CABALLO DE TROYA: El humanismo progresista y el wokismo


Un padre conversa con sus hijos sobre las ideologías que parecen buenas por fuera, pero que pueden dañar por dentro

1. Introducción: El señuelo de la promesa progresista

—Hijos, ¿ustedes recuerdan la historia del caballo de Troya? —preguntó el papá, acomodándose en el sofá mientras sus dos hijos, Santiago y Valeria, lo miraban curiosos.

—Claro, papá —respondió Santiago—. Era un caballo gigante de madera que los griegos dejaron como regalo a los troyanos, pero adentro estaban escondidos soldados listos para atacar.

—Exacto. Por fuera parecía un obsequio, por dentro llevaba destrucción. Y hoy quiero contarles algo que, en mi opinión, se parece mucho a eso. Se llama humanismo progresista y wokismo. Por fuera parecen prometer justicia social, igualdad y respeto. Pero si uno mira bien lo que llevan dentro, encuentra semillas de división, hipocresía y algo peor: la erosión de lo que nos hace auténticamente humanos.

El papá hizo una pausa y miró por la ventana.

—Miren, yo no hablo de esto por odio a nadie ni porque piense que todo lo que viene de esas ideas sea malo. Lo que pasa es que, como en el caballo de Troya, hay que mirar no solo el regalo, sino lo que trae adentro.

2. El humanismo integral frente al progresismo woke

—El verdadero humanismo, hijos, es el que reconoce que cada persona tiene un valor que no depende de su raza, su orientación, su riqueza o su historia. Jacques Maritain, un filósofo del siglo pasado, lo llamaba humanismo integral: un humanismo que une razón, libertad y sentido de comunidad, y que respeta la dignidad como algo que nadie puede quitarte.

Valeria levantó la mano como si estuviera en clase.
—¿Y qué tiene de malo el humanismo progresista?

—El problema —respondió su padre— es que el progresismo woke toma esa idea y la distorsiona. En lugar de ver a todos como parte de la misma familia humana, te divide en “opresores” y “oprimidos” según tu color, tu género o tu historia. Como dice Victor Davis Hanson, se vuelve un “culto cruel” donde ya no importa tu carácter o tus actos, sino en qué grupo te pusieron.

—Eso suena injusto —comentó Santiago—. Es como si me juzgaran solo porque juego fútbol y pensarán que todos los futbolistas somos iguales.

—Exacto, hijo. Y esa es la trampa: dicen que luchan por la inclusión, pero terminan excluyendo a quienes no repiten su guion.

3. El wokismo como caballo de Troya en el mundo real

—Miren ejemplos —continuó el papá—. En redes sociales, hay algoritmos que dicen promover “diversidad e inclusión”, pero en realidad censuran cualquier voz que piense distinto. ¿Resultado? Solo se oye un lado de la historia.

—Como cuando en el colegio algunos solo escuchan a sus amigos y no a los demás —dijo Valeria.

—Sí, hija. En protestas de países como Chile en 2019 o Colombia en 2021, se usó la bandera de la justicia social, pero detrás hubo destrucción y cero soluciones reales para la pobreza o la corrupción. Y cuando alguien intentaba decir “busquemos otra manera”, lo callaban o lo señalaban de enemigo.

—Pero… —preguntó Santiago— ¿no es bueno protestar por lo que está mal?

—Claro que sí, hijo. El problema es cuando protestar se vuelve un fin en sí mismo o un instrumento para ganar poder, no para resolver problemas. Ahí el caballo de Troya se abre y salen los soldados de la división.

4. La hipocresía en causas nobles

—Otra cosa que me preocupa —continuó el padre— es la hipocresía. Por ejemplo, hay líderes progresistas que hablan de cuidar la naturaleza, pero permiten destruir selvas como la Amazonia en nombre del “desarrollo sostenible”. O defienden a ciertos grupos oprimidos, pero ignoran a otros porque no convienen a su narrativa.

Valeria frunció el ceño.
—Eso sí es injusto. Si uno defiende un principio, debe aplicarlo para todos, ¿no?

—Exactamente. El verdadero humanismo no es selectivo. No es “defiendo a unos, pero no a otros porque no me gusta lo que piensan”.

5. En la vida diaria: del virtue signaling a la acción real

—Hay un término en inglés —dijo el papá—: virtue signaling, que significa “postureo moral”. Es cuando alguien finge preocuparse por una causa para verse bien, pero sin hacer nada real.

—Como subir una foto con un lazo de apoyo en redes, pero no ayudar de verdad —dijo Santiago.

—Sí. Y eso pasa mucho con el wokismo. Es más importante que te vean como “buena persona” que realmente ayudar. El verdadero humanismo no necesita exhibirse, porque actúa de forma silenciosa y constante.

6. La universidad y la libertad de pensamiento

—Otro campo donde se ve esto es en las universidades. Antes eran lugares para debatir ideas, incluso las que no nos gustan. Ahora, en algunos lugares, el wokismo crea “espacios seguros” que en realidad son espacios de censura: si opinas distinto, te acusan de ofender.

Valeria intervino:
—Pero, papá, ¿no es bueno cuidar los sentimientos?

—Sí, hija, pero sin evitar el diálogo. Cuidar no es silenciar. La libertad de expresión incluye escuchar ideas que nos incomoden. Si solo oímos lo que nos gusta, nunca aprendemos.

7. Críticas y alternativas

—No todo lo que el progresismo plantea está mal —admitió el padre—. Algunas causas nacen de problemas reales: racismo, machismo, desigualdad. Pero la solución no puede ser crear nuevos muros. Por eso creo en un humanismo integral: uno que reconozca la dignidad de todos, que promueva la justicia sin dividirnos en bandos eternos.

—¿Y cómo se hace eso? —preguntó Santiago.

—Primero, pensando por uno mismo. Segundo, practicando el respeto incluso cuando no estamos de acuerdo. Y tercero, recordando que las modas ideológicas pasan, pero los valores sólidos permanecen.

8. Conclusión: Vigilancia ética

—Hijos, el caballo de Troya entró a Troya porque la gente lo aceptó sin revisarlo. Así pasa con las ideas: si las dejamos entrar sin analizarlas, un día nos damos cuenta de que han tomado el control. El humanismo progresista y el wokismo prometen mucho, pero hay que mirar qué hay dentro.

Se levantó del sofá y concluyó:
—Ustedes crecerán en un mundo lleno de mensajes bonitos por fuera. No se trata de rechazar todo, sino de abrir los ojos, usar la razón y medir las cosas por lo que producen, no solo por lo que prometen. El verdadero progreso respeta la dignidad de todos, escucha a todos y busca el bien común.

Los tres se quedaron en silencio unos segundos. Afuera, el atardecer pintaba el cielo. Y aunque la conversación había sido seria, el papá sonrió:
—Bueno, ahora sí… ¿quién quiere chocolate caliente?

Referencias:

  • Barrett, P. (2020). Virtue signaling: Postureo moral en redes sociales.
  • Ganitsky, S. (2022). Woke politics comes to Latin America. Persuasion.
  • Hanson, V. D. (2023). What is wokeism? Tidal Equality.
  • Lewis, C. S. (1943). The abolition of man. HarperOne.
  • Maritain, J. (1936). Humanismo integral. Siglo XXI Editores.
  • Neiman, S. (2023). The fatal tension at the heart of wokeism. Time Magazine.
  • Reno, R. R. (2025). Nuestra herencia cristiana nos anima a amar la libertad. CEU.
  • Velasco, A. (2022). Woke politics goes south. Project Syndicate.
  • Young, E. (2022). Key differences between Christianity and wokeism. Ed Young.