Generar opinión a través de los escritos que son publicados en varios medios de comunicación, me ha permitido participar en el ejercicio del control político y social, cumpliendo con los deberes que me impone la constitución política y ejercitando los derechos que tengo como ciudadano colombiano.
Han sido muchos los escritos de opinión, en los que he manifestado mi inconformismo respecto a la forma en que el alcalde William Dau Chamatt está manejando la administración de la ciudad de Cartagena. Este Polémico personaje, con sus actos fácilmente ha pasado del aprecio, al rechazo. Tal vez mi decepción y crítica se debe al hecho de haber dado mi voto a la alcaldía a su movimiento, creyendo que la vehemencia de sus argumentos y promesas en campaña serían la verdadera solución a los problemas de la ciudad.
Es notorio que para el tractor no ha sido nada fácil; lo han infiltrado los corruptos y las autoridades no le ayudan con el trámite de sus denuncias. Pero, también es cierto, que con sus locuras y desenfrenos tampoco se ayuda.
Lo expresado por el alcalde Dau el día miércoles 19 de enero en los medios de comunicación de la ciudad, sin duda alguna, contiene afirmaciones ciertas. Los entes de control han sido lentos en el trámite de sus procesos, la fiscalía se ha convertido en un laberinto. La institución que fue creada para investigar y ser el ente acusador, es lenta y paquidérmica.
Aunque debo decir que no todos los funcionarios son malos, salta a la luz de nuestros días que los procesos más importantes de la ciudad, no avanzan. La cantidad de exfuncionarios, contratistas y personas influyentes, que no han sido judicializados, han despertado la indignación del tractor a causa de la demora en el trámite de las denuncias realizadas en contra de los depredadores de lo público.
No obstante, es inaudito creer que el hecho de tener la razón, y estar de acuerdo en que existen delincuentes paseándose por la ciudad, da derecho a expresarse en contra de otras autoridades de manera soez, como lo ha hecho el alcalde en reiteradas ocasiones. Tal situación genera mayor preocupación, cuando el irrespeto entre servidores públicos, incita a la población a que recurran a las vías hecho.
Es plausible el esmero del tractor por denunciar todo acto de corrupción, pero esto no lo condiciona para que se exprese atropellando la dignidad humana de los demás.
Se deben reconocer las cosas buenas, pero no por ello, debemos aceptar las malas. Señor Alcalde, en pocas palabras, sí, pero no así.