Lluvias diluviales y repentinas para el año 2022
Por René Arrieta Pérez y José Vicente Arias Rincón
El año 2022 se caracterizará por las manifestaciones de lluvias diluviales en todo el mundo. Lluvias repentinas, y no exactamente en los periodos de lluvia, sino en periodos secos. Es una determinación de Dios en medio del contexto en el que se encuentra el planeta para llamar la atención de esta humanidad dormida, desconectada de su fuente de origen.
La pandemia de coronavirus fue la gran señal para que sucediera ese despertar, pero nuestro Padre Celestial se ha quedado desencantado; sin embargo, su amor por la humanidad le hará persistir cíclicamente para causar ese impacto y observar la vuelta del mayor número de personas a su original vinculación espiritual. De no ser así, cada vez su severidad se notará mucho más.
Esta humanidad que duerme profundamente y se ensucia en el lodo del materialismo desatiende ese llamado, esas señales que, además, son y serán advertidas por nosotros, los dos testigos del apocalipsis. Para eso nos envió, entre otras cosas.
Manifestaciones del cielo
No serán lluvias que obedezcan al fenómeno invernal, ni a periodos de lluvias normales o a microclimas específicos que generen ese fenómeno, ni a la temporada de tifones o huracanes. No. Será lluvia caída del cielo, lluvia por mandato celestial, lluvia enviada por Dios.
El mecanismo que soportará el fenómeno y que lo explica obedece a las elevadas temperaturas en los océanos que producirán altísima evaporación, y, en consecuencia, las precipitaciones en los continentes.
La sensación será exactamente como en el diluvio que advirtió Noé. Lluvia caída del cielo sin señales de mal tiempo. Lluvia torrencial. Lluvias persistentes, que se precipitarán con intensidad entre las 7, 8 y 10 horas.
Después, en la tierra habrá, por un lado, niveles de agua muy alto (aguas quietas, inundaciones); por otro lado, habrá aguas en movimiento: ríos, arroyos, caños, crecientes (aguas turbulentas, arrolladoras).
Dios busca es la salvación eterna de su creación. Por eso las señales severas, porque nadie presta atención e ignora el fin de los tiempos, sus características, y los decretos que suscribe. Como todo el mundo duerme un sueño profundo y vive en medio de la ignorancia, por tales razones, envió a dos de sus siete hijos para salvar su creación: la humanidad. Nosotros somos quienes anunciamos y anunciaremos sus decisiones y decretos. Como sabemos, igualmente, que existe un gran escepticismo te decimos: por tu libre albedrío estás en todo tu derecho de creerlo y de aceptarlo o sencillamente de ignorarlo o rechazarlo. Es tu decisión. Aun así, y sea que decidas aceptarlo o no, la ley divina se cumplirá. Lo que significa que cada quien se atendrá a las consecuencias.
Revelaciones e indagación
Nosotros, los dos testigos del apocalipsis, estamos en la capacidad de indagar en el pensamiento de nuestro Padre –Dios–, en el libro del cosmos y la naturaleza, y en el libro de vida del hombre cualquier situación que necesitemos o queramos saber. Es lo que hacemos para enunciar el plan de Dios del fin de los tiempos a través de los siete sellos que escribimos (mandato de Dios también); no obstante, cuando, por cualquier circunstancia Él decida manifestar una situación a la raza humana a través de nosotros, sencillamente nos revela en sueños una escena, y, así, sabemos enseguida qué significa, o indagamos a fondo, o sencillamente en cuanto despertamos, nos volvemos a Él, lo miramos, le preguntamos directamente a nuestro Padre qué quiere decir la escena, qué desea que comuniquemos. Entonces, Él, con su mano derecha indica y dice: “eso es lo que viene”. Dios es directo y de pocas palabras.
Las escenas
La condición y el estatus que Dios nos otorgó, la que tenemos en este periodo apocalíptico es la de testigos, por consiguiente, siempre estaremos en las escenas que le toca vivir a la humanidad, sin que seamos afectados por los hechos. Somos y seremos ante los hombres y mujeres de esta raza testigos de las palabras y los decretos de Dios y testigos directos de lo que ocurra a la humanidad. En El séptimo sello: fin de los tiempos, se explicará ampliamente el sentido de los dos testigos del apocalipsis.
