Democracia en el diván, entre alianzas y garantías
El reciente #FestivalDeLasIdeas se convirtió en mucho más que un espacio académico o de conversación pública. Fue, en esencia, un laboratorio de democracia en tiempo real. Allí emergieron dos voces que, aunque desde distintos roles, coincidieron en un punto crucial: la necesidad de defender la democracia colombiana de los embates de la violencia, la polarización y la desinformación.
Por un lado, Fernando Carrillo, exprocurador, exconstituyente y ahora vicepresidente de PRISA Media, dio un paso audaz al plantear la “Alianza por la Democracia”. No se trata de un lema vacío, sino de un llamado a organizar las fuerzas vivas de la sociedad civil para frenar el avance de los autoritarismos, la erosión institucional y el veneno de las noticias falsas. Su voz, que remite al espíritu de la Séptima Papeleta y a la construcción de la Constitución del 91, vuelve a situarse en el escenario público como recordatorio de que las transformaciones profundas solo se logran cuando hay consensos alrededor de principios democráticos básicos. Carrillo invoca, en suma, la defensa de los valores constitucionales sin caer en la tentación de convocar a otra constituyente: una posición lúcida y firme.
Por otro lado, la figura del actual Procurador General, Gregorio Eljach, brilló con un mensaje tan claro como urgente: “no podemos permitir que haya un descalabro de la democracia y que el primer problema que identificamos como el más complejo es el de la seguridad”. Su diagnóstico es demoledor: sin seguridad, no hay elecciones posibles; pero también su promesa es tranquilizadora: “seguridad vamos a tener y tiene que haber elecciones”.
Eljach, al frente de la Procuraduría General de la Nación, no se limita a lanzar alertas. Va más allá al proponer a los colombianos un pacto de confianza: “Las elecciones tienen que ser libres y transparentes, seguras y que se respeten los resultados de las urnas”. Con ello, reafirma la esencia misma de la función del Ministerio Público: proteger el derecho al sufragio, vigilar que los procesos electorales se desarrollen bajo los principios de legalidad, transparencia, igualdad y eficacia, y promover lo que él mismo ha denominado una Paz Electoral.
Su discurso encuentra un eje práctico en el Decálogo Electoral propuesto por la Procuraduría: un compendio de principios preventivos que busca blindar el proceso democrático frente a los vicios tradicionales de nuestra política, desde la compra de votos hasta la presión indebida sobre candidatos y electores. Este decálogo se convierte en brújula para instituciones, partidos y ciudadanos, en tiempos donde la confianza en los procesos electorales está bajo asedio.
Un mismo horizonte desde dos miradas
La coincidencia entre Carrillo y Eljach no es menor. El primero, desde la sociedad civil y la memoria histórica; el segundo, desde la institucionalidad vigente. Ambos confluyen en un mismo llamado: la democracia colombiana no puede darse el lujo de tambalear.
Carrillo propone un frente social amplio, una red de defensa democrática contra los extremismos. Eljach garantiza que el Estado está de pie y alerta, con la Procuraduría al frente de la vigilancia preventiva y disciplinaria. Uno articula el discurso de la ciudadanía, el otro blinda el proceso desde el aparato estatal.
En medio del ruido de la polarización, esta convergencia abre un espacio esperanzador: la posibilidad de un diálogo nacional que construya consensos básicos. No se trata de pactos de élites ni de retórica vacía, sino de reconocer que, sin democracia, todo lo demás se derrumba.
El #FestivalDeLasIdeas nos deja una lección clara: la democracia se defiende con instituciones fuertes, pero también con ciudadanía activa. Carrillo nos recuerda que la sociedad civil no puede ser espectadora pasiva, y Eljach confirma que la Procuraduría no será testigo silente de posibles atropellos.
Ambos mensajes se entrelazan en un mismo horizonte: elecciones libres, transparentes, seguras y respetadas. Una alianza entre sociedad e instituciones que, en tiempos convulsos, se convierte en la única garantía de futuro.
La democracia está en el diván, sí, pero también tiene guardianes y voces que la empujan hacia adelante. En esa intersección, entre la memoria de un exprocurador y el compromiso de un Procurador en ejercicio, Colombia encuentra un punto de equilibrio para soñar con una Paz Electoral real y un proceso de 2026 a la altura de los ideales que alguna vez nos inspiraron.
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