1.LOS ORÍGENES SECRETOS DEL BARRIO NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED.
Para develar ante la mayoría de los cartageneros las historias secretas de los barrios coloniales de Cartagena de Indias, y en el presente caso el del barrio Nuestra Señora de La Merced, es preciso tener en cuenta la evolución urbanística de la naciente ciudad en el siglo XVI, a partir de la plaza del Mar o Real, hoy plaza de La Aduana.
Para ello, nada mejor que las explicaciones de la historiadora española María del C. Borrego Pla en su libro: “Cartagena de Indias. La andadura de una vida bajo la colonia”:
“El centro del que partía el ordenamiento de la ciudad fue la conocida como plaza del Mar o Real, lugar de mayor importancia económica por ser donde se encontraban los muelles a los que llegaban las mercancías…
“Desde este punto partían todas las calles, con una estructura, más o menos radial, como origen y base para la posterior traza de la ciudad…
“La expansión urbana durante el siglo XVI se dirigió en primer lugar hacia la zona oriental de la isla de Calamarí. Entre 1533 y 1563 se consolidó el urbanismo en su zona central, conformando un área aproximada al oeste por las actuales calles Santa Teresa, Santo Domingo (barrio santa Catalina) y la Factoría; al norte por las calles de la Merced, Estanco del Aguardiente y Sargento Mayor, (barrio La Merced) al este por las calles primera y segunda de Badillo y la calle de Las Carretas(barrio santo Toribio), y al sur por las plazas de la Aduana (b. Santa Catalina) y de los Coches” (b. San Sebastián). (P.P.383,384).
De esta forma,30 años después de la invasión de Heredia a la isla Karmairí fueron apareciendo las primeras calles con sus respectivas comunidades aposentadas en algunas casas de cal y canto, después del incendio de 1552, y con solares , propiedad de los dueños de las viviendas o de otros poderosos de la ciudad; así, surgieron también las primeras calles ya mencionadas y traídas de nuevo a colación como fueron La Factoría, La Merced, Estanco del Aguardiente y Sargento Mayor, las cuales recibirían sus nombres con el paso de los años, en la medida que fueron surgiendo las entidades, cuyo nombre las identifica.
Después del incendio de 1552,la traza de los amerindios originarios, de Heredia y el visitador Badillo desapareció; pero el poblado resurgiría de sus cenizas, y años después el rey Felipe II le daría el título de ciudad.
“En el año 1580 se inicia la construcción del convento san Agustín y la capilla de La Soledad por los sacerdotes agustinos calzados; en 1597 el templo aparece en el plano de la ciudad y en 1603 los agustinos continúan solicitando ayuda, por haber quedado sin recursos económicos por las inversiones hechas en la construcción del convento y la capilla de La Soledad, la cual dio nombre a la calle en la cual fue ubicada, nombre que conserva hasta nuestros días”.(Elles, Ubaldo.(2012.Lugares sagrados de Cartagena colonial, citando a Marco Enrique Dorta(1960) en Cartagena de Indias puerto y plaza fuerte).
Con el propósito de continuar configurando los orígenes del barrio historiado, en el ensayo de mi autoría: “Historias secretas de la plaza de La Merced” aporto las siguientes observaciones:
“Antes de 1617, la zona conocida hoy como plaza Nuestra Señora de La Merced, era un enorme playón de arenas blancas del Mar del Norte cartagenero (Hoy mar Caribe), sometido de manera periódica a los vientos del noreste (los nortes) que provocaban inundaciones globales en la ciudad y destruían las incipientes fortalezas construidas, durante los meses de octubre y noviembre, alternativamente o de manera continua, sin olvidar las ocurrencias imprevistas en el mes de septiembre”.
En esos aciagos años, no existía el baluarte de La Merced y mucho menos el convento que le dio el nombre que hasta nuestros días del 2023 lo identifica.
Sin embargo, desde 1617, el desolado terreno comienza a ser transformado por la poliorcética, en manos del ingeniero Cristóbal de Roda y sus numerosos equipos de trabajadores entre esclavizados y libres, quienes construyen el baluarte referenciado, el cual es destruido al año siguiente, por los embates del “norte” de ese año… “once años después, a finales del año 1629, finaliza la reedificación ordenada por el gobernador e ingeniero Francisco de Murga.
Durante los siglos XVII y XVIII las reparaciones en el baluarte fueron constantes, al no encontrar solución para paliar la fuerza del mar en ese tramo. Sería el ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor, quien entre 1721 y 1733 restauraría el baluarte dándoles su aspecto actual”. (fortificacionescartagena.com.co/baluartedeLaMerced.Consultado,julio 15.2023), con estratégicas baterías construidas para disparar y destruir los cascos de la embarcaciones enemigas del imperio.
De esta suerte, después de dos años (1619) de la obra dirigida por Roda es construido el convento de Nuestra Señora de la Merced, por la Orden de Los Mercedarios, edificado para dar posada a los religiosos de esta, cuyo destino era evangelizar en Perú, Chile, Tucumán, Río de La Plata, Quito y Popayán.
