Esa pelirroja que usted ve ahí,
Con el pelo almibarado,
De gesto receloso, y gracia aguda,
Me dijo aquel día que creía que me amaba.
Me gustaba su manera de esperarme,
Dejando pasar los taxis
Para que yo terminara mis frases.
El olor de su pelo aún puedo recrearlo.
Tiene el perfume de la juventud encendida,
De los rojos deseos de saber y conocer,
De los pechos pequeños pero suficientes
En el arte del enigma y el shamanismo.
Esa pelirroja, que usted ve ahí,
Me quiso como usted quizá no ha sabido.
Bebimos café de la misma taza,
Y había humor,
Y había cierta complicidad,
Y amores apaciguados,
Y escatimas, y discusiones.
Y nada era necesario,
porque todo era urgente.