Los niños entienden, por favor salúdelo cuando llegue y despídase cuando se vaya
Cuando nuestro hijo es muy pequeño, conviene estar presentes los primeros días mientras se acostumbra y mientras nosotros vamos conociendo sus rutinas.
Es muy importante que los padres se preparen y preparen a su hijo para las separaciones transitorias. Por ejemplo, si el niño va a quedarse en una guardería, en casa de los abuelos, o en compañía de una nana, la preparación puede lograrse más fácilmente llevándolo de visita con anticipación para que, cuando lo dejemos, el lugar y/o las personas que lo van a cuidar no le sean desconocidos.
Es importante que cada vez que salgamos de la casa, aunque no comprenda aún las palabras, hay que hablar con él, despedirnos y permitir que nos vea salir. Es muy probable que al principio no de señales de molestia, pero a partir de los cuatro o cinco meses, el bebé empieza a protestar más claramente si lo dejamos durante el día. No se le haga raro que en este contexto, cuando regrese a casa el niño esté enojado con usted, no quiera mirarlo, llore o se resista a que lo cargue.
Aunque suene paradójico, su enojo significa que va madurando, que nos conoce mejor y que quiere estar con nosotros. Es sano que llore y se enoje pues así nos da oportunidad de darle lo que necesita cuando estemos con él.
Hay quienes creen que el niño sufre menos si desaparecen cuando él está distraído y luego alguien lo consuela diciéndole una mentira como: "No te preocupes, tu mamá está en el patio, en un momento regresa". La verdad es que este tipo de engaños aumentan su desconfianza, pues, al darse cuenta de que sus padres se han ido, se angustia todavía más. Por el contrario, si nos despedimos de él, al regresar podemos recordarle que le prometimos volver y lo estamos cumpliendo. Esto lo tranquiliza y le enseña que puede confiar en nosotros pues le decimos la verdad. Además, si procuramos regresar siempre a la misma hora, aprenderá a prepararse para nuestra llegada.