El 7 de agosto de 1819, hace ya 206 años, las tropas libertadoras comandadas por Simón Bolívar sellaban la independencia de Colombia en la Batalla de Boyacá. Por décadas, esta fecha se conmemoró como un símbolo de lucha, valentía y libertad y compromiso con nuestro país. Se solía marchar por quienes dieron su vida por la independencia de nuestra patria; por una nación soberana, para exigir justicia, o para alzar su voz frente a las injusticias sociales. Pero hoy, 7 de agosto de 2025, fue totalmente distinto; las calles de Bogotá y varias ciudades se vieron marchas en apoyo al expresidente Álvaro Uribe, quien, hace algunos días fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria. Hoy, no marchan por la salud, ni por la educación, ni por los líderes asesinados o los jóvenes desempleados. Hoy, marcharon por un nombre, un hombre, como si una figura política estuviera encima de la historia de nuestra patria. ¿Y el país? Bien, gracias…
El libertador Bolívar y sus tropas no lucharon por nombres propios, ni por caudillos, ni por partidos; lucharon por una idea en colectivo la cual era: la libertad, la dignidad de un pueblo y por la construcción de una nación justa y trasparente. Resulta doloroso solo ver jóvenes de colegios de Bogotá y varias ciudades, marchando por nuestra historia; nuestra independencia, aun hay personas que lo recuerdan y se sienten orgullosos por personas que dieron su vida para que nosotros tengamos una nación que hoy en día esta de mal en peor. Dos siglos después de nuestra independencia parecen haberse diluido por intereses personales y lealtades ciegas. Las calles que alguna vez resonaron con el eco de la independencia, hoy lo hacen con consignas que defienden a un solo hombre mientras miles de colombianos, sufren en silencio. Hemos cambiado los principios por fanatismo, y el compromiso con el país por devoción a figuras políticas que no están por encima de la ley ni de la historia.