BARRIO LA MERCED Y EL REGIMIENTO FIJO DE CARTAGENA. FINAL.
A continuación, la parte final de la crónica sobre el papel defensivo y represivo del Regimiento fijo en Cartagena colonial y el papel del catolicismo a través del convento Nuestra Señora de La Merced.
3.2. EL BATALLÓN Y EL REGIMIENTO FIJO: GARANTES DE LA SEGURIDAD DEL IMPERIO EN LA CIUDAD Y PROVINCIA CARTAGENA DE INDIAS.
El batallón y el Regimiento fijo desde su creación se convirtieron en los garantes de la seguridad del imperio en Cartagena y la provincia de su nombre, al asumir la defensa contra las potencias enemigas de España, al combatir el contrabando, las sublevaciones de los indígenas de la Provincia de Santa Marta, de algunos movimientos cimarrones y palenqueros y de la frustrada insurrección de los Comuneros en el oriente y otras regiones del virreinato de la Nueva Granada.
Juan Marchena, en el libro referenciado aporta nuevos elementos sobre el accionar político de esta instancia militar en la ciudad:
“El reglamento 1736 crea el Batallón Fijo de Cartagena de Indias, compuesto por un Estado Mayor, 9 compañías de infantería y una de artillería…es la primera unida reglada de infantería veterana que enarbola sus banderas sobre la ciudad.
En sus 37 años de existencia va a conocer multitud de acciones militares del territorio a su defensa; desde la custodia de la ciudad y sus fortalezas exteriores, la represión del contrabando, los acantonamientos en Tolú, Mompox, Barranquilla, Lorica, río del Sinú y Riohacha, hasta expediciones al Darién, península de la Guajira, etc. Además, su actuación bélica más importante: resistir el ataque de Vernon a la plaza.
El Batallón Fijo de Cartagena de Indias se transforma en estos 37 años en una auténtica unidad militar del ejército de la corona española. Esta transformación va a dar, al mismo tiempo una impronta a la ciudad.
De ser plaza conocida en el orbe por su puerto y sus riquezas, desde entonces, y gracias a este Batallón Fijo, se transformará en una ciudad, donde lo castrense tendrá una decisiva importancia”. (P.P.172, 173).
Referente a la represión de la insurrección del Movimiento Comunero de 1781 Marchena afirma que:
En este año de 1781, el Regimiento Fijo realiza su única acción militar: la sofocación del movimiento insurgente comunal del interior de Na. Granada. José Bernet (coronel, jefe) baja con un batallón a Santa Fe, Socorro y San Gil, manteniéndose en campaña durante seis meses. (P.179).
En 1773 al Fijo se le asigna un local permanente y se le asigna cuartel junto al baluarte La Merced. Inmediatamente parten 100 hombres con 4 oficiales y 12 artilleros para relevar la tropa de la expedición del Río Hacha que estaba de operaciones desde 1771.Actuaron contra los guajiros rebeldes de Apiasi y Macuira. (Marchena.P.P.178).
Ya, a manera de conclusión sobre el Fijo y su presencia en el barrio Nuestra Señora de La Merced, el autor de estas líneas acoge las palabras siguientes de Marchena:
“37 años estuvo funcionando el Batallón Fijo. El Regimiento también existió durante 37 años. Una y otra unidad, la misma en realidad, conforman la flor y nata de la guarnición en Cartagena.
El funcionamiento del Fijo, durante el amplio período que abarca desde 1736 hasta 1772, posibilitó la creación del Regimiento, y esta unidad será la que hará crecer el prestigio de Cartagena, como plaza fuerte americana” … (P.177).
De esta forma, el Fijo se convirtió en el adalid de la defensa de Cartagena frente a los enemigos del exterior y del interior de la Nueva Granada, donde su aparato represivo combatió la fallida revolución de Los Comuneros y las sublevaciones de los amerindios originarios Wayús.
En el corazón cartagenero, será siempre el destacamento presto a reprimir los brotes del inconformismo popular de los esclavizados y los pobres de todos los colores.
Sin embargo, el 11 de noviembre de 1811, optó por la causa independentista, contra todos los pronósticos, tal como narra Manuel Marcelino Núñez protagonista de primera línea de los hechos de este día, quien se puso al frente de un pelotón de 100 hombres del Fijo para asegurar la declaración de independencia que realizó la junta de gobierno de la ciudad. (Léase a Núñez en: Exposición de los acontecimientos memorables relacionados con mi vida política…desde 1810 en adelante”. Editado en: 1815.Una hazaña colectiva. Compilado por Moisés Álvarez.1811. P.95,96,97).
A manera de epílogo sobre el poder militar en La Merced se anota, en primer lugar, en la playa de la Artillería funcionó el cuartel de este cuerpo, el cual dio su nombre a esta playa: en segundo lugar es preciso escribir, también, que en un hecho sin precedentes en la historia colonial de Cartagena de Indias, en el convento de san Agustín funcionó el llamado Cuartel del Batallón de España, así como también sucedió con el cuartel del Batallón de Aragón en el convento de santo Domingo, y el cuartel de la tropa de Marina en el convento san Francisco en Getsemaní.
Los dos primeros llegaron de España en 1740 en calidad de refuerzo de la plaza de Cartagena frente al ataque de las tropas inglesas lideradas por Eduard Vernon y se alojaron en los conventos mencionados. El registro documental aparece en el texto de Juan Marchena (2005):” Sin temor de rey ni de Dios”, ya referenciado (P.44)
3.3. EL CRISTIANISMO CATÓLICO Y LA ESPADA CONQUISTADORA Y COLONIZADORA EN LA MERCED.
Como es ya conocido, en el barrio Nuestra Señora de La Merced existió el convento que dio nombre al sector, de la Orden de los mercedarios y el de san Agustín de los agustinos calzados.
El primero de estos no sólo ejerció su labor evangélica en la urbe, sino que también fue construido para dar posada digna a los misioneros de la Orden, quienes debían laborar en las misiones del territorio suramericano predicando el cristianismo católico, imponiendo sus normas a la población amerindia originaria y a los esclavizados, en la medida que avanzaba y consolidaba la conquista hecha “a sangre y fuego” en esos territorios.
El jesuita Tulio Aristizábal en su obra referenciada escribe que: “Nunca arraigó del todo la Orden de la Merced en el territorio colombiano de la colonia…Siempre dependió de la provincia del Perú, de su Orden y contó con pocos religiosos. En 1772 eran catorce. (P.99).
El convento de san Agustín, cumplió también su misión evangélica en los tiempos coloniales de la ciudad, apoyando los procesos de españolización de esta, y la aculturación de los sectores más vulnerables de ese entonces: amerindios originarios, esclavizados africanos y sus descendientes.
De esta manera, los conventos referenciados unieron sus fuerzas a las espadas y armas de fuego del Regimiento Fijo, al igual como lo hicieron en los demás barrios, las ordenes religiosas; sobre las ruinas y la destrucción de las obras materiales y la cultura de Karmairí, construyeron la nueva ciudad :Cartagena de Indias, en la cual, ni la religión ni la milicia escaparon de la oleada de corrupción imperante en la urbe, durante el siglo XVIII, tal como lo afirma Juan Marchena en el libro “Sin temor de rey ni de Dios”(P.36-57).
Imagen tomada de "Apuntes Cartagena de Indias"
Con los afectos de siempre:
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
Patrimonialista. Ambientalista.