¿Cuál es su precio?


El valor de los bienes y servicios, depende de la oferta y la demanda como principio razonable de la economía. Acumular riquezas es uno de los privilegios que nos da la democracia. Generar empleo, crear empresa y expandir la industria, han sido los medios utilizados para obtener capitales conformados por millones y billones de pesos. De esta manera funciona para emprendedores arriesgados, personas con escrúpulos, con ética, con decisión y disciplina.

Para otros, existe una forma más fácil de obtener riquezas, recurren a las actividades ilícitas, considerándolas el camino perfecto para tal fin.  Muchos de ellos, adquieren el poder, ya sea tras haber sido elegido por voto popular o por carrera, con la intención de saquear los recursos del Estado, pedir coimas, favorecer con contratos y privilegios de acuerdo a sus intereses.

Sorprendentes han sido los hallazgos de actos de corrupción en todos los niveles de la administración. Presos que salen de las cárceles, “como pedro por su casa”; porque las autoridades se lo permiten; senadores y gobernadores que financiaron sus campañas con los dineros de los contratos del Estado, servidores públicos envueltos en escándalos de narcotráfico, entre muchos otros casos de personas que optaron por el camino más denigrante, y todo, por el afán de adquirir riquezas.

Para usted mi querido lector, ¿cuál es su precio? ¿Vendería usted su conciencia por dinero o aspiraría a tener el poder para actuar como traficante de favores o creerse dueño de los recursos del Estado? Si usted no tiene pensado vender su conciencia, demuéstrelo ayudando a la democracia y a la construcción de una sociedad para la sociedad. No permita que los mismos personajes siniestros sigan siendo elegidos una y otra vez, demuestre que su conciencia y su integridad no tienen precio y no se negocian. No permitamos que continúen saqueando nuestros recursos.

La indiferencia, tolerancia y silencio, nos convierten en coadyuvantes de los delincuentes, en enemigos de la paz y del progreso. No podemos seguir eligiendo a saqueadores y depredadores del erario, pues son quienes nos mantienen en la esclavitud, en la ignorancia y la miseria. Razón suficiente para demostrar el rechazo de inmediato ante todo acto de corrupción.    

 


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