El Derecho a la Ciudad


Es extraordinario la carga simbólica que entraña esta expresión. Muchas personas, de una u otra manera, saben lo que significa tener un derecho, así como lo que es una ciudad. Para el ciudadano rural, la ciudad representa muchas veces el peligro, la excitación, las nuevas oportunidades y también una vida llena de afanes desmesurados: desorden y ruido. Para el citadino, ciudad es aquel lugar donde hay todo lo anterior y más: estudio, trabajo, diversidad, encuentro; todo un universo para explorar.

La ciudad, entonces, es aquel espacio que debe posibilitar el desarrollo de los más hábiles y avezados, pero también cobijo y protección al desvalido; oportunidades al más débil, sueños al menos esperanzado; en últimas, ese espacio que nos permite estar, pero también ser. La ciudad es, además, sus colores y sabores, así como las sonrisas de sus gentes, los ruidos característicos de sus mañanas, en las cuales no cantan los gallos sino los autos con un concierto multiforme.

En medio de todo eso está Cartagena, una ciudad que se debate entre la multiculturalidad, la multietnicidad y la diversidad, con ciudadanos que mantienen la añoranza de un mercado público como epicentro, ubicado donde “debía estar”, al pie de la Bahía, a la orilla del mar, eje del comercio portuario, anclado en el barrio separado del cordón amurallado, con sus habitantes sintiendo que dejaron de “hacer parte”.

En ese sitio de encuentros que era el mercado público se bailaba, se conversaba en medio del barullo, se hablaba de boxeo y de beisbol; era un sitio donde todos podían ser y todos podían estar; y en un abrir y cerrar de ojos, sin aviso previo, el espacio cambió radicalmente: se impuso un centro de convenciones en donde no se puede convivir y no, definitivamente no se podía estar ni ser... Y empezaron a llegar foráneos, en multitudes y, sin prepararnos, nos tocó empezar a parlotear en inglés; empezamos a repetir las historias de conquista; a decirles lo que querían oír; a endulzarles el paladar con lo que nunca habían probado; a usar caballos para la reminiscencia de épocas pasadas y, sin darnos cuenta, nos quedamos luchando por no perder la identidad, por tratar de no olvidar todo aquello que nos hacía dignos y orgullosos cartageneros.

Aún groguis, sin acomodarnos a estos cambios, llegó el internet, el Estado Social de Derecho, las complejidades que trajo consigo el desplazamiento forzado y sus nuevas barriadas, los enfoques de derechos, la división del territorio, los múltiples alcaldes… Perdidos… ¡Necesitamos reencontrarnos!

Por eso, este espacio se propone como una ventana de comunicación y diálogo sobre temas de ciudad. Se abordarán temas de cultura ciudadana, iniciativas y proyectos de ciudad, sueños compartidos, políticas públicas y más. ¡Bienvenidos y bienvenidas!

Pueden escribirnos al correo: labculturaciudadana@unicartagena.edu.co

 

Elfa Luz Mejía

Directora Laboratorio Cultura Ciudadana de Cartagena (LAB3C)


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