GIRASOLES POLÍTICOS NO SE ENTIERRAN TODOS LOS DÍAS


¡Fue así como todo inició! Como si se tratara de una lluvia de verano, la presencia de aquella mujer y la tenue precipitación de un aguacero, en ciernes, dictarían el rumbo de un escenario sórdido. La noche, aquella noche, había empezado noventa noches atrás y tres lunas llenas. ¿Qué pasaría? Nadie lo sabía, pues la noche tiene una virtud particular: sorprende y atesora misterios. Ella, esa mujer de enigmas insospechados, sin proponérselo, empezó a dictar lo que sería la carta de navegación para surcar las aguas de una vida profunda, más profunda que la inmensa hondura del océano, donde sólo los valientes se atreven a explorar.

El diplomático, como cariñosamente lo llamaban sus amigos, había perdido esa habilidad, propia del ejercicio, pues consideraba que no era sute de escuela que necesitara tomar caldo de lengua para decir las verdades incómodas a quien lo mereciera; sin embargo, eso le pasaba factura, con frecuencia, pues la sociedad en que vive, la colombiana, tiene una decidida y marcada voluntad por la hipocresía, una determinada inclinación por ser complacientes y una pavorosa necesidad de aparentar aquello que desean y no poseen.

Él, con la misteriosa mujer, que por su valía requería de un diccionario para leerla, un sextante para verla y una primavera para tenerla, se encontraron en medio de una carrera, pues, aparentemente, los iba a dejar el avión. No supe cuál era el destino de ese viaje, lo que sí supe es que el hombre, cuyas palabras estaban cargadas de truco, durante el vuelo hablaba con el cielo; mismo cielo que fue testigo de su pena profunda, tanto así que enrojeció, compartió su dolor y quedó meditabundo, llegando a detener el tiempo, inclusive, con el ánimo de poder consolarlo.  

Un silencio. Silencio eterno, propio de las montañas que ella tanto amaba, le recordaban que el encuentro de las almas se da por el reconocimiento entre éstas, en medio de un mundo atiborrado de ellas, es decir, un milagro encarnado; no obstante, reconocía que al amor le gana el miedo, pues el amor contemporáneo consiste en eso. Se huye de aquello que se siente, no se lucha por lo que se desea. Se cree, además, que al huir aliviamos el miedo de ser, de querer, inclusive, de buscar que funcione. Se desconoce, así, lo que constituye el amor: ser valientes, no vulnerables, pues hoy, existen encuentros entre cobardes que pretenden jugar a los amores, recorriendo una carretera equivocada.

Como si se trata de un ave que eleva vuelo, en busca de curar sus heridas, el diplomático tuvo oportunidad de conversar, en el preludio de lo que sería una oscura realidad nacional, con un par de contertulios suyos, unos conversadores excepcionales. Brindaron con un courvoisier, el mismo coñac con el que Van Gogh, Thomas Edison y el rey Eduardo VII celebraran, en la Exposición Universal del 88’, la inauguración de la Torre Eiffel y que fuera respaldado, en sus inicios, por Napoleón Bonaparte y Dickens, pues la complejidad del asunto ameritaba la robustez de tal destilado, añejado en barricas de roble con más de doscientos años.

Sí, más de doscientos, dijo el diplomático cuando les hablaba del coñac. Verán, hoy los he convocado para tratar dos temas de suma importancia. El primero, relacionado con el Estado; el segundo, con una mujer, pues son, con la institución de la familia, los temas más importantes de mi vida – les dijo mientras bebía de la copa.

Hoy, Colombia atraviesa por una etapa de total incertidumbre. El burgomaestre, que juega a ser presidente, se le ha olvidado, por ejemplo, que los problemas de gobernabilidad no se resuelven convocando gente a la calle, se resuelven logrando consensos. Convocar a las calles es una contravención, por antonomasia, pues la razón de ser de los gobernantes es asumir, por delegación, una función del constituyente primario: resolver problemas, no crearlos. El orgullo, la soberbia, el ego y la vanidad, propio de quienes creen ostentar poder, pero carecen de autoridad, obnubila la vista, los hace obtusos y arrogantes, dando por resultado improvisaciones a tutiplén.

Continuando con su intervención, recordó el valor e importancia de los girasoles, diciéndoles: para entender el país y la vida misma, se deben entender los girasoles, pues ellos, en su infinita sabiduría, enseñan que, aunque se inclinan ante el sol, si lo hacen en demasía, significa que están muertos. Dios es el primer servidor, pero no es un sirviente de los humanos, pues servir es una vocación suprema, contrario al sirviente que cohonesta y es cómplice de una sin número de bellaquerías.

Verán, Colombia es un país chismoso y escandaloso, él y un importante grupo de la Nación son envidiosos. Les da urticaria reconocer que alguien menor, diferente y capaz, pueda tener mejores ideas, que su actuar sea vertical y su inclinación esté determinada por hacer las cosas bien. Ellos, con su envidia le hacen un tributo a la mediocridad. A veces me pregunto: ¿Colombia es un país de mediocres o es un país para mediocres? No lo sé – les respondió y les dijo – con seguridad será ambos, pero sin duda, alguno estará equivocado; de lo que tengo total certeza, es que abundan los tuertos.