El sacerdote jesuita Tulio Aristizábal(qepd) en su obra: “Iglesias, conventos y hospitales en Cartagena colonial”, afirma que: “la edificación debió comenzarse en 1619, en el lugar que se encontraba la pequeña ermita de El Humilladero. La proximidad al mar la hizo presa de los vendavales que deterioraron con frecuencia la estructura y fueron retrasando su culminación”. (P.99).
De esta manera, en el plano de la ciudad elaborado en 1808 por el ingeniero español Miguel de Anguiano, convertido a la causa independentista de la ciudad, aparece ya configurado el barrio Nuestra Señora de La Merced con seis manzanas definidas y 1.153 habitantes, lo cual lo convirtió en el sector más pequeño en superficie y el de menor población, entre los cinco barrios coloniales de la urbe colonial
3.ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL BARRIO NUESTRA SEÑORA LA MERCED.
3.1. La economía al ritmo global y local.
La economía de La Merced, durante el tiempo colonial se movió al ritmo de la economía internacional, globalizada, dinamizada por los tratantes de esclavizados, los comerciantes de mercancías de España y del resto de Europa (en especial de harina de trigo), y el estanco del aguardiente controlado por la administración colonial.
A la par de esta actividad globalizada se desarrolló el comercio local en las pulperías (tienda donde se vendían mercancías y bebidas alcohólicas) y en las calles del barrio, en las cuales, esclavizados y libres africanos y sus descendientes vendían vino, los hombres, y las mujeres, nuestras palenqueras de hoy, frutas y dulces.
Los artesanos, por su parte, también descollaron en el marco de la economía local por la variedad de oficios manuales que realizaba, destacándose los sastres, zapateros, carpinteros, plateros, barberos, albañiles, herreros, canteros y otros.
En calidad de testigo de la vida económica del barrio, quedó el nombre de algunas calles que sirvieron de escenario a la gestión productiva o comercial que en ella se desarrolló. En este marco se destacan: la calle del Estanco del Aguardiente y la calle de la Factoría.
***En la calle del Estanco del Aguardiente existió esta entidad cuya función fue controlar la producción y comercialización de licor por parte del Estado español, con los objetivos de fortalecer las rentas del gobierno, preservar la salud pública y controlar el comercio ilícito local o regional y el contrabando.
Para explicar mejor el papel de estas entidades es preciso escribir que los estancos fueron establecidos por el rey Felipe II y reformados por los Borbones en el siglo XVIII, haciéndolos más onerosos para los productores y comerciantes de determinadas mercancías, así como para el grueso de la población consumidora o usuaria de determinados productos; de esta manera en el territorio de la Nueva Granada y en la Provincia Cartagena de Indias existieron los estancos del tabaco, del aguardiente, la sal, los naipes y el papel sellado.
Los abusos de las autoridades coloniales frente a estos entes y el expoliador régimen tributario colonial, se convirtieron en una de las causas estructurales la frustrada revolución de los comuneros (1781-1782) de la Nueva Granada, en la cual el Regimiento Fijo de Cartagena desempeñó un importante papel en la represión del movimiento popular.
A este respecto Wikipedia explica que el virrey Manuel Antonio Flórez, quien se encontraba en Cartagena de Indias, desconoció las capitulaciones con el pretexto que habían sido firmadas bajo amenaza y envió el regimiento fijo para implantar la autoridad en Santa Fe. (Rebelión de los comuneros. Consultado 17.07.2023).
***La calle de La Factoría debe su nombre precisamente a que en esta funcionó , precisamente una factoría, es escribir, un establecimiento de comercio dedicado a la trata de esclavizados y a la importación y venta de harinas a cargo del llamado Marqués de Valdehoyos; es casi seguro que este sea el segundo marqués de Valdehoyos: Gregorio de Hoyos y Miranda, nacido en Cartagena de Indias. Estuvo casado con María Francisca de Miranda Gómez, hija de los marqueses del Premio Real.
De igual manera, la esposa del marqués se dedicó, también, al negocio de su marido: harinas y trata de esclavizados.
Bossa documenta de la siguiente manera, un episodio de los negocios de la factoría de la marquesa:
La marquesa de Valdehoyos, según narra Del Castillo Mathieu en su obra …”Las llaves de Indias”… obtuvo permiso del virrey Messía de la Cerda, en 1763 para importar negros y harinas a Cartagena “ a razón de dos barriles por cada negro. Pero la hábil y desfachatada marquesa introdujo 10.801 barriles de harina de 1763 a 1767 y sólo 1.052 negros durante el mismo período”. (P.139).
Por otra parte, no debe olvidarse la existencia del Estanco del Tabaco, en el barrio santa Catalina cuya existencia dio el nombre a la calle que lo conserva hasta nuestros días.
