Por algún camino hace mucho tiempo. Fotografía fujifilm

De la memoria de los pájaros (La muerte, las plumas, el tiempo. El olvido)


De la memoria de los pájaros

(La muerte, las plumas, el tiempo. El olvido)

Lo primero que diría la memoria 

es que olvida. 

Olvidar es un acto que el amor, en su vacío, hace suceder para que sea posible la continuación de todo vuelo; porque aquello que se olvida tendrá sentido en otro momento, cuando se recuerde.

La memoria sabe 

que ser ave o pájaro 

es también 

ser sal, ser pez 

abandonarse al curso del aire 

como del presente.

 

Lo segundo que advertiría la memoria 

es que no existe vuelo sin plumas. 

La condición primera de las plumas es ser livianas en relación al resto de la materia: nos recuerdan a los pájaros que somos una forma de eterna niñez; que no importa lo pesado del cuerpo, las plumas seguirán siendo ligeras: con ellas se canta y se escribe, al mismo tiempo, la historia de las cosas, son parte de su poesía.

 

Que Ícaro y su padre fallaron posiblemente en su ingeniería porque las plumas difícilmente se encuentran: suceden.

Las plumas, por ejemplo, pueden suceder en el silencio del cielo que toma de las nubes para hacer sus formas, sus hilos casi invisibles, sus colores igual de diáfanos. 

Del cartílago de las plumas pueden nacer los sonidos que renombren rumbos y planes, y gracias a ellas recordaremos siempre esto: que las alas son un acto sólo posible en la relación de las plumas con el viento y las músicas que en sus hilos suenan, ¿se comprende?

 

Lo tercero que haría la memoria es atender a la clarividencia de la muerte para ver 

otros paisajes

otros decibeles

y otros pájaros. 

Sabría explicar que entre Ukupacha y el infierno hay un espacio indecible en el que morir es una parte de hacerse semilla, y que todo regresa de ese aparente silencio. 

Lo cuarto en lo que reflexionaría la memoria es en nuestra capacidad de hacer nido donde sea: de todas las cosas nace un hogar y cualquier momento es bueno para migrar, si el nido está bien tejido.

 

De lo quinto y lo siguiente que podría decir la memoria de los pájaros está el viento:

por eso 

atiende a las músicas y espera paciente para seguir tejiendo 

más allá de los cronocratos

todas las formas

las preguntas

la belleza de los tiempos pasado

futuro

presente 

y sus conjugaciones.

 

Agosto del 24’


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