, hasta la misma Popa”.
Si bien es cierto, que es este, casi, el tamaño de esta historia secreta que muy pocos cartageneros contemporáneos conocen, el relato quedaría incompleto si no citamos una serie de datos elaborados por Julie Parra Benítez, periodista del universal.com en el artículo: “Cuando el Castillo San Felipe tuvo dueño”, datos que a continuación reseño.
“Citando al arquitecto Javier Rodríguez en el libro: “La llave de la ciudad, fuerte San Felipe de Barajas…explica que “el Estado Soberano de Bolívar empobrecido y endeudado había heredado por la Constitución de 1863, la propiedad de muchos solares colindantes a la ciudad. En busca y a cambio de bonos de deuda se sacaron a remate. Así se adjudicó al señor Gulfo, sin deslindar la fortaleza de San Felipe de Barajas y gran parte de los suburbios”.
La propiedad del señor Antonio Gulfo y su hermana Rita Gulfo de Morales, comprendía desde la puerta de la capilla del convento de La Popa hasta la puerta de la Media Luna.
Antonio Gulfo de nacionalidad italiana, dedicado al negocio de la alfarería, consciente del gran problema que afrontaba con las denuncias periodísticas decidió regresar a título gratuito lo que era del pueblo cartagenero, decisión que quedó expresa en la escritura pública 290 de 1897 en la cual:
El señor Antonio Gulfo conocedor de sus derechos y de lo que le compete hacer, de su libre y espontánea voluntad, hace cesión gratuita, incondicional e irrevocable a favor de la República de Colombia de los terrenos del Espinal, toda la parte que sirve de base a la fortaleza o castillo nombrado San Felipe de Barajas , cuyos terrenos le pertenecen en propiedad, dominio y señorío porque los hubo y compró al señor Manuel Núñez Ripoll, por medio de su apoderado el señor don Lázaro Ramos por escritura pública a su favor, el veinte de mayo de mil ochocientos ochenta y seis, bajo el número 125 y por el notario público principal que lo fue de esta provincia don Juan N. Pombo”.
De esta manera se decidió la suerte, del cerro y el castillo; sin embargo, había que resolver el problema más grande que amenazaba su existencia: la ruina casi total de la fortaleza.
3.LA RESTAURACIÓN DEL CASTILLO: LA MAGIA DE CARLOS CRISMATT Y SU EQUIPO DE TRABAJO.
Después del desastroso suceso de la venta del castillo, de los terrenos adyacentes y de la donación graciosa que hizo el propietario a la nación a finales del siglo XIX, transcurrieron casi 20 años, para que el gobierno cartagenero se interesara por mejorar el estado de la fortaleza:
Por ello, desde el año 1912 se realizaron restauraciones parciales, las cuales adquirieron continuidad desde 1928 con la dirección de la recién creada Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena (1923), bajo el liderazgo indiscutible de Carlos Crismatt Esquivia (1889-1970), quien se convirtió en el adalid de la restauración-cuasi reconstrucción- del fuerte.
Carlos Crismatt Esquivia, cartagenero ejemplar, autodidacta, buena persona, muy noble y muy leal como su ciudad, ingeniero empírico, con documentos en mano, se dedicó en cuerpo y alma a rescatar, desde 1928 hasta 1966, el castillo más emblemático de Cartagena; para ello dedicó su propio ingenio, e inteligencia, su trabajo durante noche y día; buscó y aportó recursos; consiguió trabajadores voluntarios y asalariados y todos en conjunto, la Sociedad, Crismatt, los trabajadores de distintos niveles, después de 38 años de trabajo, devolvieron a Cartagena la edificación que muchos años más tarde sería declarada patrimonio cultural de La humanidad.
En mi libro El Castillo “San Felipe a Través de la Historia Universal” escribo, de manera textual, la siguiente ampliación temática:
En 1924, mediante la ley 32 de ese año, el gobierno colombiano entregó a la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena la facultad de velar por la administración y la conservación de los monumentos históricos de la ciudad, iniciando, esta, cuatro años después la restauración referenciada , bajo el liderazgo del insigne señor Carlos Crismatt Esquivia, quien recibió los mejores elogios de los ingenieros, también insignes, Enrique Marco Dorta y Juan Manuel Zapatero, al igual que los mejores reconocimientos de los cartageneros de su tiempo y los nuestros en estos contemporáneos días.
“El día 4 de julio de 1968, Crismatt fue condecorado con medalla de oro por la presidencia de Colombia”. (el universal.com. El hombre que salvó el castillo San Felipe de la ruina. Julie Parra B.), representada por Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), uno de los presidentes del fatídico Frente Nacional, quien venció a su propia soberbia para reconocer los méritos de uno de los eximios hijos del pueblo cartagenero.
Enrique Marco señaló que después del abandono, Crismatt y sus compañeros de trabajo devolvieron al fuerte el estado en que lo dejó el ingeniero español Antonio de Arévalo durante los años 1762- 1769 y hasta 1798, cuando se terminaron algunas obras complementarias.
En la continuidad del proceso, de restauración, aunado al proceso de conservación del monumento, estos siguieron bajo la orientación de la Sociedad, la cual lo administró durante casi 90 años, hasta el 2012, cuando la entidad renunció a la administración y entonces, esta, pasó a manos de la Escuela Taller Cartagena de Indias, hasta nuestros días, entidad que desarrolla, también, una importante labor en el logro de su misión institucional. CONTINUARÁ: Parte final: Victorias y derrotas del castillo San Felipe de Barajas.
Con los afectos de siempre:
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.