Tal vez sean celos enfermizos o como se le desee llamar; pero, es sorprendente la forma como se ha llenado de ira un expresidente al conocer que el actual presidente realizará unas conversaciones de paz con la vieja guerrilla colombiana de la Farc. Son cosas de locos dirían algunos; otros, pondrán su escepticismo de por medio sin mirar más allá de sus narices como lo hace el señor procurador cuando dice “Soy escéptico porque no les creo a las Farc, como no les cree la sociedad colombiana", y muchos otros defensores del “Status Quo” que piensan que los demás no pensamos.
De lo que si estoy muy seguro es que la gran mayoría de los colombianos deseamos que ese conflicto arraigado en las entrañas de la nación, se acabe ya. No sólo por el bien de las riqueza materiales del país, sino porque queremos que la sangre de muchos colombianos deje de brotar de las heridas de la guerra. El cansancio de una guerra infructuosa y degradadora de la condición humana ha socavado nuestras conciencias, permitiéndonos presenciar las corrientes de sangre sin decir muchas veces que estamos cansado de ella y que nos estamos matando por nada. Hemos amado la violencia como se hace con una mujer. No ha brotado ni un ¡Basta ya! colectivo que nos señale que somos civilizados, respetuosos del semejante e hijos de Dios.
Ante lo anterior analicemos lo siguiente y pongamos un poco de sentido común para alcanzar a conciliar la razón y la pasión. Que la segunda no se imponga a la otra, puesto que muchas desgracias han surgido de esta última. Tanto que algunas opiniones estudiadas aquí están salpicadas de ese fanatismo retrógrado que nos enseña lo que no se debe hace cuando supuestamente se tienen los pies sobre la tierra y se es equilibrado sicológicamente. Que la nebulosa del Olimpo de quien se cree un dios y salvador de los mortales se disipe por el bien de todos y cada uno de los colombianos.
A raíz de la lectura lenta y auscultadora de las versiones salidas en la prensa escrita, en estos días de lluvia caribeña, me topo con apreciaciones muy interesantes y pertinentes para analizar sin cariz político de ninguna índole. Sólo lo hago con la convicción del ciudadano común y corriente que no traga entero y analiza críticamente la realidad de una nación envuelta en la discordia y la intolerancia de las ideas contrarias a las que se suponen son las mejores e irrebatibles.
Veamos estas: “el fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, está dando un mal ejemplo a los colombianos cuando dice que prefiere a alias ‘Timochenko’ en el Congreso, que verlo disparando contra otros colombianos.” Fueron palabras del expresidente cuando conoció lo que el gobierno del presidente intenta hacer en el resto de su mandato, conversar o dialogar con la guerrilla para allanar la paz de este sufrido pueblo.
El él surgió, según mi parecer, un dejo de tiempos idos o la manifestación de alguien que entra en el ocaso de un “seudo-dios” que se creía el líder perenne de un pueblo acostumbrado al olvido y la desesperanza. Interpreto desde una lectura mesurada y, conociendo al personaje, que aquí, con todo el respeto que merece como ser humano y como profesional, vive un ser delirante y enfermizo por un pretérito inasible que no volverá a vivir por mucho que lo intente infinidades de veces. Quizás esas palabras las dijo con su característica ira de político veintejuliero o con su cáustica actitud de omnipotente salvador, no lo sé. Sin embargo, deja entrever que no comprendió la frase o si la comprendió, la acomodó a sus nefastos y protervos intereses. La prepotencia del que se considera único y mesías de los “débiles” lo cegó; no se valió de la ocasión para argumentar con solidez la situación y se dejó llevar por su pasión guerrerista y conservadurista como quien se cree omnipotente e imprescindible.
