En la costa caribe de Colombia, el bendito vicio de “colocar” todo en vez de “poner”.


El idioma español o castellano, como lo quiera denominar, adquiere ciertas variaciones y usos que lo hacen muy particular, especialmente en la costa caribe colombiana. Aquí, donde el sol, el cielo, la arena y el calor se pavonean como Pedro por su casa, la gente se expresa con un estilo pegajoso y dicharachero que la caracteriza. Sin embargo, muchas veces también se deja llevar por ciertos vicios lingüísticos cuando de hablar se trata, rompiendo cualquier regla gramatical que con el tiempo se hace costumbre. En este texto analizo el uso y abuso de los verbos “poner” y “colocar” sin entrar en polémicas normativas, pues la intención es señalar el porqué muchas veces  la “embarramos” por querer refinarnos, aunque seamos los “genios de la lengua” como nos llama algún célebre lingüista. 

Para comenzar, debo señalar que, aunque para algunos ambos verbos comparten ciertos usos, no son intercambiables: poner es más polisémico, con al menos quince acepciones, mientras que colocar tiene alrededor de siete, dicen algunos estudiosos. Sin embargo, no existe una regla general que establezca la preferencia de uno sobre el otro. Pero, para otros estudiosos, poner presenta hasta cuarenta y cuatro usos posibles, mientras que colocar se reduce a apenas cinco. Estas diferencias muestran que el tema es debatible y muy espinosos al momento de argumentar sus correctos o adecuados empleos. No obstante, el error reside en extender el uso del verbo colocar a contextos en los que no resulta adecuado. He allí el asunto. ( ver link).

Uno de los usos más comunes —y que hasta duele en los oídos— es el abuso del verbo colocar. Como si “poner fuera poco”, como si no tuviera la fuerza suficiente para decir lo que se quiere expresar. Y es que, a veces, por querer sonar más finos, más formales, más cotizados, se termina usando palabras que no son adecuadas, y lo hacemos con tanta naturalidad que ya ni nos damos cuenta. 

En Cartagena o en Barranquilla, y en muchos otros sitios del país, se ha vuelto casi una moda decir “coloco la radio” en vez de “pongo la radio”, o “me coloqué nervioso” en vez de “me puse nervioso”. Suena rebuscado, pero está mal. Y no por perfeccionismo, sino por esa absurda idea de creer que las únicas que ponen son las gallinas y si se pone el verbo poner, se está cayendo en la ordinariez.

El problema no es que colocar sea una palabra mala o inapropiada. No, el asunto es que no significa lo mismo que poner, aunque muchos lo creamos. Y como el lenguaje cambia con el uso, la costumbre nos ha hecho creer que son sinónimos, cuando no lo son. La Real Academia y Fundéu RAE lo tienen clarito: colocar tiene su lugar, y no es en todas partes. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Pues muy sencilla: poner es un verbo de todos los días, de los que se usan para todo y en todas partes. Aquí en el Caribe lo usamos mil veces al día sin darnos cuenta. Uno se pone contento, se pone a cocinar, pone la ropa a secar, pone sal a la comida, pone una buena champeta. Es un verbo flexible, camaleónico, que se adapta a todo sin perder el sentido.

Por otra parte, colocar, en cambio, es más específico. Es orden, es intención. Es poner algo en su lugar justo, en su sitio adecuado. Por ejemplo, en una casa de estilo republicano en el centro histórico de Cartagena, uno coloca los libros en el estante de la biblioteca, cuidando que queden alineados y bien presentables. O en un taller del Boliche de Barranquilla, uno coloca las piezas del motor en su sitio, no las “pone” al azar. Ese es el verdadero uso de colocar: cuando hay un orden, una lógica detrás.

Entonces, ¿cuál es la vaina? El meollo del asunto se presenta cuando empezamos a usar colocar en cualquier situación, como si fuera más elegante. Eso se llama hipercorrección, y es un clásico: por querer hablar bonito, se termina diciendo cosas que suenan como que no saben de qué hablan.

Veamos algunos ejemplos que uno escucha por aquí y que hacen chirriar los dientes a más de un profesor de lengua castellana: en los estados de ánimo, decir “me coloqué triste” o “se colocó furioso” no tiene sentido. ¿Dónde se colocó la tristeza? ¿En qué lugar exacto? Los estados de ánimo no tienen sitio fijo. Lo correcto es “me puse triste” o “se puso furioso”. Así lo decimos en el barrio, así lo decimos en la calle, y está bien dicho.

Además, hay otro ejemplo clásico: en los corrales de los pueblos o en los patios de las casas viejas, las gallinas no deliberan sobre dónde dejar el huevo. Simplemente lo ponen. No lo colocan. Eso es un hecho, no una decisión. Asimismo, no se coloca sal a la sopa, se pone. No hay un lugar específico para la sal, uno la agrega según le parezca. Igual con el limón, el ajo o el ají. Son acciones de añadir, no de ordenar.

En las casas de familia de Cartagena, en los puestos de la feria y/o carnavales, en los bares y estaderos del centro de Barranquilla o de Cartagena, uno pone la radio o el equipo de sonido, no la coloca. También pone una película, pone la plancha, pone música. Colocar no entra en esos contextos.

Usar "colocar" por doquier no nos hace hablar mejor, nos hace parecer que estamos forzándonos por querer ser hablantes muy pulidos. El español es rico precisamente por estas sutilezas. Porque no es lo mismo poner que colocar, decir que manifestar, o empezar que iniciar. Cada palabra tiene su lugar, su momento, su color.

En fin, no se trata de prohibir colocar, sino de usarlo donde corresponde. Es una palabra útil, necesaria, pero no universal. No hay que convertirla en la versión “elegante” de poner solo porque suena más culta. Así que la próxima vez que vayan a decir “coloco esto”, háganse una pregunta: ¿Estoy poniendo esto en su lugar específico, en orden, con intención? Si la respuesta es no, probablemente lo que necesiten sea simplemente poner. Porque a veces, en el lenguaje como en la vida, lo más sencillo es lo más certero. Y aquí en la costa caribe, donde la espontaneidad y la naturalidad son nuestras mejores virtudes, usar bien las palabras también es una forma de respeto al idioma, a la cultura, y a quienes nos escuchan.

Referencia

Muñoz Rincón, D. L. (s.f.). Diferencias y similitudes entre "colocar" y "poner". https://www.upb.edu.co/es/central-blogs/ortografia/diferencia-entre-los-verbos-colocar-y-poner


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