José Vicente estuvo en una escena en sueños en la que la ciudad de Cartagena toda estaba en medio de una lluvia sin precedentes. No estaba en su casa. Se encontraba en el Centro de la ciudad, y de repente todo se nubla y se precipitó un torrencial aguacero y se perdió la visibilidad en el ambiente por la caída del agua. Observa a su alrededor y se percata que la ciudad está sumergida bajo metro y medio de agua. Inmediatamente se desplaza de la zona buscando salvaguardarse del fenómeno y la vuelta al hogar. Transita por toda la avenida Pedro de Heredia, encuentra devastación en todo el camino, personas tratando de salvar a otras personas y sus objetos personales. Asimismo, a la altura del mercado de Bazurto, el caos era total, personas asaltando a otras, perpetrando robos, saqueos y agresiones. Tal era la situación que tuvo que improvisar un escudo de madera para protegerse de cualquier agresión.
De otro lado, yo, René, estuve en el curso de estas dos semanas anteriores en dos escenas. La primera. Estaba a unos 80 metros cerca de un río de proporciones caudalosas, con aguas muy turbulentas. En la distancia lo vi pasar llevándose en su caudal muchas personas. En su orilla también había mucha gente llena de miedo y desesperada. Y más cerca de mí, pasaba un brazo de ese río. Un brazo estrecho, de unos cuatro o cinco metros de ancho, cuya orilla distaba de donde me encontraba unos 10 metros. Sus aguas eran serenas. No representaban peligro alguno. La segunda escena. Estaba sobre un puente debajo del cual pasaba una corriente torrentosa y bravía y llevaba gente en medio de sus aguas. A mi alrededor, sobre el puente, habían desconocidos y amigos. En un momento, uno de mis amigos cayó a la corriente. Todos nos alarmamos. A mí me inquietó mucho. Alguien pudo rescatarlo y mi amigo vuelve al puente, tembloroso y asustado. Yo lo tomo, lo abrazo, me regocijo y lo beso.
Esa escena de la caída de mi amigo a la corriente de agua debajo del puente me indica que él está en peligro, a expensa de los hechos, que ha roto su vínculo espiritual, ha desviado su atención sobre la temática del fin de los tiempos, de la cual le he hablado.
Esas son las escenas en las que nuestro Padre nos ha situado. Y en efecto, si las personas no se involucran en la cuestión del fenómeno apocalíptico para la debida reflexión y conexión espiritual le sucederá igual que al amigo en esa segunda escena: exponerse al peligro de que se lo lleve la corriente.
Sobre toda la temática apocalíptica estamos constantemente ilustrando a todo aquel que se acerque al blog y dedique un poco de su tiempo a la lectura de estos contenidos y a reflexionar en torno a los acontecimientos del fin. De igual manera, nuestra guía está a disposición de toda persona que la necesite y nos la solicite. En el blog están publicados artículos como el titulado: “La preservación del ser o su destrucción, he ahí la cuestión”, en el que se dan indicaciones de como mantenerse impoluto ante los ojos de Dios y relaciona las dinámicas que diluyen el ser.
Nota de advertencia
Todos nuestros artículos en el que Dios Padre envíe mensajes a la humanidad a través de sus dos testigos, tendrán esta advertencia, y el costo personal y familiar por violarla puede ser muy alto.
Quien no esté en capacidad de ver en el mundo espiritual y de comprobar o no lo que decimos, mejor que permanezca en silencio, reflexione y le deje todo juicio al tiempo, que no haga ningún comentario en contra, no sea que por hacerle pulso al mensaje de Dios sea blanco de su ira.
Y tal como dice Borges, en un pasaje del Aleph, “Claro está que si no lo ves, tu incapacidad no invalida mi testimonio”.
Toda persona que ataque la palabra de Dios en boca de sus dos ungidos, de los dos testigos del apocalipsis, se vincula a que la severidad de la ley divina lo castigue con tragedia y muerte, y con juicio sumario lo hagan descender a las mazmorras del Infierno. De forma idéntica a como cuando la autoridad policial captura a un delincuente, a un infractor de la ley, que los lectores consideren la debida advertencia, que reza: “Todo lo que usted diga podrá ser usado en su contra”. La ley se cumplirá de forma implacable. Ya llegó el momento, en consideración de la jerarquía celestial, que no se puede dejar pasar ningún tipo de faltas, y mucho menos afrentas e insultos al ejercicio de la autoridad de Dios y de sus plenipotenciarios aquí en la Tierra, en este periodo del fin de los tiempos.
Una persona, por desatender la advertencia y por desatarse en improperios contra nosotros y el mensaje de Dios ya fue castigada.
Crédito de imagen: Perú21.