Las escuelas de periodismo en el mundo deben estar alarmadas por la forma como se están comportando sus egresados en la sociedad. Precisamente, lo que se les enseña en la academia, es lo que menos hacen. Hoy parece que destruyen con su información no construyen por el bien de la humanidad. Somos ciudadanos del mundo y por tanto lo que sucede en cualquier parte, también es asunto de todos, gracias a los sistemas de información de alta tecnología como Facebook, WhatsApp, Instagram, Google, etc. La mayoría de las poblaciones no tienen voz, y la voz que oyen es distorsionada, es real que el periodismo influya en cambios de conductas.
Sí se sabe de la velocidad con que llega la información a las comunidades, y sus efectos positivos o negativos, no es posible desinformar con una noticia. Y lo hacen a “exprofeso” sin importar las consecuencias, después se pedirá disculpas públicas por el error, pero el daño ya está hecho. Entonces, aquí se nota la importancia y responsabilidades sociales que tiene el periodismo con la dinámica de la sociedad, y por supuesto con el poder que tiene la noticia.
En la latitud más desarrollada hasta la más atrasada, la constante es que el periodismo esté al servicio de una élite que le paga, que los alimenta de todo para que hagan efectivamente un buen trabajo periodístico, es decir ocultar la verdad. Sin embargo, en todo el mundo, surgen periodistas que se salen del libreto, y la sociedad se entera de otras verdades que se han ocultado por años. Como ya se dijo, el daño está hecho. La noticia falsa es una estrategia fácil y efectiva para ocasionar lo que quiera su emisor. Y a propósito de libreto, la prensa hablada y escrita pareciera que actuara en formatos predeterminados, las evidencias hablan por sí solas.
Existen muchas cosas ocultas que el periodismo calla. Y lo más frustrante, es que son los periodistas lo que saben la información, la verdad y no la dicen. En Colombia pasa ahora mismo con el caso de la SAE, sociedad de activos especiales, para citar un solo ejemplo. Esto es una bomba de tiempo, es posible que salgan salpicadas familias prestigiosas de Colombia y hasta del mundo con el cuento de la extinción de dominio. Pero, eso no es noticia, puede afectar a los patrocinadores naturales, es mejor hablar de otras cosas que afecten la imagen del gobierno y de su presidente, para eso les pagan.
En todas las regiones de Colombia existen estructuras montadas para desinformar a la opinión pública, estos comunicadores están de lado del gobernante de turno o en contra cuando no son atendidos. No existe término medio, o están o no están. Y aquí en Cartagena la situación es bastante aberrante, parece que el periodismo destruye no construye, ya que se combina con la política, y esta aleación le ocasiona enorme daño a la ciudad, no existe independencia, todos quedan amarrados y en una sola voz a favor de sus patrocinadores económicos. Cartagena tiene caso de casos de corrupción, eso no es noticia, hay que mantener el estatus quo para seguir prosperando económica y socialmente, lo demás importa un carajo.