La pérdida de autoridad, la pérdida de respeto.


¡Cuando quien tiene autoridad pierde el respeto, la sociedad se descompone, nada funciona y el estado se convierte en un caos!

Las ramas del poder prostituidas perdieron el respeto y la sociedad dio rienda suelta a la ley del vivo y del bobo, vivo quien hace lo que sea para salirse con la suya mientras el bobo es quien trata de cumplir o guarda silencio ante la barbaridad, los abusos y la ausencia de autoridad que imposibilita el cumplimiento de la ley.

No podrá existir paz ni un orden justo, sino, cuando el estado, las instituciones y los servidores públicos recuperen la autoridad y la credibilidad, nadie respeta a un estado corrupto donde lo indebido y lo inadecuado se volvió normal, tanto en las más altas esferas del gobierno como en la presidencia, las altas cortes, el congreso, los entes de control, las alcaldías, las gobernaciones y demás entidades públicas, así como en el ciudadano común. 

El artículo 2 de nuestra carta magna nos expone que Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo. Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares”.

En un país como Colombia, tristemente vemos que los fines del estado no son los mismos perseguidos por los servidores públicos, por tal razón hay que depurar la casa, pero lamentablemente los entes de control, no cumplen sus funciones, la absolución y corrupción, están destruyendo la sociedad.

No existe un equilibrio de poder, no hay quien haga cumplir la ley, no hay quien de buen ejemplo ni tampoco quien lo reciba, ¡estamos mal!, socialmente enfermos de ingobernabilidad, de corrupción, de compromisos políticos, algo peor, pareciera que nos acostumbramos a vivir en un estado destruido por la corrupción, por la pobreza, por la pereza, sin autoridad y en la impunidad.

El orden y la ley entra por casa y la casa la ponen en orden las tres ramas del poder, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, que actualmente carecen de respeto y les falta autoridad.

Mientras no se imponga de manera radical, el orden y la ley, la injusticia seguirá imperando, se seguirá legislado en favor de minorías privilegiadas y se gobernará con la incompetencia de quien no está preparado y mucho menos de quien no tiene autoridad.

 


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