“Pensamos que este malo es de película, y este malo no es de película, ...


“Pensamos que este malo es de película, y este malo no es de película, es el verdadero malo”: Daniel Estulin

Por René Arrieta Pérez.

Daniel Estulin nació en Vilna, Lituania, en 1966, cuando esta república formaba parte de la antigua Unión Soviética. Fue agente de contrainteligencia. Es escritor e investigador, autor del superventas La verdadera historia del club Bilderberg, y de más de una decena de libros, entre los que se cuentan: Los secretos del club Bilderberg, El destino de la humanidad, La trastienda de Trump, Metapolítica, El club de los inmortales, Fuera de control, Desmontando a Wikileaks, El imperio invisible.

Estulin obtuvo gran notoriedad por sus estudios e investigaciones sobre los centros de poder mundial como la Comisión trilateral, el Council on Foreign Relations, y por su dedicación especial a todos los aspectos relacionados con el Nuevo Orden Mundial.

Este investigador imparte constantemente conferencias y se ha convertido en una voz importante en el foro de las opiniones sobre distintos temas de interés público internacional. 

Actualmente en seminarios web trata temas sobre las previsiones de los ahorros personales, los fondos pensionales y el peligro de la muerte del dinero, las maneras previsivas de afrontar esas crisis, la volatibilidad de los mercados financieros, y temas relacionados con el sexto tecnoparadigma (Inteligencia Artificial, biotecnología, Medicina de precisión), y la inversión en recursos naturales como el oro, el petróleo, en fin.

Este 20 de marzo de 2024 justamente Estulin imparte uno de estos seminarios online.

Estulin como analista de los temas que trata el Foro Económico Mundial señala en sus redes sociales que las élites, preocupadas, no saben qué hacer con millones de personas sin empleo. Se pregunta qué van a hacer con esos millones de personas, y sostiene que hay muchas formas de acabar con el problema: vacunas, virus, guerras, etc. Señala que eso no lo dice él, e invita a la gente a que se pase por las páginas de estos organismos multilaterales e investigue.

Aunque la inquietud entre los investigadores de los estudios sociales y la dirigencia de las naciones por el asunto de la población excedente no es nueva. Anteriormente economistas de talla de Thomas Malthus la han tratado. Malthus, autor de Ensayo sobre el principio de población, texto importante en la concepción y generación de estudios y análisis demográficos, veía al hombre presa de las condiciones adversas de la sociedad, y postula: 

“El hombre que nace en un mundo ya ocupado no tiene derecho alguno a reclamar una parte cualquiera de alimentación y está de más en este mundo. En el gran banquete de la naturaleza no hay cubierto para él. La naturaleza le exige que se vaya, y no tardará en ejecutar ella misma tal orden”.

No es descartable que en estos tiempos de sobrepoblación mundial y de flujos migratorios que ejercen presión sobre las economías de las naciones, por efecto de este fenómeno se piense en formas de solución non sancta al problema.

Veamos a través de esta entrevista la mirada de un estudioso que ayuda a formar opinión pública. Acércate, amigo lector, a conocer los intríngulis del poder, la fisonomía de las élites que gobiernan el mundo, y las pocas y difíciles opciones que tiene el ciudadano común y corriente de sobrevivir en este mundo que habitamos.

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¿Qué circunstancias rodean y marcan el camino para ser un hombre a quien le gusta el humanismo, la sociedad, y definen ese pensamiento que plantea en sus obras y sus conferencias?

Miraba de forma distinta el mundo a partir de una reunión que tuve en el año 1992, en un restaurante español, en Toronto, Canadá, que se llama Segovia, con un tipo que en aquella época trabajaba en los servicios de inteligencia. Yo también estaba en los servicios. Y en la comida, cuando él engullía chuletón con patatas me contaba los acontecimientos que supuestamente iban a suceder tres años en el futuro, en 1995. Cosas extrañísimas, como que hay personas muy poderosas que manejan los hilos del poder, cómo Canadá iba a ser dividida en las partes anglófona y francófona, cosas que llamaban mucho la atención y casi hasta me divertían. Yo le pregunté de cachondeo por qué alguien quería romper a Canadá como país, y este señor me dijo: alguien muy poderoso necesita cuadrar sus presupuestos en Washington.