Y así, este personaje de tira cómica fenecida y tirada a la basura, creyéndose único y preclaro, siguió con su perorata amañada a sus intenciones: “Me alarmó escuchar al Fiscal General de la Nación decir que él prefiere a ‘Timochenko’ en el Congreso que a ‘Timochenko’ disparando. Me dolió y lo digo con todo el respeto por el Fiscal General de la Nación. Eso es lo que estamos logrando en Colombia, permisividad, complacencia con el terrorismo”. El cinismo en su enésima potencia se manifiesta detrás de las palabras de quien otrora fue complaciente con la corrupción y el asesinato selectivo.
Ante una violencia acrecentada cada vez más y generada desde hace tantos años, que él no pudo resolver durante su mandato con su actitud guerrerista, despilfarrando presupuesto en connivencia con la corrupción y la ilegalidad de toda orden, cabe preguntarnos. ¿No es mejor que aquél que se dice defensor de unos ideales y que ha utilizado las armas para imponer sus criterios, los expongas a ver si puede materializarlos desde la legalidad, la libertad y el orden? En mi humilde opinión sería una forma civilizada de demostrarle al otro que estuvo equivocado y que puede resarcirse para bien de todos. Además, “La permisividad, complacencia con el terrorismo” se puede analizar desde otra perspectiva. ¿Éstas no se han tenido también con otros actores del conflicto como los narcotraficantes, los paramilitares, entre otros, quienes ahora o están presos, prófugos o en exilio? ¿Qué ha quedado de ellas? ¿Por que no dar la oportunidad, ahora sí, a esta guerrilla contradictoria para que demuestre sus cartas y pueda competir, desde la tribuna democrática, si ese es su objetivo, contra las otras facciones que han gobernado al país o han tenido oportunidad de hacer política, pero que no ha sido competentes ni muy “santas” que digamos? Creo que se puede experimentar a ver qué sale. Dar la oportunidad y comenzar a tejer un horizonte mejor para una nación anquilosada en gobiernos de castas y familias oligárquicas que han desangrado a su pueblo a punta de pobreza y exclusión.
Asimismo, según lo leído, afirmó: “El Fiscal tiene la obligación de llevar a la cárcel a todos los delincuentes, (…) y el Fiscal ofreciéndole indulgencia a los terroristas, eso es un mal ejemplo al país. Esa no es la justicia que queremos”. En mi concepto, tiene razón y es así. Creo que el fiscal está olvidando sus verdaderas funciones constitucionales. Está en el deber y puede comenzar con muchos de los colaboradores del “mesías” implicados de paramilitarismo, de saqueadores del erario y salpicados de corrupción, que creen que la justicia no llegará, ha investigarlos a ver si se sanea el Estado y la política. Es decir, el fiscal está en mora de hacer lo que le corresponde con los correligionarios de quien se ufana de límpido, honrado y defensor de los derechos humanos. Aquel que tiene rabo de paja y piensa que todos le creemos su discurso; ese que tiene a los colombianos sufriendo las consecuencias de una pasada mala administración. Pues se le hubiera reconocido sus logros si ésta hubiera beneficiado al pueblo y no a unos cuantos.
De otra parte manifestaba: “¿Qué es lo que se va a negociar? ¿Se va a negociar el terrorismo con el desarrollo rural? ¿Se puede negociar con el terrorismo la política tributaria? ¿Se puede negociar con el terrorismo los derechos humanos? ¿Vamos a negociar con los padres de las violaciones de los derechos humanos, que son estos terroristas? Eso es inadmisible, este es un país democrático”. Si los interrogantes son retóricos por quien los lanzas, me parecen acertados; pero si tienen visos de preguntas para atacar lo que se piensa hacer en las mesas de diálogo, no. Pues como un “búmeran” se le regresa a quien las lanza desde una tribuna, creyendo que el olvido de la memoria colectiva sigue castigando a los oyentes, lectores en este caso.