Finalmente debe tenerse presente que las diferentes Órdenes religiosas, que hicieron presencia en la ciudad, con excepción de los jesuitas convirtieron a sus conventos verdaderos centros de financiación a través de los llamados préstamos a censo, mediante los cuales, una persona a cambio del dinero recibido, y entregando como prenda un inmueble debía pagar intereses anuales agiotistas, con los cuales, y otras actividades, los religiosos amasaron fortunas, aunque los preceptos de la moral cristiana y católica, condenaran la usura.
Aunque el autor carece de pruebas documentales, es posible que en La Merced, agustinos y mercedarios no fueron la excepción de la regla generalizada en Nuestra América colonial y Cartagena de Indias.
3.2. La vida social en la sociedad clasista del barrio Nuestra Señora de La Merced.
Al igual que en la provincia, en la ciudad de Cartagena, la vida estuvo organizada en clases dominantes y dominadas.
En La Merced se vivió, también esta división, mediante la cual las altas jerarquías del gobierno colonial, y de la iglesia católica, los altos mandos militares y los dueños del poder económico: comerciantes, hacendados, encomenderos y similares, representaron las clases dominantes.
El poder y sistemas de explotación de la mano de obra, de estas recayó sobre los esclavizados y los libres pobres de todos los colores, de manera especial sobre artesanos y asalariados, quienes se desempeñaban en múltiples oficios, destacándose entre otros los trabajadores de la construcción y mantenimiento de las fortificaciones.
Este ordenamiento social, establecido mediante la violencia política y económica determinó, tal como se escribió, una profunda desigualdad, al punto que sólo 300 personas, que representaban el 18.6% de la población del barrio eran consideradas como importantes, esto es, dons y doñas; el resto era la plebe y los esclavizados.
- POLÍTICA Y CULTURA EN EL BARRIO LA MERCED: EL PODER DE LA REPRESIÓN Y LA DOMINACIÓN IDEOLÓGICA.
3.1. La vida política del barrio Nuestra Señora de La Merced.
Estuvo dinamizada por el aparato militar representado por el Regimiento Fijo, el cuartel de la Artillería, y el cuartel del Batallón de España, este último alojado en el convento san Agustín desde 1790, cuando tropas españolas llegaron a fortalecer la plaza de Cartagena para enfrentar las agresiones de la armada inglesa. Marchena, en la obra: “La institución militar en Cartagena de Indias 1700-1810” explica, de manera global, lo referente a la guarnición de la ciudad, es escribir: la tropa que guarnecía y defendía a Cartagena:
Se puede decir…que la guarnición de Cartagena … se inicia con las tropas que trae don Juan Pimienta después del ataque de Pointís. Estas continuarán en el Régimen de Compañías fijas de Presidio, hasta que por el reglamento de 1736 se crea el Batallón Fijo de Cartagena.
El batallón pasará a convertirse en regimiento en 1772, bajo la base de dos batallones, con lo cual la guarnición se verá enormemente aumentada.
Aparte de estas tropas se cuenta también con una compañía de artillería, en un principio adscrita al Fijo, pero luego separada de la que dependen todas las bocas de fuego de la plaza. En 1770 se le añade una compañía más, debido al excesivo número de piezas a cubrir.
También cuentan las milicias tanto urbanas como provinciales organizados en tres partidos como Mompox, Lorica y Barranquilla; es una milicia numerosa, aunque poco adiestrada y mal armada.
Posteriormente se crearán dos compañías de artillería milicianas. Señalaremos también al cuerpo de ingenieros que tan buena fama alcanzó, tras las extraordinarias obras en la plaza:” (P.P 25, 26). Consultado julio 10.2023).
Mención especial en las compañías de artillería merece la presencia de africanos, tal como lo escribe Antonino Vidal:
“Otros datos significativos fueron los que dejó Vásquez de Espinoza, cuando refiere que a principios del siglo XVII había una compañía de negros y mulatos libres formada de 600 soldados “tan buenos como los españoles y estos sirven en el manejo de la artillería y otras cosas del servicio de SM. de trinchera y fajina.
Así mismo, el gobernador don Gerónimo de Zuazo menciona que estos ocupan un sitio especial en la milicia en la que formaban un batallón de 893 hombres y dos compañías de morenos y pardos libres” (El mundo urbano de negros y mulatos en Cartagena de Indias 1580 y 1560 P.P.5,6).
Finalmente es preciso anotar que la defensa marítima de Cartagena, además de las tropas de los castillos, baterías y plataformas de la zona insular, estuvo a cargo de la flotilla de guardacostas y de la Armada de Barlovento, de la cual, la ciudad era puerto de amarre como lo confirma Marchena en su obra referenciada:
“Cartagena de Indias es la cabecera fundamental de este sector de la costa. Desde allí se controla, todo el aparato defensivo, tanto en el aspecto de las guarniciones como en el naval, siendo puerto de amarre de la Armada de Barlovento y de la flotilla de guardacostas” (P.172).