Terminamos la comida. Era una de las cosas más extrañas en mi vida, y me olvidé de esta reunión, hasta que en el año de 1995 todas esas cosas que ese tipo me había contado tres años antes empezaron a suceder a pasos sucesivos, exactamente de la forma en que él las estuvo contando. De repente, personajes que yo no sabía que existían empezaron a aparecer en medios de comunicación a hablar del referendo de Quebec, de partidos extremistas, de todos los colores imaginables, de centro, de izquierda, de derecha, de derecha e izquierda extremas, y los medios de comunicación, además, les daban cancha para que explicaran su visión.

Me di cuenta de que presidentes y primeros ministros pintaban muy poco en todo este asunto a nivel mundial. Si todos los gobernantes no eran nadie ni manejaban nada, entonces pensaba, quiénes son los que controlan el mundo. Y a partir de este punto, más o menos en el año 1995, inicié este recorrido que llevaba por caminos muy sinuosos para poder encontrar y desenmascarar esta verdad, media verdad, o algo de verdad que he podido encontrar y sacar a la luz.

¿Quién era ese señor que le hablaba?

Era el hijo de un agente de la KGB, amigo de mi abuelo, quien también era coronel de los servicios de inteligencia.

Y, en su infancia, ¿qué circunstancias lo sensibilizan para que usted empiece a inquietarse por el mundo de la cultura, de lo social?

Mi madre era una pianista muy famosa. Mi padre es científico: químico, tiene nueve patentes. Obviamente vengo de una familia de muchísima cultura. Nada me preparó para el camino, porque entre una cosa y otra tuve ocupaciones distintas. Cuando emigramos a Canadá no era un alumno exitoso para nada, de hecho, no me interesaban los estudios, me aburrían, hasta el último año del colegio que tenía que sacar buenas notas para poder acceder a una buena carrera universitaria, y saqué excelentes notas y terminé con medalla de oro en mis estudios en Canadá. Estudié ingeniería y me di cuenta de que no quería ser ingeniero. Luego duré años buscándome a mí mismo dentro de este mundo muy complejo, hasta decidir. Me encontré con gente suficientemente interesante para emprender el camino en el que estoy ahora.

Agente de contraespionaje de la Agencia de Inteligencia Rusa, ¿qué ha significado ese trabajo para usted?

Significaba que entendí el mundo desde otra perspectiva muy distinta a lo que está acostumbrada la mayoría de las personas. Yo inicié en los servicios en el año 1993, como analista geopolítico, con conocimiento en el territorio de África. Pero vino el desplome de la Unión Soviética, por lo que llevamos gorras de todo tipo de colores, haciendo cosas que jamás pensaba que podía hacer, como llevar armas, disparar, participar en emboscadas, defender territorios contra enemigos. En este caso eran como en las películas de Hollywood, traficantes de armas, traficantes de diamantes de sangre. Esas son las cosas que uno tiene que hacer, y, al fin y al cabo, en el año 95, 96, cuando estaba en África, perdí el sentido de toda esta historia, porque yo entré haciendo otras cosas. Entonces, cuando salí de esta locura, en el año 97, regresé de Europa y pude recomponer un poco mi vida, a nivel sentimental, también de trabajo, volví a lo que era antes, a ser analista, y básicamente lo que me enseñó y preparó fue el ver muchísimas cosas que no ves nunca, que están allí, información de todo tipo a la que no tienes acceso, y ser un agente de contraespionaje, que te permite entrar en una esfera de influencia que te ayuda a entender estos movimientos tectónicos, ¿no?, que se producen a diario, historias de las que la gente normal no es partícipe.

¿Ha visto la serie de películas El agente 007 con Pierce Brosnan, Roger Moore, entre otros?

Sí. Creo que todo el mundo las ha visto. El espionaje es totalmente distinto a este mundo. De hecho, no tiene nada que ver. El 90% del tiempo cualquier agente pasa buscando papes, información, mirando redes, componiendo puzles, y al final hay una pequeña parte de lo que obviamente vemos en las películas, pero tiene poco que ver con la verdadera realidad: podemos hablar de James Bond, las series de televisión, del cine de espías, lo cual tiene muy poco que ver con la realidad del día a día de esta actividad.

Son más que todo series de glamor y de sexo, ¿no?

Bueno, no necesitas ser agente de contraespionaje para hacer el sexo.