Tengo soportes para mis afirmaciones – continuó – por un capricho de niñato, el presidente saca a los ministros de Hacienda, Agricultura y de las TIC (únicos capaces) y otros tantos. Los de prestigio y contundencia, salen por no ser complacientes, por no dejarse manosear. Pues era su deber constitucional advertir la falta de ritmo, tino y forma, en la conducción de la Nación. La reforma a la salud, con el paso de los días, resulta ser más ilegítima. Ésta no sólo costaría 170 billones de pesos (el dinero saldrá, como es lógico, de las clases menos favorecidas), su implementación va a ser compleja y va a tener desafíos jurídicos de gran envergadura. El ministro de hacienda entrante, dice que el galón de gasolina debe llegar a los $16.000. Impulsan una transición energética nominal, no real, pues niegan nuevas licencias de explotación y exploración minero-energética, pero no han resuelto la compensación económica, derivada de éstas y la o las alternativas para suplir su ausencia.

De manera unilateral, dio por terminada la coalición política, como resultado de no ser adulado y recibir trato de dios, que necesita de tapetes rojos, comités de aplausos y besamanos para gobernar. Se plantea la declaratoria de un gobierno de emergencia, eso qué significa – les pregunto -. Acaso pretende decretar un Estado de conmoción, emergencia económica o querrá cerrar el congreso de la República – continuó – La demagogia debe tener límites – aseveró -. Sus verdaderas pretensiones las enmascara diciendo que hace referencia a un trabajo, día y noche, de los funcionarios para sacar adelante las reformas, entonces, ¿qué es lo que hacen ahora?, ¿Robarse el erario?

El congreso de la República, en sus comisiones económicas, eliminó el artículo que permitía la compra de tierras, en función de la reforma agraria y los Acuerdo de Paz, es decir, quedó vigente el artículo que da cuenta de la expropiación; sin embargo, el ejecutivo guarda silencio. ¿Estarán, entonces, esperando un recrudecimiento de la violencia?

En esa misma línea dogmática y recalcitrante – destacó – se encuentra uno con el ministerio de transporte, que no descarta la idea de construir un tren para conectar Barranquilla con Buenaventura. Asimismo, el “probo e inmaculado” ministro de defensa, parece que no lo es tanto. Los Estados Unidos le reprocharon la contratación del mantenimiento de la flotilla de helicópteros con los rusos, en época de invasión a Ucrania; y, la Contraloría, destapó el escándalo relacionado con la compra un avión ejecutivo tipo Embraer, por US$12 millones, que ya ha cobrado la cabeza de sus alfiles jurídicos más destacados en la cartera que regenta.

Finalmente, la nefasta propuesta de Ley de sometimiento, pensada para lograr una “paz total”, no sólo desconoce la naturaleza antropocéntrica del ser humano y del conflicto, sino que, premia la delincuencia, puesto que, no establece líneas claras con respecto a la definición de topes para la extinción del derecho al domino, no considera la consecución de estatuto de víctimas y de reparación y busca la exclusión de crímenes graves, en su articulado. Lo particular es que sí han definido muy bien el estatus político que tendrían estos grupos insurgentes y las irrisorias penas alternativas.

No desfallezco – les dijo – no quiero que me malinterpreten, no soy un tipo pesimista, tanto así, que mi forma de lucha, es decir, las conversaciones y escritos que comparto con ustedes, dan cuenta de la fe y creencia que tengo en un cambio y en la honestidad de las personas y la sociedad, porque, sin lugar a dudas, cuando se mira en retrospectiva, siempre he considerado que la historia nos ha dado los años más valiosos, con los que podemos construir sobre lo fundamental.

La madrugada despuntaba con su desvanecer y el diplomático llegaba a sus consideraciones finales. Con una lágrima en el ojo, le dijo a sus condiscípulos de batallas comerciales, soy consciente que las quiero tanto, a la mujer, a Colombia y a mi familia, que, a veces, pienso sin saber lo que he pensado, pues se han vuelto parte integral de mí. No he logrado saber lo que siente su alma, sólo sé que son perfectas, pues, cuando les veo a los ojos, no me cabe duda que tienen las características faciales del número áureo y los pliegues de afrodita, aquellos que empiezan en los pómulos y se deslizan con suavidad por las mejillas, haciendo una pequeña diagonal que se alinea con la belleza de los ojos, para dar por resultado una belleza absoluta.

Sus contertulios le respondieron, después de un profundo suspiro: la fe no se acaba y la persistencia tiene su recompensa, viejo amigo. Lo que haces habla tan alto que, aún, bajo el incansable ruido de la multitud, el alma de esa mujer y Colombia te escucharán, pues el ímpetu, propio del torrente del Magdalena, con el que te refieres, es más fuerte que el lánguido susurro de una quebrada.