Si son preguntas para cuestionar la posible agenda de negociación, creo que también cabrían las mismas para quienes han estado gobernando y usufructuando del país y nunca se les ha cuestionado; pues a ellos se les tiene que interrogar para que digan el porqué la gran mayoría del país vive en la pobreza y sin oportunidades de un mejor nivel de vida. Antes por el contrario a ellos se les ha dado la anuencia para seguir ganando a costilla de la gran masa de trabajadores y profesionales de clase media. He allí muchos ejemplos para ilustrar: el sonado caso de la salud, el del agro colombiano, el de las riquezas mineras, etc, etc.
Para terminar recojo lo que Platón, utilizado por Norberto Bobbio en su texto “La teorìa de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, manifiesta sobre los modelos de Estado para ejemplarizar sobre la forma como desean perpetuarse en el poder, haciéndose los imprescindibles. Modelos que oscilan entre la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía. Platón hace hincapiés en algunos tipos de hombres gobernantes entre las que se destacan algunas de las características que posee el “mesías”. Usted puede comparar y discernir si hay o no alguna similitud; si me equivoco con los ejemplos, espero me alcance a entender, pues no soy un historiador, sino un simple colombiano del común.
El hombre timocrático, termino que proviene de Timé, que significa honor: “es un concepto, manifiesta el autor, introducido por Platón para designar una forma de transición entre la constitución ideal y las tres formas malas tradicionales” de gobierno. “Semejante hombre es duro con los esclavos, y ni siquiera se preocupa de ellos como acontece con quien recibió una educación perfecta; es indulgente con los hombres libres, y sumiso a las autoridades, deseoso del mando, amante de los honores; mas aspira a mandar no en virtud de la propia palabra, o por cualquier otra virtud del género, sino por la propia actividad bélica, por su talento militar, y paralelamente tendrá la pasión de la gimnasia y de la caza (549 a)”. Esto es, amante de la pelea y de la descalificación de los semejantes porque se cree superior a los demás.
Asimismo, en un aparte de la descripción del hombre oligárquico hay alguna característica que se resalta de esos gobernantes que solo gobiernan para unos cuantos, quizás el ejemplo es muy palmario: “- Así, los ciudadanos, de hombres deseosos de supremacía y honores que antes eran, dan en avaros y codiciosos. Todos sus elogios, toda su admiración son para los ricos; sólo para estos son los empleos: basta ser pobre para verse despreciado (550 y 551 a)”. Las evidencias de la manera como los grupos económicos succionan el trabajo de millones de personas en el país es la muestra más fehaciente de ese pasaje enunciado por Platón.
Pero cuando se describe al hombre tiránico, el asombro es mayor, pues pareciera que estuviéramos leyendo las características de un ex-gobernante nuestro “…el jefe del pueblo, al encontrar que la muchedumbre está dispuesta a obedecer, no puede abstenerse de derramar sangre ciudadana, bajo falsas acusaciones; precisamente de acuerdo con las costumbres de sus semejantes, arrastrando a la gente ante los tribunales, se mancha de homicidios, privando de la vida a un hombre , y prueba con la lengua y con sus terribles labios la sangre del prójimo, a algunos manda al exilio, a otros los condena a muerte, mientras por otra parte exige el pago de las deudas y diseña otra forma de repartir la tierra; ¿ no es quizá necesario, incluso fatal, para semejante hombre morir a manos de sus enemigos o transformarse en tirano y de hombre transformarse en lobo? (565 e)”. Entonces, ¿cualquier similitud con nuestra realidad es poca? Cada vez la profecía se cumple y, si no hacemos un frente común contra los enemigos de la paz y el progreso de todos, seremos víctimas pasivas de una violencia cataclìsmica.
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Referencias
Cantillo, Arrieta Juan Manuel - Colprensa | Barranquilla | Publicado el 28 Agosto 2012, en El universal. Cartagena.
Bobbio, Norberto, La teorìa de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, Fondo de Cultura Económica, Santa Fe de Bogotá, D.C, Colombia, 1987.