Su experiencia e información la sistematiza y la difunde como conocimiento a través de sus libros, ¿cómo se plantea ese proceso?

Cuando salí de los servicios, en los años 2003, 2004, 2005, pensaba: “qué voy a hacer yo, cómo me voy a ganar el dinero para comer y vivir”. Una de las cosas que pensé enseguida: “bueno, puedo vender armas, que es un negocio legal como cualquier otro”, pero yo quería salirme, no quería tener que ver con ese mundo, y también pensé: “yo conozco muchas cosas interesantes que he visto, conozco información, tengo acceso a información privilegiada, podría plasmarla en un libro hay mucha gente interesada y tal vez pueda ganar algo de dinero”.

En mis sueños más salvaje, jamás pude haber imaginado que con un libro sobre un club que se llama Bilderberg me iba a ganar esa fama mundial. Uno tiene que ganarla, y el que yo haya publicado un primer libro y se convirtiera en un superbestseller es casi injusto, y uno no disfruta, porque no tiene la experiencia de haber pasado muchísimo tiempo aguantando con pequeñas ventas, viviendo en la miseria. Y en mi caso era todo al revés, el libro tuvo el efecto de una bomba atómica, una mega explosión que afectó todo y a todos, y en ese sentido, ningún libro mío ha vendido más que El Club Bilderberg*, y esa sombra muy alargada de este libro de alguna forma me ha acondicionado a mí como persona, a mis escritos y a mi público, porque todo el mundo compara mis libros con El Club Bilderberg, y no es justo. Sin embargo, El club Bilderberg es un libro único en la historia, por lo que ha cambiado la forma de pensar de decenas de millones de personas. De repente todo el mundo sabe que existían estos poderes fácticos que manipulan los hilos del poder sin saber exactamente quiénes son. No se sabía si eran masones, judíos, conspiranoides, o ¡quien carajo sea!, pero se sabía que nos estaban haciendo algo. Y ciclos, golpes de Estado y desplomes financieros no se producían de forma accidentada. Con El club Bilderberg se pudo poner al descubierto quiénes son, a qué se dedican, sus documentos, y ponerle nombres a sus caras. De repente el mundo descubrió que estas eminencias grises tenían nombres, todos tenían una organización supranacional por encima.

Repito, todo esto es injusto, porque todos mis demás libros son mejores que El club Bilderberg, están mejor escritos: El club de los inmortales o El instituto Travistock, El imperio invisible, Fuera de control, son libros magníficos, y todos son juzgados al lado de El club Bilderberg, y esta es una cosa a la que yo no puedo hacer frente, porque simplemente soy el autor de uno y de otros.

De acuerdo con su visión y análisis ¿qué hacen las élites, las potencias, para mantener su dominio?

Sobre todo, un control férreo sobre las esferas y estamentos de la sociedad, desde los niveles político y empresarial. Control de los puestos clave del poder: directores del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, del Banco Central Europeo, presidente de Estados Unidos, premier de Inglaterra, presidente de Canadá, presidentes de los principales países, control sobre importantes empresarios del mundo occidental. Cuando controlas a esas personas en el sentido de que forman parte de tu grupo, y todos trabajan de forma unida como si fuera la masonería, si alguien sale y empieza a hacer cosas que no están acordes, se crea una situación en la que un grupo puede ir en contra de esta persona, y no es cuestión de hacer daño ni matar, pero sí crear y abrir las puertas de networking sociales, cerrar las puertas a nivel de negocios, generar una situación hostil para la empresa, que los empresarios entiendan que el dinero llama el dinero, por lo que trabajan de forma conjunta y hacen frente común ante los otros. 

Es fácil de entender y explicar cómo organizaciones supranacionales mantienen este control férreo sobre el mundo. Y también otra cosa, porque la gente normal no cree que esto es verdad, y como se dice del diablo: “el truco más grande del diablo es convencer al mundo de que no existe”, pues, si la gente supiera que existe, la cosa sería distinta, pero pensamos que esas son teorías de conspiración… Y en gran parte también porque hemos visto en las películas tantas veces que este malo es de película, y este malo no es de película, es el verdadero malo.

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https://revistametro.co/2024/03/pensamos-que-este-malo-es-de-pelicula-y-este-malo-no-es-de-pelicula-es-el-verdadero-malo-daniel-estulin/

 


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